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Pozal de Gallinas, en la provincia de Valladolid. EL NORTE

El paraíso de la igualdad en Castilla

Entre 1864 y 1867, los obreros agrícolas de Pozal de Gallinas constituyeron una 'República de los pobres' que incautó y repartió tierras

Jueves, 20 de agosto 2020, 07:15

«En plena Castilla, funcionó durante tres años -de 1864 a 1867- un falansterio, La República de los Pobres, instalado en el pueblo vallisoletano de Pozal de las Gallinas». Así refería Antoni Jutglar, uno de los autores clásicos del movimiento obrero en España, la puesta ... en marcha en la provincia de Valladolid de una de las primeras experiencias fourieristas en nuestro país.

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Charles Fourier, socialista utópico francés y uno de los padres del cooperativismo, había lanzado la propuesta en las primeras décadas del siglo XIX. Se trataba de combatir las consecuencias más perversas de la economía capitalista a través de una nueva fórmula de sociedad cooperativa en la que se aunaban producción, consumo y residencia. Eran los famosos falansterios, concebidos como instrumentos decisivos para avanzar hacia la nueva sociedad igualitaria ideada por el francés, en la que no habría propiedad privada, salarios ni competitividad económica. Su base sería agrícola y, en teoría, albergarían a unas 1.600 personas (algo más de 400 familias).

La idea arraigó en algunos sectores del incipiente movimiento obrero organizado español de los años 50 y 60 del XIX. Ciertamente, la coyuntura económica y política favorecían la difusión de este tipo de corrientes igualitarias, sobre todo entre el campesinado, muy golpeado por la desamortización de Mendizábal, en los años 30 de aquella centuria. La segunda ola desamortizadora, ya en los años 50, impulsada por Madoz, redundará en esta situación, llegando a generar incluso problemas más graves para los campesinos.

En efecto, como han resaltado diversos especialistas en la historia de las revueltas campesinas, esta segunda desamortización liquidó los bienes comunales de los pueblos, infligiendo así un duro golpe a los campesinos pobres, pues en su mayor parte quedaron desprovistos de terrenos para pastos, caza, leña y carboneo.

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El descontento campesino no tardó en traducirse en agitaciones sociales. Así ocurrió en Andalucía y Extremadura en 1854 y 1855, donde las revueltas estuvieron acompañadas de ocupaciones de tierras, y en 1856 en Valladolid y Palencia, alentadas además por la subida de los precios del pan. Al año siguiente, las agitaciones campesinas se extendieron por Sevilla, Utrera, Antequera, Arahal y llegaron, dentro de la provincia de Valladolid, a Pozal de Gallinas, donde es probable que existiera un grupo de obreros comprometido con las ideas internacionalistas.

Perteneciente al partido judicial de Medina del Campo, Pozal de Gallinas contaba en esos momentos con algo más de 500 habitantes, tenía escuela de instrucción primaria para 70 alumnos y un Ayuntamiento que también servía de prisión. Las publicaciones de la época destacan su producción agrícola a base de «trigo, algarroba y exquisito garbanzo», su vino blanco y los buenos pastos para mantener al ganado lanar, vacuno y mular. Además, en la zona abundaba la caza de perdices y liebres.

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A falta aún de documentación que complete lo poco que se conoce sobre el particular, todo parece indicar que la conjunción entre el «hambre de tierra» existente en esos años y el activismo de aquel grupo de obreros más concienciados confluyó en la primera experiencia fourerista de la provincia, que además figura como uno de los exponentes pioneros del cooperativismo igualitario en España.

En efecto, al igual que hicieron Abrey y Sagrario Veloy en Tempul (Jerez), o los obreros del algodón en Barcelona, los de Pozal de Gallinas decidieron constituir una suerte de falansterio que bautizaron como «República de los Pobres», ubicado en el llamado despoblado de Pedro Miguel. Aunque en algunos textos se apunta a 1857 como año de su fundación, lo cierto es que estuvo en funcionamiento entre 1864 y 1867, coincidiendo sin duda con el fervor del movimiento asociativo obrero impulsado por la Asociación Internacional de Trabajadores (AIT).

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Durante el tiempo que duró la experiencia, los obreros campesinos de Pozal, asociados bajo esta particular República, usurparon todas las atribuciones concejiles y decretaron el reparto de tierras. Sin embargo, no todo parece que discurriera según los cauces utópicos previstos por Fourier, pues en una publicación de 1894 se destaca la paradoja de que «los favorecidos en el reparto [de tierras] se apresuraron a defender sus pedazos de terreno con cercas y vallados. ¡Tan arraigado está en los ánimos el sentimiento de la propiedad individual!».

Sea como fuere, lo más probable es que la Guardia Civil, cumpliendo órdenes gubernativas, desmantelase en 1867 aquella experiencia fourierista vallisoletana, de cuya existencia quedan como testigos unos restos materiales que la gente del lugar llama «El torreón». Cuenta Ernesto Escapa en 'Tierra de Horizontes' que algunos de aquellos labradores utópicos, una vez naufragada su experiencia societaria, habrían decidido hacer las Américas logrando, en ciertos casos, regresar triunfadores después de amasar una ingente fortuna. Lo cierto es que el impacto de la comuna de Pozal llegó hasta oídos del presidente Leopoldo O'Donnel, que en las Cortes alertó de que el socialismo había levantado su cabeza en Castilla.

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