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Valladolid, piedra sobre piedra

El palacio vallisoletano donde actuó un transformista italiano de fama mundial

La casa situada en el número 5 de la calle San Ignacio fue mandada edificar en el siglo XVII por el tesorero de la reina Mariana de Austria, segunda esposa de Felipe IV y madre de Carlos II

Sonia Quintana

Valladolid

Martes, 13 de diciembre 2022, 00:05

Vecino del palacio del 'lío de faldas' más sonado de Valladolid, el inmueble ubicado en el número 5 de la vallisoletana calle San Ignacio fue mandado edificar en el siglo XVII por el tesorero de la reina Mariana de Austria, segunda esposa de Felipe ... IV y madre de Carlos II. Sobrina de la reina Ana María Mauricia, nacida en Valladolid, cuya casa natal sigue hoy en pie en la capital, Mariana de Austria fue educada desde pequeña por su madre, la infanta María Ana, para ser reina de España. Tras sucesivas transmisiones, a mediados del siglo XIX, el palacio vallisoletano fue propiedad del militar José Rebolledo de Palafox y Melzi, I duque de Zaragoza. En 1876 era propiedad de Mariano Emilio Fernández, quien mandó colocar en la fachada dos miradores y un balcón y construir un pozo, antes de pasar a manos del industrial cántabro Eloy Silió, fundador en Valladolid de la Gran Tejería Mecánica.

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Siendo propiedad de la familia Silió-Cortés, la casa tenía «dos plantas habitables, un hermoso patio central con arcos y columnas labradas en piedra de granito, caballeriza acondicionada para seis plazas, otro patio que sirvió para corrales y jardín amplio a la espalda del edificio», tal y como lo describe César Silió Correa en su libro 'Los Silió de la montaña y Valladolid'. Su superficie era de 1671 metros cuadrados, de los cuales 816 correspondían a la parte de la casa edificada (con entresuelo principal, planta baja, piso natural con habitaciones, solana bodega y bodegones). Los restantes 854 metros se repartían en patios, cuadras y jardines. Hoy es un edificio de viviendas.

En 1887 Eloy Silió pidió al Ayuntamiento una licencia para pavimentar con ladrillo la acera de su casa en calle San Ignacio. Siendo ya propiedad de sus hijos, a mediados del siglo XX, dos de ellos, Luis y Alfonso, solicitaron en diversas ocasiones varias licencias para realizar mejoras. Durante los treinta años en que Eloy Silió y Modesta Cortés habitaron la casa con sus nueve hijos el decorado interior y los muebles eran de la época isabelina. El historiador Vicente Silió hizo de ella la siguiente descripción: «Desde la calle se entraba por un gran portalón. Tenía una escalera majestuosa con peldaños amplios. El ancho pasamanos iniciaba su ascenso, por uno y otro lado, con dos negros de bronce con el brazo extendido, empuñando cada uno una antorcha con luces. Estas y un gran farol colgado del portal alumbraban la entrada. Sorprendía la dimensión del hall. Al fondo había una lujosa chimenea y a la derecha daban varias habitaciones destinadas a huéspedes. También daban al hall otras dos altas puertas con madera tallada, por las cuales se entraba a dos grandes salones. Ocupaban la entera fachada de la casa con vistas a la calle».

«El resto de la casa estaba atravesado por una galería de tanta longitud, que los nietos corríamos por ella en bicicleta», recordaba el historiador vallisoletano sobre la casa de sus abuelos paternos. «El comedor formaba la pieza principal. Un día dijo la abuela que en su casa comían noventa y seis personas». «Otra habitación era la que llamaban Sala Grande del Piano. Traspasando una puerta de dos grandes cristales se salía a la terraza que conducía al jardín bajando la escalera de elegante barandilla y peldaños de piedra. El jardín era espacioso, hermoso, con un buen arbolado en su parte derecha, y un sinfín de rosales en su parte central». En el fondo de uno de aquellos salones se montaba un tablado con telón y escenario cuando Eloy Silió contrataba a una compañía teatral. El resto de ese cuarto con el otro salón, que comunicaba por una puerta común, se llenaba de sillas. «Allí se reunían ochenta o cien personas de las más distinguidas familias de Castilla». El trasformista italiano Leopoldo Fregoli de fama mundial, actuó en aquella casa en dos ocasiones. Sus espectáculos consistían en una trama dramática de género diverso, dentro de la cual él iba cambiando de voz, de vestuario y de registro, todo ello de una manera tan frenética que conseguía dar vida, dentro de una misma función, a docenas de personajes distintos.

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