El origen de Pajarillos: ¿una zona de cazadores?

Hace tiempo que la literatura académica describió con detalle el nacimiento del barrio de los Pajarillos, concretamente de la zona de Pajarillos Altos. El estudio más citado, obra de Luis Jesús Pastor Antolín y Henar Pascual, señala como punto de arranque la estrategia especulativa de conversión ilegal de espacio rústico en urbano por parte de sus propietarios, operación que habría tenido lugar en el último tercio del siglo XIX en un terreno situado en el cruce entre las actuales carreteras de Villabáñez y Circunvalación.

Dividida la zona en cuatro propiedades rústicas, sus propietarios procedieron a parcelarla para iniciar actividades de venta y construcción al margen de toda ordenanza municipal. El público objetivo no era otro que la población inmigrante del entorno rural, lo que dio lugar a una fisonomía inicial de tipo marginal que combinaba las casas molineras con viviendas autoconstruidas en las parcelas de dimensiones más reducidas. Marginalidad, especulación y alegalidad resumen, por tanto, el origen de los Pajarillos Altos y de esas viviendas que, según el Padrón Municipal de 1863, albergaban a 38 habitantes.

Hasta aquí, el relato académico y riguroso, totalmente fiable por venir sustentado en pruebas documentales. Ello no obsta para que otras versiones populares, transmitidas de forma oral, complementen con nombres y apellidos el origen de los Pajarillos. La más famosa apareció publicada en el diario falangista 'Libertad' hace ahora 73 años, concretamente el 22 de enero de 1950. Daba por sabido en la ciudad el supuesto «punto cero» del barrio actual. Se trataría, en efecto, de una «tierra de labrantío propiedad de don Manuel Blasco, conocida por su abundancia de pájaros y a donde acudían los cazadores buscando el placer de la caza y la compensación posterior de la sartén».

El nombre de Pajarillos tendría, por tanto, un origen cinegético «que se prolongará en el transcurso de los tiempos». Pero la historia no quedó ahí. Cuentan que el paso siguiente lo dio el citado Blasco cuando, aventurando el negocio que le aguardaba, decidió parcelar su tierra y «vender su propiedad al precio de un cuarto el pie y dando toda clase de facilidades para cuantos allí quisieran edificar». Eso sí, el labrador solo habría puesto una condición: «que antes de comenzar las obras cada propietario debería construir un pozo».

El incentivo dio sus frutos y comenzaron a construirse las primeras casas al margen de toda ordenanza. Entre ellas, según el citado diario, la de un tal Antonio López, que no era otro que el padre del conocido párroco de las Delicias en los años 40 y 50, Mariano Miguel López. Lo que vino después es de sobra conocido. A principios del siglo XX, los habitantes de Pajarillos Altos, distribuidos en 59 viviendas, sobrepasaban por poco los 200, procedían en su mayoría del entorno rural, de barrios obreros o del centro de la ciudad, y vivían en condiciones de total insalubridad.

Carecían de las más básicas infraestructuras de urbanización, el aspecto de las calles era deplorable, no tenían agua potable y estaban si asfaltar. La lluvia lo convertía todo en un foco de barrio y podredumbre. Y a ello se sumaba su casi total aislamiento: en agosto de 1883, por ejemplo, vecinos del barrio elevaban una instancia al Ayuntamiento quejándose «de los grandes perjuicios que les ha ocasionado la compañía de ferrocarriles del Norte, con la colocación de la valla en la parte de vía comprendida entre las puertas de Tudela y los Vadillos».

La fase expansiva se produjo en los años 50 del pasado siglo, impulsada por el intenso desarrollo industrial de la ciudad y la creciente actividad especulativa en el terreno urbanístico. Fue entonces cuando se procedió a la conversión en suelo urbano de tres fincas rústicas situadas entre la Carretera Villabáñez, la de Circunvalación y la margen izquierda del Esgueva. En esos mismos años se configuró también la zona de Pajarillos Bajos, que es la que concentra más población del barrio, aunque sus orígenes pueden rastrearse a finales del siglo XIX, concretamente en el sector de urbanización marginal en San Isidro, en las edificaciones dispersas del parque de las Eras de los Ingleses y en un pequeño grupo de casas molineras en el llamado Rincón del Esgueva.

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