Borrar
Consulta la portada del periódico en papel
Fotografía de la Academia de Caballería antes del incendio de 1915.

Ver fotos

Fotografía de la Academia de Caballería antes del incendio de 1915. Archivo Municipal

El 'octógono' en llamas

Historia de Valladolid a través de El Norte de Castilla ·

Un incendio iniciado en el almacén devoró la Academia de Caballería en la madrugada del 26 de octubre de 1915

Martes, 21 de enero 2020, 07:21

Fuego!, ¡Hay fuego!», gritó despavorido uno de los cadetes en la madrugada del 25 al 26 de octubre de 1915. «Menuda broma», le contestaron, adormilados y molestos, algunos de sus compañeros. Pero no era chanza ni provocación. Aquel grito de terror estaba más que justificado: la Academia de Caballería, conocida cariñosamente en Valladolid como «el octógono» por su singular planta, a punto estaba de ser engullida por una inmensa pira.

'El Norte de Castilla' se adelantó a dar la noticia y reservó un hueco de última hora en la página 3 de la edición del 26 de octubre. Calificaba el hecho como «formidable siniestro», y no era para menos: «Cuando comenzamos a escribir estas líneas (tres de la madrugada), el edificio donde se halla instalada la Academia de Caballería, arde casi en su totalidad. Gigantescos penachos de fuego y colosales columnas de humo coronan el antiguo Colegio de cadetes y difunden su luz por la población, que ofrece a estas horas, envuelta en la siniestra luz, un aspecto fantástico».

La prosa del plumilla destilaba tintes verdaderamente dramáticos, no en vano uno de los edificios más representativos de Valladolid estaba siendo engullido por las llamas. Periódicos de tirada nacional se hicieron eco de la noticia y, al hilo de su imparable ruina, repasaron los hitos fundacionales del «octógono», que comenzó a construirse en agosto de 1847 pero no como edificio militar, sino como futura Prisión Peninsular.

Concluido en 1850, las características de su construcción, su ubicación en el centro de la ciudad y su distribución interior desaconsejaron emplearlo como presidio. Fue entonces cuando, aprovechando la precaria situación en que se encontraba el Colegio de Caballería de Alcalá de Henares, el teniente general Ricardo Shelly, director general de dicha Arma, tomó la decisión de trasladarlo a Valladolid. Era 1852.

El famoso 'octógono', a principios del siglo XX. Archivo Municipal

Convertido en 1861 en Colegio Militar de Caballería, el edificio consistía en un doble octógono con pabellones interiores radiales y poseía un patio octogonal y ocho trapezoidales. Lo habían construido presidiarios residentes en el exconvento de San Pablo y su exterior se caracterizaba por una austeridad extrema.

¿Cómo imaginar lo que habría de ocurrir aquella aciaga noche del 26 de octubre de 1915? Era la una y media de la madrugada cuando el centinela de guardia de la puerta falsa, que comunicaba el patio del picadero con la calle de San Ildefonso, se percataba de la presencia de fuego en el pequeño local destinado a almacén, fatalmente repleto de bancos de madera.

Avisado el cabo de guardia, éste se lo comunicó al oficial de servicio, teniente Arcay, quien, a su vez, dio cumplida cuenta al capitán Ibarrola. Si en un primer momento no le dieron al suceso la importancia que se merecía, enseguida se percataron de la gravedad del incendio. Rápidamente procedieron a desalojar el dormitorio y amontonar en el patio contiguo toda clase de objetos, camas, colchones, ropa de aseo...

La vieja Caballería fue construida en 1850 por prisioneros para ser una cárcel con forma de doble octógono

La familia del coronel director, Marcelino Asenjo, ausente en esos momentos de Valladolid, también fue desalojada de sus habitaciones particulares; pese a los denodados esfuerzos del capataz del servicio de bomberos, señor Elósegui, todo fue en vano: una hora más tarde, el fuego ya se había propagado a los tejados de la fachada posterior.

«El servicio de incendios, como casi siempre, llegó demasiado tarde, a las tres de la madrugada», se quejaba 'El Norte de Castilla'. Los cadetes pusieron a salvo los caballos, que serían trasladados al Cuartel del Conde Ansúrez, mientras el silbato de alarma de los serenos y las campanas de la parroquia de San Ildefonso alertaban a la población, que enseguida se agolpó en torno al edificio.

A las cuatro y cuarto de la madrugada, toda la zona que miraba a la calle de San Juan de Dios era ya pasto de las llamas; los vecinos de las casas colindantes no ocultaban su temor ante una repentina propagación del fuego y 'El Norte de Castilla' alertaba sobre la posibilidad de que éste afectara peligrosamente al laboratorio del doctor Cea.

Página de 'La Esfera' dedicada al incendio de la Academia de Caballería.
Imagen - Página de 'La Esfera' dedicada al incendio de la Academia de Caballería.

El más que previsible desenlace agilizó la puesta a salvo de muebles, equipos, cuadros y demás enseres, con la ayuda de soldados del Regimiento de Isabel II. El Teatro Pradera, el Cuartel de Intendencia y el Colegio de Santiago fueron convertidos en depósito improvisado para los objetos rescatados. Entre ellos, la documentación oficial, la rica biblioteca compuesta por cerca de 6.000 volúmenes, el cuadro de Morelli 'La carga de Treviño' y, desde luego, el estandarte de la Academia, «heroicamente salvado» por el teniente Balmori.

La imagen de la Virgen del Carmen, por su parte, pudo ser sacada de la capilla y depositada en los locales del 'Diario Regional', merced al ofrecimiento de su director, Justo Garrán, que hizo otro tanto con los demás objetos del culto.

Todo el edificio semejaba una inmensa y rojiza pira. El mismo arquitecto municipal, Juan Agapito y Revilla, que había acudido para comprobar los daños, tuvo que ser sacado de urgencia a causa de un «síncope» causado por el asfixiante calor. No fue el único susto: las labores de rescate dejaron cinco heridos y el famoso teniente Clavijo, convaleciente de una enfermedad en su casa de la calle de Miguel Íscar, sufrió un ataque al ver cómo las llamas devoraban la Academia.

Y es que del incendio solo se salvaron los dos picaderos; para colmo de males, el seguro del edificio no había sido renovado. Los alumnos tuvieron que ser trasladados al Colegio de Huérfanos de Santiago. Para que el lector tomara conciencia de la inmensa pérdida que significaba, 'El Norte de Castilla' hizo repaso escrito de algunas de las instalaciones más sobresalientes de la ya devastada Academia: sus amplias clases, «el gabinete de telegrafía y ferrocarriles, de agricultura e hipología, de topografía, de física y química, de fortificaciones, y de armas portátiles».

«Su biblioteca suntuosa (...), su notable guadarnés', las salas de armas y de esgrima, el internado, el gimnasio, los baños, la enfermería»... Todo ello, desde aquella misma madrugada, había empezado a formar parte del recuerdo y a alimentar la nostalgia. Seis años habrían de esperar los vallisoletanos para ver el comienzo de las obras del magnífico edificio actual, no sin antes haber despejado las dudas sobre la continuidad de la Academia en nuestra ciudad.

Edición de madrugada

El Norte aguantó su edición del día 26 para poder informar del incendio y a las 3 de la madrugada su redactor calificaba de «formidable siniestro» el fuego que arrasaba Caballería.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Publicidad

Publicidad

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

elnortedecastilla El 'octógono' en llamas