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Bartolomé de la Plaza, primer obispo de Valladolid. Pintura de Enrique Trozo del siglo XVII ubicada en la Catedral de Valladolid.
Así obtuvo Valladolid el título de Obispado

Así obtuvo Valladolid el título de Obispado

Historias de aquí ·

La abadía vallisoletana exigía para sí ser elevada al rango de catedral y que, por tanto, se le otorgaran las prerrogativas y los derechos propios de una diócesis

Jesús Anta

Valladolid

Jueves, 29 de diciembre 2022, 00:11

Una enigmática inscripción en la que se cita a un tal Sanctome en una de las paredes de la iglesia de Santa María Magdalena nos lleva a los tiempos en los que la abadía de Valladolid estaba en permanente disputa con el Obispado de Palencia. Según la tradición, desde el siglo XIII el día de San Juan se hacía ondear el escudo de armas de Valladolid en la torre de la Colegiata de Santa María la Mayor mandada construir por el conde Ansúrez y consagrada en 1095. Esa costumbre, de la que da cuenta Jonás Castro de Toledo, uno de los mejores conocedores del Archivo de la Catedral de Valladolid, comienza en algún momento entre los años 1276 y 1280 y conmemora la victoria de la tropa del abad vallisoletano Gil Gómez de Villalobos sobre las del obispo de Palencia en las inmediaciones del monasterio de San Isidro de Dueñas.

La tropa vallisoletana la mandaba el citado Sanctome: «Aquí yaze sepultado D. Sanctome, fundador de la cofradía de La Trinidad, capitán que fue de la gente de Valladolid en la derrota de San Isidro, en la defensa de la jurisdicción de esta abadía con el obispo de Palencia», reza en una lápida de la Magdalena. La inscripción, de una caligrafía posterior a la gótica del siglo en el que vivió Sanctome, ha sido recolocada en este lugar en algún momento de la centuria pasada y algunos historiadores sostienen que la misma estaba antes en el arco de la entrada a la capilla de los marqueses de Revilla. Y por la diferencia tan grande de los siglos en los que se construyó la iglesia –XVI-, y el que vivió Sanctome –XIII-, más bien pudieran haber estado la lápida y el cuerpo del difunto en la anterior iglesia que en este solar había. Llama la atención que el epitafio vaya precedido de la Cruz de Malta, también llamada de San Juan, precisamente el día en el que la tradición dice que se ponía la enseña de la ciudad en la torre de la Colegiata. La lápida está próxima al sepulcro en alabastro de Pedro de la Gasca, que fue obispo de Palencia entre 1550 y 1561 y quien costeó la construcción de la iglesia de Santa María Magdalena.

En la primera imagen, el interior de la iglesia de la Magdalena, en primer término el sepulcro de D. Pedro de la Gasca y al fondo de la imagen, la lápida de Sanctome. En las otras fotos puede verse la firma en la Carta Real de Felipe II por la que concede el título de ciudad a la villa de Valladolid y el detalle de la lápida de Sanctome. Jesús Anta
Imagen principal - En la primera imagen, el interior de la iglesia de la Magdalena, en primer término el sepulcro de D. Pedro de la Gasca y al fondo de la imagen, la lápida de Sanctome. En las otras fotos puede verse la firma en la Carta Real de Felipe II por la que concede el título de ciudad a la villa de Valladolid y el detalle de la lápida de Sanctome.
Imagen secundaria 1 - En la primera imagen, el interior de la iglesia de la Magdalena, en primer término el sepulcro de D. Pedro de la Gasca y al fondo de la imagen, la lápida de Sanctome. En las otras fotos puede verse la firma en la Carta Real de Felipe II por la que concede el título de ciudad a la villa de Valladolid y el detalle de la lápida de Sanctome.
Imagen secundaria 2 - En la primera imagen, el interior de la iglesia de la Magdalena, en primer término el sepulcro de D. Pedro de la Gasca y al fondo de la imagen, la lápida de Sanctome. En las otras fotos puede verse la firma en la Carta Real de Felipe II por la que concede el título de ciudad a la villa de Valladolid y el detalle de la lápida de Sanctome.

Aquella batalla, acaso más bien escaramuza, no fue sino una manifestación violenta de la permanente confrontación entre el Obispado de Palencia y la abadía de Valladolid que comenzó prácticamente desde el mismo instante en que se erigió la colegiata vallisoletana. Una confrontación que se manifestó en numerosas ocasiones y circunstancias: que si el abad de Valladolid negaba al obispo de Palencia el derecho de visita a la villa, o que se negaba a recibirle en procesión, o que disputaba diezmos que en principio correspondían al Obispado palentino, y así todo.

La abadía vallisoletana exigía para sí ser elevada al rango de catedral, y que, por tanto, se le otorgaran las prerrogativas y los derechos propios de un obispado. Un camino en el que influían muchos elementos y en el que estuvieron implicados obispos, confesores reales, nobles y reyes, pues el tema no afectaba solo al ámbito religioso sino al civil: por ejemplo, los mesoneros, procuradores o artesanos se verían afectados por una u otra decisión: los de Palencia porque su actividad se resentiría y los de Valladolid porque sus negocios prosperarían.

La disputa incomodaba a reyes y papas y afectaba a todos los órdenes de la vida, especialmente al religioso, muy importante en aquellos siglos: como el abad de Valladolid no podía administrar los sacramentos y no dejaba que entraran los enviados por el obispo de Palencia, hubo años en los que no se celebraba la confirmación o no se bendecían los ornamentos, con lo que se producía una relajación de las costumbres entre el clero de la villa. Esta era una de las razones por las que Roma estaba pensando establecer el Obispado de Valladolid, asunto nada menor dado que afectaba a muchas e importantes competencias: justicia eclesiástica, licencias para confesar y para celebrar matrimonios, hacer procesiones y un largo etcétera.

Mediado el siglo XVI, Valladolid, con alrededor de cuarenta mil habitantes y un número disparatado de clérigos y conventos, era, con mucho, la mayor demandante de los servicios del Obispado palentino y se comprende que la población se viera humillada por tener que desplazarse casi 9 leguas para acudir a Palencia. Acaso por esto, hacia 1554 el entonces obispo de Palencia, Pedro de Lagasca, que más residía en Valladolid que en Palencia, intentó promover el obispado de Valladolid, pero los palentinos se opusieron firmemente.

En 1593 los cardenales de Roma estaban tratando seriamente acerca de la creación de una nueva diócesis en Valladolid y abrieron las consultas pertinentes, según relata Antonio Cabezas Rodríguez en el libro sobre la Historia de la Diócesis de Valladolid. Mas, la consecución del obispado para Valladolid tenía un escollo, cual era que obtuviese el rango de ciudad. Clemente VIII el 25 de septiembre de 1595 había firmado la bula 'Pro Excellenti' por la que se erigía la Diócesis de Valladolid y de su colegiata como Catedral. Pero Valladolid no tenía aún el rango de ciudad, condición indispensable para acoger un obispado, por lo que se ralentizó el envío de los despachos papales a España. Esa demora permitió que el 9 de enero de 1596 Felipe II reconociera la categoría de ciudad a la villa de Valladolid. La nueva ciudad ya pudo nombrar obispo: Bartolomé de la Plaza, nacido en Medinaceli en 1529, fue el primero, un teólogo que vino a la ciudad desde su Obispado de Tuy. Falleció en Valladolid en 1600.

La primera catedral fue la Colegiata del siglo XIII, que estuvo en uso hasta que en 1668 se trasladó el culto al nuevo edificio herreriano cuya construcción había comenzado en 1587.

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