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El Colegio Gonzalo de Córdoba, antiguo Pablo Iglesias, en los años 50. ARCHIVO MUNICIPAL
Nombres «sanos» para los colegios vallisoletanos
El cronista

Nombres «sanos» para los colegios vallisoletanos

Denominaciones como Ponce de León, Isabel la Católica o Cardenal Mendoza sustituyeron en agosto de 1936 a Cossío, Joaquín Costa y Pi y Margall por acuerdo del Ayuntamiento

Martes, 17 de enero 2023, 00:01

La Orden, publicada en octubre de 1938, venía firmada por Pedro Sainz Rodríguez, primer ministro de Educación Nacional de la España controlada por las tropas franquistas: «Por todos los Ayuntamientos de la España liberada se procederá a la revisión de los nombres que tenían las Escuelas y Grupos escolares con anterioridad al 18 de julio de 1936, con el fin de que su denominación responda plenamente a los ideales de nuestro Movimiento Nacional». No había lugar a componendas: las nuevas autoridades procedieron a erradicar toda huella que recordara a figuras y acontecimientos relevantes de la España liberal, socialista y republicana. Se cambiaron así los nombres de las calles, por supuesto, pero también, y con especial celeridad, los de los centros de enseñanza.

En muchas localidades no hubo que esperar a la orden de Sainz Rodríguez, pues ya las comisiones gestoras nombradas nada más triunfar la sublevación contra la República como consecuencia del golpe militar del 18 de julio de 1936 se apresuraron a hacerlo. Así ocurrió en Valladolid, como acredita la sesión del Ayuntamiento celebrada el 26 de agosto de ese mismo año. En ella, a propuesta de su presidente, el catedrático de Fisiología de la Universidad, Lorenzo Torremocha Téllez, se aprobó por unanimidad cambiar el nombre de diez grupos escolares, casi todos erigidos durante el periodo republicano.

No conviene olvidar que, en su lucha contra el analfabetismo y la secularización de la enseñanza, las autoridades republicanas prohibieron a las Órdenes religiosas impartir clase, decretaron la sustitución de sus escuelas por la enseñanza pública y acometieron una ingente obra de construcción de grupos escolares. En nuestra ciudad, por ejemplo, se pasó de 59 escuelas y 3.150 niños escolarizados en 1931 a 127 y 6.500, respectivamente, dos años después; en vísperas de la sublevación militar que provocó la Guerra Civil, el número de centros escolares se había incrementado hasta 151.

La denominación de estas nuevas escuelas obedecía a los ideales que alumbraron el régimen republicano, por lo que, junto a figuras del socialismo nacional, encontramos a escritoras avanzadas, pedagogos de vanguardia, escritores y pensadores de credo republicano y liberal y figuras de la primera experiencia republicana. Dichas escuelas mudaron a la fuerza de nombre a partir de agosto de 1936, pues las nuevas autoridades que se levantaron contra el régimen republicano los cambiaron por denominaciones que glosaran los ideales de un Nuevo Estado que quería entroncar con las grandes gestas del Imperio español y afianzar el nacionalcatolicismo triunfante.

Así ocurrió, por ejemplo, con el colegio «Pablo Iglesias», levantado entre 1931 y 1934 en el barrio de la Victoria y con capacidad para cuatro clases de niños, otras tantas de niñas, dos aulas de párvulos y una cantina escolar. La Comisión Gestora presidida por Torremocha ordenó cambiar su nombre, que rendía homenaje al fundador del socialismo español, por el de «Gonzalo de Córdoba, el Gran Capitán». Y esta es, como sabemos, la denominación que aún persiste. Tampoco podían consentir los nuevos ediles que existiera un centro escolar con el nombre de «Giner de los Ríos», en referencia al padre del krausismo español, por lo que ordenaron cambiar su nombre por el de «Padre Manjón».

El actual colegio «Ponce de León», en la calle Francisco Suárez, había comenzado a funcionar en 1934 con el nombre de «Manuel Bartolomé Cossío», en referencia al avanzado profesor y pedagogo español íntimamente ligado a la Institución Libre de Enseñanza. Sus seis clases de niños y seis de niñas se distribuían entonces en dos plantas, pues hasta 1966 no se construiría la tercera. Tampoco la comisión gestora pasó por alto la denominación del centro levantado en 1934 en la Plaza de San Nicolás, por lo que mandó cambiar el nombre de «Joaquín Costa», que recordaba al insigne regeneracionista, por el de «Rodrigo Díaz de Vivar», vigente como estaba el mito del Cid como héroe de «la cruzada contra los infieles». Poco después volvería a cambiar su denominación por la actual de «Isabel la Católica», otro referente mítico del Franquismo.

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Al escritor republicano Vicente Blasco Ibáñez honraron las autoridades republicanas, en 1933, con una escuela a su nombre en el Paseo de San Isidro, con seis secciones de niños y tres de niñas, que la Comisión Gestora franquista mandó renombrar como «Fray Luis de León». Más antiguo era el «Pi y Margall», pues funcionaba desde 1925 en la calle de ese mismo nombre (actual Panaderos): renombrado como «Cardenal Mendoza» en agosto de 1936, el antiguo edificio se derribó en 1988 para levantar el Colegio que hoy lleva ese nombre. Y como en la calle de San Ignacio funcionaba una escuela llamada «Pestalozzi», pedagogo muy avanzado en ese momento, la Comisión Gestora ordenó cambiarlo por el de «Cardenal Cisneros»; esta escuela dejó de funcionar en 1970.

Para borrar el recuerdo de Nicolás Salmerón, presidente de la Primera República, los ediles mandaron cambiar el nombre del colegio del barrio de las Delicias por el de «Calderón de la Barca». Finalmente, tampoco las autoridades que legitimaron la sublevación antirrepublicana podían tolerar la existencia de dos escuelas nombradas con referentes femeninos de vanguardia: por eso el grupo «Rosario Acuña», que homenajeaba a una escritora comprometida con la igualdad entre hombres y mujeres, pasó a llamarse «Jacinto Benavente», y el «Mariana Pineda», mujer liberal ejecutada por Fernando VII, fue renombrado como «Magallanes»; ubicado este último en la calle González Dueñas, actualmente es el Centro de Educación Infantil «Macías Picavea».

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