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Mujeres de la Asociación de Amas de Casa protestan contra el cierre de la Universidad en febrero de 1975. ARCHIVO MUNICIPAL
Mujeres en pie de guerra en los años 70

Mujeres en pie de guerra en los años 70

La Asociación de Amas de Casa de Valladolid, creada a finales de 1968, sirvió de plataforma para reivindicar los derechos de la mujer y las libertades políticas

Domingo, 7 de marzo 2021, 08:02

Era finales de 1968 y aquellas mujeres decidieron asociarse para, con el tiempo, convertirse en «una plataforma pública de denuncia y concienciación, y teniendo como fundamento ideológico la lucha de clases». La Asociación de Amas de Casa de Valladolid, permitida por la legislación franquista, no tardaría en convertirse en reducto de activistas contrarias a la dictadura. Y es que este tipo de asociaciones surgieron en la década de los sesenta como una iniciativa de la Sección Femenina de Falange para incrementar su proyección e influencia social. Rápidamente, sin embargo, desavenencias en el seno del Régimen alejaron a la Asociación de Amas de Casa de España de la órbita de la organización falangista. Acto seguido, mujeres que militaban en partidos clandestinos y en el Movimiento Democrático de Mujeres desembarcaron en ella para, aprovechando los cauces legales, presionar en una dirección antifranquista.

Algo similar ocurrió en Valladolid, donde a finales de 1968 comenzaron su andadura dos asociaciones de amas de casa con sensibilidades opuestas: de la Nuestra Señora de San Lorenzo, identificada con los principios generales del Movimiento, y la de Amas de Casa de Valladolid, mucho más escorada hacia la izquierda. De hecho, en esta última actuaron mujeres que muy pronto ocuparían un lugar destacado en la acción política antifranquista, contribuyendo a difundir una cultura democrática en el último quinquenio de la dictadura. «Fue precisamente debido a la minusvaloración de la mujer, consubstancial a la ideología fascista, por lo que la Asociación de Amas de Casa fue autorizada. Conscientemente utilizamos nuestra condición de mujeres 'amas de casa' como forma de infiltración legal», reconocerían ochos años más tarde.

Algunas de sus promotoras y militantes más relevantes fueron Julia Pérez, Carmen Colodrón, Juana Pedrero, María Concepción Fernández Suárez, Carmen Pascual, Marina Rodríguez, Adela García Struel, Concepción Velázquez, María Luz Compta, María del Pilar Escribá, Delfina Navarro, Isabel Herrero, Julia Alonso, Isabel Gijón, Pilar Villanueva, Paz Santos, María Teresa Salvador, Teresa Osorno, Isabel Fernández Gijón, Sara del Tío, Violeta del Tío, Olaga del Tío, Rosario Barba, Leonisa Negro, Pilar García, María Eugenia Hortelano, Marta Pía Uribe y Victoria Gutiérrez Díez.

Según informes del gobierno civil, tenían su sede en el sótano del número 12 de la calle de López Gómez y su Junta Directiva la constituían, en 1975, Paz Santos Bobo (presidenta), Pilar Valladares (vicepresidenta), María Concepción Fernández Suárez (secretaria), Victoria Gutiérrez Díez (tesorera), María Pía Uribe Zorita (vocal de relaciones públicas) y las vocales Adela García Martínez y Paz Marcos González. Algunas de sus integrantes eran esposas de hombres significados en la contestación al Régimen, como Emilio Salcedo, Francisco Izquierdo, Félix García Tajadura, Francisco Rodríguez o Armando del Tío, mientras que otras ya habían actuado en la Asociación de Amigos de la UNESCO.

Esta Asociación de Amas de Casa no tardó en alertar a las autoridades con actuaciones de claro talante reivindicativo y a favor de las libertades. Sus denuncias por las subidas de las tarifas eléctricas de 1969, por ejemplo, provocaron la respuesta airada del presidente del Sindicato Provincial de Agua, Gas y Electricidad, Tomás Bulnes, que las calificó de «demagógicas», mientras que sus campañas contra los problemas en el suministro y potabilidad del agua, en 1971, obligaron a responder en prensa al mismísimo alcalde.

No menos incisivas fueron sus críticas al aumento de precios de los colegios privados, así como a la falta de plazas en los centros públicos de enseñanza, sobre todo en los barrios periféricos, uniéndose así a las demandas de las Asociaciones de Vecinos más combativas. Sonadas fueron sus peticiones de más guarderías en los barrios en octubre de 1974, sus presiones a favor construir un centro de EGB en La Pilarica, en noviembre del año siguiente, o sus protestas por el cierre de la Universidad, decretado por el Ministerio en febrero de 1975.

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La Asociación de Amas de Casa también alzó la voz en solidaridad con los obreros en huelga en FASA y en la Construcción, y con las trabajadoras que en Maggi y Monel protestaban en 1975 por sus pésimas condiciones laborales. Denunciaron la discriminación laboral de las trabajadoras vallisoletanas, sobre todo en materia de salario y posibilidades de promoción, y presionaron para conseguir una bajada de precios de los productos de primera necesidad. De hecho, informes policiales las responsabilizaban de haber instigado la protesta de 200 mujeres frente a la sede del Gobierno Civil, el 27 de septiembre de 1973, por la insoportable carestía de la vida.

A raíz de una encuesta realizada para valorar la repercusión del alza de precios sobre las familias más desfavorecidas, las Asociaciones Familiares de las Delicias, Belén, La Victoria y Rondilla, y la Asociación de Amas de Casa de Valladolid iniciaron una campaña de denuncia de las injusticias inherentes al sistema capitalista y reivindicaron, en una extensa carta enviada a El Norte de Castilla, la participación ciudadana en el control de la economía por medio de asociaciones representativas.

Otra misiva de 1974, esta vez en solidaridad con los obreros en huelga, proponía «centrar la actividad diaria de nuestra comunidad en el respeto mutuo y en el marco de los derechos humanos y libertades fundamentales reconocidos por la ONU (libertad de expresión, reunión, asociación y huelga), consideradas como legítimas en todos los países civilizados del mundo». Además de reivindicar una mayor participación política de la mujer y su «emancipación total de la explotación económica y de las restricciones emocionales de nuestra sociedad», en los últimos meses de 1975 insistieron en su apuesta por un Estado de Derecho y escribieron al rey Juan Carlos demandando «descongelación salarial, amnistía y restablecimiento de las libertades democráticas».

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