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Es Ponferrada, capital de El Bierzo, ciudad templaria por excelencia, como acredita la recreación, a principios de julio, de esa noche de los templarios en la que las capas blancas depositan el Arca de la Alianza y el Santo Grial en su imponente castillo. Se trata de un atractivo ritual en el que no faltan las antorchas y fuegos artificiales.
Por eso cuando se habla del Camino de Santiago como ruta legendaria, no tarda en relucir el hito histórico de los templarios de Ponferrada. No solo su fortaleza se antoja el escondite predilecto para los dos grandes tesoros de la enigmática Orden, el Santo Grial y el Arca de la Alianza, sino que a un caballero templario, guiado por unas luces misteriosas mientras talaba árboles, se habría debido el hallazgo, en el interior de una encina, de la talla de la patrona de El Bierzo, la famosa 'Morenica'; la misma, asegura la leyenda, que Santo Toribio trajo de Tierra Santa y que daría pie a la construcción de la Basílica de Nuestra Señora de la Encina.
El relato comienza con llegada de un compañero templario que había participado en la dolorosa derrota de las tropas de Alfonso VIII en la Batalla de Alarcos. Cuando lo ayudaron a descabalgar, aún con huellas de la sangre derramada, estaba realmente azorado. Aunque confesó haber perdido el estandarte de la Vera Cruz y las múltiples heridas lo debilitaban, su cara denotaba una profunda alegría. La razón no era otra que una visión contemplada la jornada anterior, cuando, en la copa de una encima, le pareció ver a una mujer con un niño en brazos que, lejos de reprocharle la pérdida del estandarte, alabó su valentía en la batalla y le animó a que regresara con sus compañeros.
Supo de inmediato que era la mismísima Virgen la que le alentaba, avanzando con su expresión presagios de esperanza. Estos no tardarían en llegar: ocurrió un 8 de septiembre, día de la Natividad de la Señora, fecha elegida por los Templarios de Ponferrada para construir una fortaleza con la que defenderse de los sarracenos. Utilizaron para ello bloques de piedra de canteras cercanas y madera del mismo encinar en el que se desarrolló la milagrosa visión. Fue precisamente su protagonista el primero en dar el hachazo, y no lo hizo al azar: nada más llegar, una luz misteriosa le guió hacia la encina precisa. Su rostro se iluminó cuando, al primer golpe, asomó en su interior la imagen tallada de Nuestra Señora. Llevaba el Niño en un brazo y el estandarte perdido de la Vera Cruz en el otro.
Cuentan que la había traído de Jerusalén, en el año 442, el mismísimo Santo Toribio de Liébana, el primer gran importador de reliquias de Tierra Santa, y que había sido tallada por San Lucas. Luego las gentes del lugar, lideradas por San Genadio, la habrían ocultado en el interior de una encina para evitar que fuera profanada por los musulmanes. La devoción popular hizo que la Orden del Temple construyese con sus propios recursos una ermita dedicada precisamente a esta Virgen de la Encina, patrona de El Bierzo. En su altar colocaron la imagen hallada, que durante más de 200 años fue adorada por los caballeros templarios y por los habitantes de Ponferrada, pero también por peregrinos y visitantes.
La Basílica actual data del siglo XVII, aunque comenzó a construirse en el año 1573. Por su parte, la imagen venerada cada 8 de septiembre, llamada popularmente «La Morenica» y protagonista de las Fiestas de La Encina, es de finales del XVI y en 1908 fue coronada canónicamente como patrona de toda la región.
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Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
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