Fachada de la Facultad de Medicina de Valladolid a principios de siglo, donde fue varias veces decano Antonio Alonso Cortés. ARCHIVO MUNICIPAL

El médico de José Zorrilla que auxilió a Alfonso XII

Antonio Alonso Cortés, fallecido hace 100 años, fue rector de la Universidad de Valladolid y maestro de prestigiosos facultativos

Martes, 26 de julio 2022, 00:05

Puede que fuera casualidad, pero sucede que Narciso Alonso-Cortés, primer gran biógrafo de José Zorrilla, tenía apenas nueve años cuando su padre, el prestigioso catedrático Antonio Alonso Cortés, ejercía como médico de cabecera del poeta vallisoletano. Ahí están, para demostrarlo, las cartas y recetas ... que conserva el Archivo Municipal de Valladolid. Pero Zorrilla no fue el único personaje relevante que recibió los cuidados de don Antonio, de cuya muerte se cumplen ahora 100 años.

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Nacido el 26 de octubre de 1838 en el pueblo burgalés de Revilla Vallejera, su infancia fue todo menos fácil, pues nada más nacer murió su madre y, siete años más tarde, su padre. No le quedó otro remedio que estudiar con ahínco para cumplir su vocación, licenciarse en Medicina. Consiguió por méritos propios una beca del Seminario Conciliar de Burgos. De ahí pasó a Madrid, donde obtuvo el grado de Bachiller y comenzó la carrera en el Colegio de San Carlos. La finalizó en 1865, con calificaciones brillantes. Poco después, tras superar unas difíciles oposiciones, era nombrado catedrático supernumerario de la Facultad de Medicina de la Universidad de Valladolid.

Su carrera fue meteórica. Además de ser elegido académico de número de la Real Academia de Medicina y Cirugía de Valladolid, en 1867 obtuvo la Catedra de Patología General de la Universidad de Granada y poco después regresó a la capital vallisoletana como catedrático de Patología Médica. El cronista de la ciudad, Juan Ortega Rubio, le incluyó sin dudarlo en su galería de vallisoletanos ilustres por ser, decía, «uno de los primeros médicos de España», pero también por atesorar una excelencia docente de la que eran testigos cientos de alumnos que venían ejerciendo la profesión en varios pueblos de la provincia.

También le tentó la política. Además de presidir hasta febrero de 1869 el Comité Monárquico Democrático de Valladolid, fue concejal entre 1885 y 1889 y en 1887 lo eligieron presidente del Círculo Conservador. Ya es sintomático el juicio que esta breve aventura le mereció al citado Ortega Rubio: «Ha tomado parte activa en los asuntos públicos, y siempre lo ha hecho mal. ¿Es conservador o constitucional? ¿Es absolutista o republicano? Ni él mismo sabe lo que es, ni su carácter se presta a aventuras políticas y a manejos electorales». Y es que en la práctica del oficio y en la academia obtuvo sus logros más renombrados. Además de fundar, en 1894, el Colegio de Médicos de Valladolid, del que fue su primer decano, ejerció en varias ocasiones el decanato de la Facultad de Medicina y llegó a ser nombrado rector de la Universidad en 1900 y en 1902.

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Su primer mandato fue breve y un tanto polémico, pues se corrió el rumor de que Antonio Alonso Cortés había accedido al rectorado gracias a su amistad con el poderoso político vallisoletano Germán Gamazo, ex ministro de Fomento en esos momentos; sea como fuere, lo cierto es que a mediados de abril de 1901, sabedor de que iba a ser cesado, presentó su dimisión al Ministerio de Instrucción Pública. Volvió a ser nombrado en diciembre de 1902, en sustitución de Vicente Sagarra, pero cuatro años después presentaba nuevamente la dimisión ante la necesidad, según El Norte de Castilla, «de cumplir una disposición del Ministerio contraria a lo que sus convicciones le dictan».

Condecorado con la Gran Cruz de Isabel la Católica, cuenta Leopoldo Cortejoso que el mismo Alfonso XII, sintiéndose muy enfermo durante un viaje en tren, mandó a su médico de Cámara, el doctor Camisón, que parara en la estación de Villodrigo, donde tenía una finca nuestro biografiado, para que éste le recibiera en consulta improvisada. Tanta era la fama, en efecto, de don Antonio, que en 1898 fue propuesto por el Consejo de Instrucción Pública para sustituir a José de Letamendi en la Cátedra de Patología General de la Universidad de Madrid, nombramiento que, sin embargo, terminó rechazando para no alejarse de Valladolid.

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En 1889 dio a la imprenta unas célebres 'Lecciones de Patología General y su Clínica', libro al que seguirían otros como '¿Llegará un día en el que se entiendan los Patólogos: ¿Qué debe entenderse por Anatomía Patológica?' y 'Dos conferencias sobre la gripe', además de varios artículos publicados en la revista 'La Clínica Castellana'. Jubilado en octubre de 1918, falleció en Valladolid el 30 de julio de 1922. Su mujer, Amalia Andrés y Teruel, con la que tuvo dos hijos, Felicidad y Narciso, solo le sobrevivió dos días. En su pueblo natal, una calle lleva su nombre.

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