![Un médico en la conspiración contra la monarquía](https://s2.ppllstatics.com/elnortedecastilla/www/multimedia/202011/06/media/cortadas/PLAZAMAYOR-RM54ZSdPC0ZJu5Sw1gl7bmO-1968x1216@El%20Norte.jpg)
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Los inspectores Fajardo y Pastor no hacían otra cosa que seguir las instrucciones del gobernador civil, José Díaz de la Pedraja, cuando, a la una de la madrugada del 7 de noviembre de 1900, llamaban a la puerta del número 5 de la calle del Obispo (hoy calle de Fray Luis de León). Como el sereno de la vereda no tenía llaves del portal, tuvieron que fingir que llevaban a una persona enferma para sorprender al morador, el conocido médico Ildefonso Muñiz Blanco, sobrino carnal de quien fuera arzobispo de Valladolid, Fernando Blanco y Lorenzo. Tres horas después se lo llevaban detenido por, según este periódico, poseer documentos prometedores sobre el grave alzamiento carlista de finales de octubre.
La rebelión, ocurrida hace ahora 120 años y con epicentro en Badalona, despertó las alarmas en el gobierno conservador presidido por Marcelo Azcárraga, que enseguida se aprestó a yugularla por la fuerza. Como ha escrito Jordi Canal, más allá de la cuestión dinástica suscitada en el primer tercio del siglo XIX entre los partidarios de Isabel II y los de su tío, Carlos María de Isidro, el carlismo hunde sus raíces en el rechazo ideológico del liberalismo, por lo que constituye, según este historiador, «la mejor expresión en España de los movimientos contrarrevolucionarios» decimonónicos: «La causa carlista expresaba el mantenimiento de la tradición y el combate con el liberalismo y todo aquello que éste significaba y comportaba, tanto en la realidad como a nivel abstracto».
Aunque tras la derrota sufrida en la segunda guerra carlista, en 1876, se abrió una nueva etapa para el movimiento en la que la política sustituiría la lucha armada, a finales de octubre de 1900 una facción de seguidores de Carlos VII decidió aprovechar la crisis generada en la regencia de María Cristina, madre de Alfonso XIII, por los sucesos ocurridos en Cuba, Puerto Rico y Filipinas para, bajo la excusa de salvar España, lanzarse a la insurrección. El levantamiento se planificó en tierras catalanas, bastión histórico del carlismo, pero no contaba con apoyo oficial del Partido, y menos aún con el del propio pretendiente, Carlos VII.
Aun así, Salvador Soliva, un modesto empleado del Banco de Barcelona que era además jefe del distrito provincial carlista, lo planificó todo para el 28 de octubre. Ese día, una partida de aproximadamente 60 hombres, con blusa azul y boina roja, capitaneados por José Torrents, ex combatiente en la guerra de Cuba, se lanzaron a tomar el cuartel de la Guardia Civil de Badalona, tiroteándolo durante 45 minutos. También hubo rebeliones en otros municipios catalanes, en la región valenciana y en Jaén, así como algaradas en Madrid y planes insurreccionales en Segovia, Burgos y Valladolid, donde determinados carlistas aventuraban hacerse con armas y uniformes de la Guardia Civil. Sin embargo, pese a lo llamativo del movimiento, éste resultó un fracaso. La represión gubernamental y la denuncia del propio Carlos VII, que rápidamente se desligó de la insurrección, sumieron al carlismo en una profunda crisis.
¿Y en Valladolid? ¿Sucedió aquello que planeaban los conspiradores en un primer momento? El Norte de Castilla lo desveló en su edición del 4 de noviembre de 1900: el gobernador civil, alertado por sus superiores, dirigió a todos los alcaldes una circular ordenándoles que le dieran cuenta, directa y puntualmente, del estado de sus pueblos. Todos los informes fueron tranquilizadores. Además, a las 12 de la mañana de ese mismo día, el inspector Fajardo se dirigió al quiosco que regentaba Isidro Palomo en la Plaza Mayor y requisó «cientos de sellos de varios colores, unos con la efigie de don Carlos y el lema 'Dios, Patria y Rey'», otros con el retrato de la mujer del pretendiente y algunos más con el emblema del Sagrado Corazón de Jesús. Palomo declaró haberlos recibido de la Biblioteca Popular Carlista, de Barcelona, y que su única intención era darles salida comercial, nunca hacer propaganda política.
Mucho más relevante fue lo sucedido el día 7, cuando los inspectores Fajardo y Pastor se presentaron por sorpresa en el domicilio del médico Ildefonso Muñiz Blanco fingiendo que llevaban a un enfermo. Durante el registro, que duró hasta las cuatro de la madrugada, hallaron unos papeles comprometedores, por lo que el facultativo, bien conocido por su filiación carlista, fue detenido en su domicilio por orden del gobernador y, horas después, desterrado a Segovia. Tras unos días hospedado en la fonda El Siglo a causa de una dolencia cardíaca, regresó a Valladolid el 13 de noviembre en compañía de su hermano, que era el beneficiado de la Catedral. También levantó sospechas el comerciante Valentín Caderot, dueño del bazar de La Unión, cuya casa fue igualmente registrada: aunque lo condujeron al Gobierno Civil, enseguida fue puesto en libertad.
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Equipo de Pantallas, Oskar Belategui, Borja Crespo, Rosa Palo, Iker Cortés | Madrid, Boquerini, Carlos G. Fernández, Mikel Labastida y Leticia Aróstegui
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