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Mariano de Cossío, el pintor vallisoletano con más renombre en Canarias
Historias de aquí ·
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«Tanto se implicó en la vida cultural de las islas, que ha pasado a formar parte de la historia de su arte»La torre de la iglesia vallisoletana de San Martín luce en el techo del paraninfo de la Universidad de La Laguna, en Santa Cruz de Tenerife. El citado elemento arquitectónico forma parte de un gran mural que en 1958 pintó Mariano de Cossío Martínez-Fortún, un artista nacido en Valladolid.
Cossío residió veinticuatro años en Canarias y ese mural es el tercero de los que el pintor ha dejado en las islas. Tanta fue la obra que allí produjo -en los más variados formatos- y tanto se implicó en la vida cultural de las islas, que ha pasado a formar parte de la historia del arte de Canarias: se le considera un pintor canario por adopción.
Cossío es un pintor que por su trayectoria artística e intelectual ha pasado a formar parte de la llamada Edad de Plata de la Cultura Española, tal como señala su nieta, doctora en Historia de Arte, Ana María Arias de Cossío.
Sin entrar en detalle de su obra canaria, dejaremos anotados al menos otros dos importantes murales: uno decora una extensa pared de la iglesia de Santo Domingo de Guzmán, de La Laguna (1947); y el otro, la escalera principal de la Casa Consistorial de la ciudad de Santa Cruz de La Palma (1949). El primero representa escenas de la Virgen del Rosario, los milagros de la Virgen de la Candelaria y el triunfo de la batalla de Lepanto; el de la Casa Consistorial es todo un compendio iconográfico del mundo «palmero».
La torre de San Martín muy tempranamente llamó la atención de nuestro pintor, un hecho sin duda ligado a que se puede ver desde la casa donde nació que no es otra que la actual Casa Revilla. Casi seguro que fue el último paisaje que vio antes de fallecer en la misma casa, en la que casualmente estaba pasando unos días de Navidad con sus hermanos.
La primera vez que pintó la torre de San Martín lo hizo en una de sus visitas a Valladolid, cuando era estudiante en Madrid. Dibujó el retrato a plumilla de su abuela Dolores de la Cuesta en el salón de la casa Revilla y la ventana abierta muestra la calle de la Lira con la torre de San Martín al fondo. Unos años más tarde volvió a pintar con plumilla, pero en color, la misma calle Lira y San Martín. Este dibujo fue la portada del libro de su hermano Francisco de Cossío, reconocido escritor y periodista, titulado 'Elvira Coloma o al morir un siglo'.
Mariano de Cossío nació el 2 de agosto de 1890 en el número 5 de la calle Torrecilla, antiguo palacio del conde de la Cancelada, que ahora se conoce como Casa Revilla. Y quiso el destino que en esa misma casa falleciera el 5 de enero de 1960. Mariano fue el segundo de los cinco hijos que tuvieron sus padres Mariano de Cossío y Carmen Martínez-Fortún, que murieron en 1893, por lo que su abuela Dolores se hizo cargo de sus nietos y pasaba los inviernos en su casa de la calle Torrecilla y los veranos en Tudanca (Cantabria).
En sus años de estudiante en Madrid, Mariano se relacionó con lo más destacado de la intelectualidad de la capital y con el clima abierto y plural de la Institución Libre de Enseñanza, lo que de alguna forma le condujo hacia una clara inclinación regeneracionista y republicana.
Pronto comenzó a pintar y, aunque vivió una época de incertidumbre sobre su futuro artístico, a partir de 1926 expuso en galerías de diversas ciudades y en Madrid obtuvo el reconocimiento de público y crítica.
Mas, el clima que se estaba viviendo en España le llevó en 1935 a opositar a la cátedra de Dibujo para Instituto. Superada la oposición en febrero, eligió plaza en La Laguna, en Tenerife, y el verano de aquel año se trasladó a la isla con su familia. ¿Por qué tan lejos? Otra nieta, María del Carmen González Cossío (doctora y profesora en la Facultad de Bellas Artes de la Universidad de La Laguna), relata que, preguntado por tal decisión, dijo que porque España ya no tenía las colonias de Cuba y Filipinas. Es decir, quería irse lo más lejos posible de la Península.
Se implicó en la vida social e intelectual de la isla, donde también dio clases en la Escuela Normal de Magisterio y en la Escuela de Bellas Artes. Desplegó una brillante trayectoria artística vinculada a Canarias: en sus obras destacan los paisajes y numerosos retratos, además de los murales mencionados.
En 1958 inicia la realización del mural para el Paraninfo de la Universidad de La Laguna. Por razones de edad y salud no pintó directamente en el techo, sino en lienzos realizados al óleo. Ese proceso demostró una gran maestría, pues pintados en el suelo, tuvo que tener en cuenta la perspectiva con que una vez colocados en el techo se verían desde abajo. No llegó a verlos instalados, pues al poco de terminarlos vino a pasar a Valladolid la Navidad con sus hermanos y, como se ha dicho, falleció el 5 de enero de 1960 en la casa de la calle Torrecilla, donde había nacido.
El mural puede ser interpretado como el resumen de su vida, como un repaso autobiográfico de su pensamiento y de sus amigos y familiares.
Tiene dos grandes bloques. Por un lado, el mundo universitario, de las artes y las letras, que se une mediante un arcoiris con el mundo de la ciencia y la técnica: Mariano consideraba que ambos mundos no son nada sin relación entre sí. Por otros, los edificios que representan la sabiduría, el saber, la fe, como son el foro Romano, la Universidad y la catedral de Salamanca y la torre de San Martín. A un lado el Moisés de Miguel Ángel, receptor de las tablas de la ley, y a otro el Pensador de Rodín, un homenaje a ambos artistas pero también una alegoría de la ley y la intelectualidad.
Mariano se autorretrata con camisa blanca y mono de trabajo, sentado junto a García Lorca con un jersey rojo pintado deliberadamente con tan llamativo color para llamar la atención, además de una alegoría de la impresión que le produjo su ejecución. En torno a él, se puede señalar a miembros de la generación del 98 y del 27 con los que Mariano tuvo relación e incluso amistad. Entre otros, pinta a Unamuno, Pío Baroja, Valle Inclán, Juan Ramón Jiménez, a su tío Manuel Bartolomé de Cossío y a sus hermanos José María y Francisco de Cossío. Todas ellas personas que abogaron por la regeneración de España.
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Iker Elduayen y Amaia Oficialdegui
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