Así era el Paseo del Espolón de Valladolid, el antecesor de Las Moreras
Historias de aquí ·
Antes de la reurbanización del Campo Grande, los vallisoletanos disfrutaban de su ocio principalmente en la ribera del Pisuerga, en el punto más cálido de la ciudad y el más verde
En su novela 'La Galatea', Cervantes alabó las bellas riberas del Pisuerga y en 'El coloquio de los perros' invitaba a visitar el paseo ribereño conocido como Espolón.
Se refería al que más tarde fue denominado Espolón Viejo. Corría el siglo XVII y era el espacio preferido por los vallisoletanos para pasear o incluso merendar junto al Pisuerga en las soleadas tardes invernales pues en verano la población frecuentaba el Prado de la Magdalena, más fresco y sombreado.
A principios del siglo XVII, Pinheiro da Veiga, el cronista portugués en la corte española asentada en Valladolid, decía del Espolón que «era el paseo más hermoso» de la ciudad. Por él caminaban las damas y, algunos días, pasaban de 300 los coches que por allí daban vueltas.
Discurría el Espolón por la desembocadura del brazo sur o exterior del Esgueva a la altura del actual Puente de Isabel la Católica, popularmente conocido como Puente del Cubo.
De este espolón hay noticias al menos desde el siglo XV y consta que el Concejo lo cuidaba. En abril de 1499 los munícipes mostraban su interés en que la ronda que iba de la Puerta del Campo –al final de la calle Santiago, a la altura de la actual Plaza de Zorrilla- hasta el Espolón estuviera practicable para que, a pie o a caballo, se pudiera llegar hasta el río pues, como dijeron algunos testigos, desde hacía más de cincuenta años la ronda estuvo abierta y por ella anduvieron muchas veces.
Con el transcurso del tiempo, aquel lugar de paseo fue adornándose y dotándose de algunas comodidades como la instalación de bancos, una barandilla metálica, adornos con bolas y seguramente también con leones de piedra.
En el siglo XVIII, el viejo Espolón tuvo su prolongación hasta prácticamente el Puente Mayor, siguiendo la orilla del Pisuerga. Para ello se construyó el Espolón Nuevo, al que en 1787 se añadió una generosa plantación de 475 árboles por iniciativa de la Real Sociedad Económica de Amigos del País, una asociación filantrópica alentada por Carlos III para promover el progreso de las poblaciones. Corrían tiempos en los que la ventilación que producía el arbolado se consideraba beneficiosa para la salud. El concejo cuidaba y regaba la plantación con tal esmero que en marzo de 1788 el Conde de Floridablanca, secretario de Estado, en nombre de Carlos III escribió al Ayuntamiento agradeciendo en su nombre el trabajo que se realizaba en el plantío del Espolón, así como en el del Campo Grande.
Más tarde, el Espolón comenzó a llamarse Paseo de las Moreras, precisamente por la abundante plantación de estos árboles que alentaba la Casa Real, pues la hoja de la morera era la principal fuente de alimentación de los gusanos de seda, imprescindibles para la producción de este preciado tejido.
Sin duda, las orillas del Pisuerga eran un lugar querido y frecuentado. Se trataba de un amplísimo espacio despejado y con vistas a una frondosa vegetación, así como al Palacio Real de la Ribera (Huerta del Rey) –que se fue desmoronando poco a poco-. Además, permitía disfrutar del punto más cálido de la ciudad habida cuenta de que el sol se ponía por este lugar. Las riberas del Pisuerga eran lugar de esparcimiento. Además, se celebraban fiestas de toros en el agua, había paseos en barca y ya no digamos el disfrute de la gente cuando en los años de la Corte por él navegaba en ocasiones la galera real con su vistosa dotación marinera.
Hacia 1860 se acomodó la explanada que se conoció como Paseo alto de las Moreras, una zona muy concurrida en verano cuando se establecían en él las casetas de baños. Además, los días festivos actuaban las bandas de música de los cuerpos militares.
Una vez que el Campo Grande, a finales del XIX, culminó su importante urbanización alentada por el alcalde Miguel Íscar, se ganó el favor de los vallisoletanos como lugar de paseo, sustituyendo a las orillas del Pisuerga.
Ya entrado el siglo XX, tanto el Espolón Viejo como el Nuevo desaparecieron de las referencias urbanas de Valladolid.
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