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Célebre instantánea del Puente Mayor tomada por Laurent entre 1860 y 1886. EL NORTE

Leyendas del Puente Mayor de Valladolid

Narraciones fantasiosas explican su construcción por la voluntad de la condesa Eylo, la pericia del moro Mohamed o la mano del mismo Satán

Martes, 2 de agosto 2022, 00:08

Es el puente más antiguo y emblemático de Valladolid y, por eso mismo, objeto de narraciones fantasiosas sobre su origen. La más conocida, transmitida de generación en generación, es la que lo presenta como obra personal de la condesa Eylo, mujer del conde Pedro Ansúrez, ... que habría aprovechado una ausencia de éste en tierras toledanas para construirlo. Eso sí, nada más regresar, el conde se habría percatado de la angostura del puente y habría mandado ampliarlo.

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La literatura romántica de finales del siglo XIX, tan fascinada por los tiempos medievales, encontró en el puente pucelano una excusa privilegiada para dar rienda suelta a su imaginación y, de paso, hacerle protagonista de narraciones tan increíbles como moralizantes. Narciso Alonso-Cortés reseñó en su día una leyenda en verso publicada en 1892 por el dramaturgo, poeta y periodista Antonio Martínez Viérgol (Madrid, 1872-Buenos Aires, 1935), titulada precisamente 'El Puente Mayor'. En la imaginación de Viérgol, el origen del mismo habría que encontrarlo en los amores de un joven, perteneciente al linaje de los Tovar, por una hermosa adolescente de nombre Flor, hija de un viejo soldado, que vivía en la otra orilla del río Pisuerga.

Todo habría ocurrido una terrible noche en la que, además de estallar una espantosa tormenta, el joven de los Tovar se topó con un miembro de los Reoyo, linaje enemigo, y terminó dándole muerte. Acto seguido, intentó cruzar el río en barca para ver a Flor, pero la crecida de las aguas se lo impidió. Las blasfemias del amante resonaron en la noche pucelana: «Satán, ven en mi ayuda. Un renegado/ reclama tu poder a tan buen precio/ que mi conciencia, cuanto soy y ansío/, lo depongo desde hoy a tu albedrío». En ese momento, el Demonio mismo surgió del fondo del río, construyó súbitamente el puente y ayudó a cruzar al joven Tovar, quien, horrorizado, se encontró a su amada muerta por un rayo. Aquel aprendió la lección, se retiró a la soledad del anacoreta en Sierra Morena y murió rogando a Dios que lo condujera hasta el regazo de Flor.

Veinte años antes de la publicación del libro de Viérgol, la escritora Eduarda Feijoo de Mendoza conseguía que el Ayuntamiento de Valladolid le costease la edición de una obra sobre la magnífica construcción medieval, titulada 'El Puente Mayor de Valladolid, leyenda tradicional'. En esta ocasión, Eduarda iniciaba la fantasiosa narración imaginándose a doña Eylo, en su palacio, acompañada de sus cinco hijos, del esclavo moro Mohamed, que además de médico, astrólogo y astuto estratega militar era un magnífico constructor, y de una joven mora llamada Zaida Fátima, de la que aquel estaba profundamente enamorado. Como los Ansúrez no le ayudaron a conquistarla, Mohamed planeó vengarse con saña: además de intentar envenenar al hijo pequeño de doña Eylo, encerró a Zaida en un subterráneo y, siguiendo instrucciones de la condesa, construyó el Puente Mayor pero más estrecho de lo normal, con objeto de dificultar la defensa pucelana en caso de invasión.

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Estaba Valladolid al mando del gobernador Fadrique de Lara, prosigue la escritora, cuando llegó a la ciudad Omar Alí, hijo del rey Almenón de Toledo para, conchabado con Mohamed, asesinar al pequeño de los Ansúrez. Pero no pudo hacerlo porque, nada más entrar en palacio, se quedó prendado de doña Eylo, a quien además reveló cómo atajar el efecto de la pócima venenosa ingeniada por Mohamed. Éste, herido de celos hacia el gobernador, que también se había enamorado de Zaida, acabó con su vida poco después de que entrase en escena un peregrino misterioso.

La trama se complica con la llegada del conde Ansúrez, quien, furioso al conocer las intenciones amorosas de Omar, lo mata en desafío. El peregrino, entretanto, había descubierto el subterráneo donde Mohamed tenía retenida a Zaida, que en realidad era la sultana Zoraida, hija del emir de Ronda, mujer de Almenón de Toledo y, en consecuencia, madrastra de Omar. El peregrino misterioso resultó ser Hugo de Moncada, conde y señor de Llobregat, primo hermano del rey de Aragón y del conde de Barcelona, Ramón de Berenguer. Además de terminar la ampliación del puente, Hugo de Moncada mandó ahorcar a Mohamed y terminó casándose con Zoraida.

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«No es lo malo que doña Eduarda inventara esta historia absurda, sino que algún escritor de los que han tratado cosas históricas de Valladolid la tomara por verdadera y dijera que el Puente Mayor fue construido por 'el moro Mohamed' y ensanchado por 'el insigne constructor don Hugo de Moncada'», se quejaba, a mediados del siglo pasado, Narciso Alonso-Cortés en su libro 'Miscelánea vallisoletana'.

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