«Zurro, Zurro Zurro, tus relojes me hacen soñar. Zurro, Zurro, Zurro, son modernos y de calidad». Esta cancioncilla, perteneciente a una cuña publicitaria de este histórico comercio vallisoletano en la radio de los años cincuenta del pasado siglo, sigue sonando en la memoria de muchos vallisoletanos. «Hace un par de días entró un cliente en la tienda y antes de dar los buenos días nos cantó la canción. Nos pasa todavía alguna que otra vez», cuenta divertido Germán Zurro Blanco, nieto del fundador; hoy al frente del negocio familiar que su abuelo Julián Zurro Camazón (Valladolid, 1920) abrió el 22 de febrero de 1936 en el número 4 de la calle Teresa Gil, apenas cinco meses antes de estallar la Guerra Civil. «Mi abuelo tenía un tío que tenía una relojería en Palencia; y allí le mando su padre, que era comerciante, a aprender el oficio con sus primos, antes de abrir aquí» un establecimiento dedicado a la venta y reparación de relojes.
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germán zurro blanco
«El primer local apenas tenía veinte metros. Era muy pequeño. Yo me veo correteando por allí con cinco o seis años», cuenta el nieto de Julián. Este primer local, situado junto a Casa S. Merino, un negocio de electricidad que ofrecía «trabajos de instalaciones de luz y empotradas, motores, timbres, pararrayos, así como las más altas novedades en aparatos de luz eléctrica», convivió desde los años setenta hasta los noventa con el actual, situado en el número 6 de la misma calle.
Julián Zurro se casó con Claudia de Miguel Vaquerizo, a la que todo el mundo conocía como Claudina. «Mi abuelo Julián era 'el jefe', pero la verdadera jefa y alma de la tienda era mi abuela». Desde el principio Claudina se ocupó de atender a los clientes y Julián trabajaba en el taller. El matrimonio tuvo dos hijos: Germán y Rosa, quedando el negocio tras el fallecimiento de sus progenitores en manos de Germán. «Mi abuelo mandó a mi padre a estudiar Gemología a la ciudad suiza de Chaux-de-Fonds. Allí estuvo tres años. Cuando volvió se puso a trabajar en el negocio familiar, del que se hizo cargo plenamente en los años noventa; aunque mis abuelos nunca se desligaron. Ya jubilados, los dos venían a diario a la tienda», cuenta Germán.
Joyas 'vintage'
«En los años cincuenta, además de mis abuelos, había nueve personas en el taller y cuatro en la tienda. Y el señor Calleja, que era el contable, y venía a ratos», recuerda el nieto del fundador, al frente del negocio desde la muerte de su padre en 2016, aunque vinculado a él desde 2004. «En los años cincuenta era muy difícil traer relojes, no había casi producto. Mis abuelos crearon entonces sus propias marcas: Zurro y Jucla (acrónimo de Julián y Claudia). Estos relojes eran los que más se vendían porque eran los más económicos. Los clientes nos siguen trayendo relojes de estas firmas para reparar», añade Germán, formado en Gemología en Madrid y Amberes. «Todo lo que sé del mundo de los relojes me lo enseñó mi padre, igual que a él se lo enseñó el suyo».
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Julián y Claudina también realizaron sus propias creaciones de joyas, algunas de las cuales se siguen haciendo hoy en el taller de este histórico comercio vallisoletano. «La artista era mi abuela. Ahora que se lleva tanto lo 'vintage' hemos recuperado alguno de aquellos diseños», muestra orgulloso su nieto. «AutocronómetroZurrogarantícese» (todo junto), rezaba otro anuncio de la época. «¡La cantidad de gente que nos dice esto cuando entra a la tienda!».
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