
Isabel y Fernando reinan de nuevo en Valladolid
Historia de Valladolid a través de El Norte de Castilla ·
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Historia de Valladolid a través de El Norte de Castilla ·
El quinto centenario del matrimonio de los Reyes Católicos contó con la visita del general Franco, a quien se comparó con ellosLa apoteosis propagandística que se avecinaba era previsible. Aquel 18 de octubre de 1969 Valladolid volvió a convertirse, a golpe de efeméride, en símbolo de una época y estandarte de un Régimen. El motivo, la conmemoración del quinto aniversario del matrimonio de los Reyes Católicos en el Palacio de los Vivero; el mensaje, que la supuesta unidad forjada por aquel matrimonio modélico la había reeditado, pero en circunstancias aún más trágicas, el Caudillo de España.
Y es que precisamente ellos, Isabel de Castilla y Fernando de Aragón, encarnaban el modelo ejemplar de actuación política de aquel Régimen político que exhibía orgulloso el yugo y las flechas y presumía de reeditar aquella unidad católica, aquella España imperial tejida con el poder de la religión, el orden y la disciplina.
Ya en la mañana del día 17 tuvo lugar una misa de campaña ante el monumento a Cristóbal Colón, oficiada por Victoriano Román Acebes, beneficiado de la Catedral, en la que los pronunciamientos religiosos fueron de la mano de ese afán colonizador, conquistador y evangelizador que animó el descubrimiento de América. Al acto asistieron diplomáticos americanos, portugueses y filipinos, y tampoco faltaron los presidentes de las Diputaciones de aquellas provincias que formaban los antiguos reinos de Castilla y Aragón.
Tras la pertinente ofrenda de flores se dirigieron hacia el palacio de los Vivero y descubrieron la placa conmemorativa del V Centenario. A continuación, el alcalde de la ciudad, Martín Santos Romero, recibió el nombramiento oficial de miembro de honor del Instituto de Cultura Hispánica de manos de Gregorio Marañón Moya, director general del mismo; el acto tuvo lugar en la Casa-Museo de Colón ante la atenta mirada de Luis Miguel Enciso, director de la misma.
Mas el plato fuerte estaba preparado para el día siguiente, con la visita del Caudillo, su mujer y los príncipes de España, don Juan Carlos y doña Sofía. La llegada a la Plaza de San Pablo fue apoteósica: todas las calles estaban a rebosar y hasta el lugar se habían acercado vecinos de Olmedo, Mojados, Boecillo y Laguna de Duero. Banderas, gallardetes y pancartas con palabras de afecto y adhesión a Franco adornaban toda la zona. Primero llegaron los príncipes y, pasadas las doce de la mañana, el Jefe del Estado y su mujer. Les acompañaban, entre otros, el vicepresidente del Gobierno, almirante Luis Carrero Blanco, y el ministro de Educación y Ciencia, José Luis Villar Palasí. Una vez en el interior del Museo de Escultura comenzaron los actos conmemorativos.
El discurso de Villar Palasí ahondó en los tópicos del reinado de los Reyes Católicos, especialmente en la forja de la unidad de España y en el combate contra «los grandes señores de su tiempo, movidos por la ambición y la codicia (?), la insolidaridad y la mezquina visión de los problemas». El paralelismo de su labor con lo conseguido por Franco, que asistía a los actos con traje de capitán general, estaba servido.
Villar Palasí se refirió, en efecto, a los «tiempos de quebranto y erosión del edificio de la patria, rescatada ahora nuevamente para la historia y para la vida pacífica y laboriosa», al tiempo que se refería al Caudillo como el hombre que «ha repetido, en condiciones mucho más difíciles y trágicas, aquella hazaña de la unidad nacional».
Con no menos entusiasmo pronunció su discurso académico el entonces rector de la Universidad de Valladolid, Luis Suárez Fernández, que precisamente en 1972 sería designado director general de Universidades por el propio Villar Palasí. Además de glosar el reinado y la personalidad de ambos contrayentes, el catedrático recordó que «todo este árbol frondoso, grandeza y gloria de España, había tenido su origen su simiente menuda, aquí en Valladolid, aquella tarde del 18 de octubre, cuando dos jóvenes príncipes escuchaban, temblando, las palabras del sacerdote que unían sus vidas hasta la muerte».
Suárez Fernández tampoco desperdició la oportunidad de comparar el reinado de Isabel y Fernando con el Régimen instaurado por el general Franco, al asegurar que, 500 años después de aquel matrimonio, «el ciclo de la Historia vuelve a unirse en la España restaurada que seis lustros de paz providencial han permitido renacer bajo vuestra firme y serena mano, Excelencia».
A continuación, el aludido inauguró la exposición sobre la época de los Reyes Católicos, instalada en 17 salas del Museo Nacional de Escultura y compuesta por 340 documentos y más de 200 obras de valor artístico e histórico. Hizo de guía el director general de Archivos y Bibliotecas. Antes del apoteósico discurso del Caudillo desde el balcón del Ayuntamiento se procedió a inaugurar el conjunto monumental dedicado a los Reyes Católicos en La Rosaleda «Francisco Sabadell», obra de Antonio Vaquero, que en la actualidad puede contemplarse en los jardines del Palacio de Santa Cruz.
Vaquero quiso representar la firme unidad de la patria conseguida por Isabel y Fernando a través de un monolito, delante del cual se situaban las figuras; la reina aparece sentada y Fernando, en pie con la mano derecha levantada, como indicando que con ellos comienza una etapa en la Historia. El arquitecto César Balmori, por su parte, diseñó la fuente que acompañaba al monumento, formada por tres bandejas en piedra de Campaspero de las que fluía el agua para expresar «el eterno fluir de la historia». En el pedestal de granito sobre el que se levantaban las figuras aparece grabado el lema «Tanto Monta». Este monumento había resultado ganador del concurso convocado por el Ayuntamiento en noviembre de 1968.
Luego, ante una Plaza Mayor atestada de gente, Franco se refirió al matrimonio de los Reyes Católicos como un «esfuerzo de la unidad de España» que «nos trajo los días de gloria de la nación: el descubrimiento de América, la transformación en una unidad y en una disciplina». Un esfuerzo unificador que, en palabras del Jefe del Estado, el Movimiento Nacional había reeditado al conseguir «la unidad de las tierras y de los hombres de España, la unidad en el resurgimiento».
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María Díaz y Álex Sánchez
Almudena Santos y Leticia Aróstegui
Arturo Posada | Valladolid
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