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Soportales de la calle Vicente Moliner en 1962. ARCHIVO MUNICIPAL

Un empresario de éxito en la alcaldía

El 14 de septiembre de 1962 se inauguró la calle de Vicente Moliner, antes llamada de Guarnicioneros, en reconocimiento a su trayectoria empresarial y a su labor edilicia

Martes, 4 de octubre 2022, 00:03

Le ofrecieron ser alcalde nueve veces hasta que, por fin, aceptó. Lo recordaba el periodista de El Norte de Castilla hace ahora 60 años, precisamente la víspera de la inauguración de la calle que hoy lleva su nombre, Vicente Moliner: «Nunca actué en política, pero ... en momentos difíciles creí un deber de ciudadanía ofrecer mi cooperación, siendo entonces cuando fui nombrado alcalde». Fueron apenas dos años, de diciembre de 1924 a noviembre de 1926, pero cargados de intensidad. Este hecho, unido a su faceta como impulsor de importantes actividades empresariales, justificó la decisión del Ayuntamiento, presidido por Santiago López, de dedicarle una calle en 1962.

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Fallecido seis años antes de dicho acontecimiento, concretamente el 25 de mayo de 1956, Vicente Moliner Vaquero pertenecía a una familia acomodada procedente de Castellón de la Plana, y nació en Burgos el 17 de abril de 1864 porque fue allí donde su padre se trasladó para fundar una empresa comercial. Dejó los estudios tras cursar el Bachillerato para ponerse a trabajar. Eran los años 70 del siglo XIX cuando su padre, José Vaquero, y su tío Pascual abrieron otra tienda pero esta vez en la ciudad del Pisuerga, más concretamente en los soportales de Cebadería. Como señala Guillermo Rivilla en el 'Diccionario biográfico de alcaldes de Valladolid', «los dos hermanos acordaron repartirse el negocio creado a partes iguales: Pascual regentaría el establecimiento de Burgos y José, junto a su esposa y madre del futuro Alcalde Rosa Vaquero, el comercio vallisoletano».

Siendo por tanto muy joven, Vicente Moliner comenzó a desarrollar una relevante actividad comercial. En 1878 fundó, junto a su hermano Ramón, la sociedad «Hijos de Moliner», y gracias a su espíritu emprendedor y a los diversos viajes realizados a Paris terminó convirtiendo aquella tienda modesta en un moderno centro comercial que vendía artículos de bazar y juguetes. Era la puerta de entrada a otros lucrativos negocios. En efecto, Moliner aparece como miembro del Consejo de administración de la Colonia Agrícola e Industrial del Duero, accionista de la Sociedad Industrial Castellana, vocal, consejero y presidente del Consejo de Administración del Banco Castellano, presidente del Consejo de Administración de La Cerámica, y presidente de la Sociedad Zig-Zag.

Su actuación fue igualmente relevante en la Cámara de Comercio, donde llegaría a ejercer la vicepresidencia y a ser nombrado, ya en los años 40, presidente honorario. Toda esta trayectoria, junto al hecho de ser uno de los mayores contribuyentes de la ciudad y fundador de la Unión Patriótica Castellana, le colocó en un lugar privilegiado para ejercer la alcaldía durante la Dictadura de Primo de Rivera. Durante sus dos años al frente del Consistorio le dio tiempo a sanear la Hacienda municipal -sobre todo porque el nuevo Estatuto Municipal permitió al Ayuntamiento incautarse de los arbitrios de consumos, que antes se arrendaban-, y elevar el presupuesto de 3 a 5 millones de pesetas.

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Gracias a ello acometió obras como la pavimentación de varias calles que hasta entonces eran solo barrizales, la construcción de grupos escolares de primera enseñanza, la Escuela Normal y el comienzo del nuevo Matadero Municipal. También contribuyó a fundar el Asilo de Caridad, institución benéfica que presidiría durante 23 años. Fue cesado por el gobernador civil al no lograr sacar adelante un presupuesto extraordinario confeccionado con las cantidades excedentes del aprobado el mes anterior. Calificado por sus coetáneos como hombre generoso, «dispuesto a trabajar por el engrandecimiento y prosperidad de la ciudad que siempre llevó en su corazón», en 1941 se le concedió la Medalla de Oro de Valladolid y en 1962, el alcalde Santiago López González sacó adelante la propuesta de dedicarle una calle.

La nueva calle de Vicente Moliner, llamada desde 1863 de Guarnicioneros y anteriormente «Portales de Panecillos», se inauguró el 14 de septiembre de 1962 muy cerca de la zona donde estuvo su negocio familiar. Con entrada por la Plaza del Ochavo y salida por Fuente Dorada, con ella se quiso honrar la trayectoria de un empresario al que el propio López González presentó aquel día como «alcalde ejemplar» al que admiraban y querían «todas las clases sociales» de la ciudad.

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