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Su frase compendiaba la inquietud de tantas familias de Valladolid que no podían llegar a fin de mes: «No queremos vivir a cuerpo de rey. Queremos vivir con dignidad». Era diciembre de 1970 cuando Pilar Valladares respondía de esta manera al periodista Julián Lago en El Norte de Castilla. ¿La razón? Una continuada subida de precios que no se compensaba, ni de lejos, con los salarios de las clases medias y humildes. La frase, dicha en plena agonía del franquismo, no era inocente. Detrás de ella bullían inquietudes democráticas y una clara complicidad con los colectivos que se oponían al Régimen franquista.
El compromiso de Pilar Valladares Gil con la lucha por las libertades en nuestra ciudad será recordado mañana a las siete y cuarto de la tarde en el Aula Mergelina de la Facultad de Derecho, dentro del encuentro internacional 'Mujeres, Memoria y Transiciones Políticas: una mirada transnacional' que viene desarrollándose desde ayer. La trayectoria de Valladares, fallecida el 14 de enero de 1992 con 57 años, representa en buena medida la lucha de tantas mujeres por recuperar derechos y arrancar conquistas sociales en aquellos años del tardofranquismo y la Transición.
Soriana de nacimiento y residente en Valladolid desde 1962, cultivó las primeras inquietudes por una sociedad más justa e igualitaria dentro de los movimientos especializados de Acción Católica, que en los centros rurales y obreros se erigieron en un verdadero islote de libertad en medio de una España autoritaria. Lugar de encuentro de cristianos comprometidos, pero también de activistas que buscaban hacer proselitismo bajo el paraguas de la poderosa Iglesia católica, aquella AC obrera no tardó en convertirse en semillero de futuros militantes de partidos y sindicatos de izquierda.
Pilar Valladares comenzó a estudiar la carrera de Derecho en 1972, en plena ebullición de la contestación estudiantil a la dictadura, que tres años después confluiría en el traumático cierre gubernativo de la Universidad. Mientras trabajaba como auxiliar administrativo en el despacho laboralista de Francisco Izquierdo Espinar, su marido y padre de sus cinco hijos, entró en contacto con represaliados políticos y con el temido Tribunal de Orden Público (TOP), circunstancia que fortaleció una conciencia política que, según su propio testimonio, «venía perfilándose desde 1957».
Ya entonces había participado activamente en la creación de la Asociación de Amas de Casa de Valladolid, de la que sería vicepresidenta, junto a compañeras como Julia Pérez, Carmen Colodrón, Juana Pedrero, María Concepción Fernández Suárez, Carmen Pascual, Marina Rodríguez, Adela García Struel, Concepción Velázquez, María Luz Compta, María del Pilar Escribá, Delfina Navarro, Isabel Herrero, Julia Alonso, Isabel Gijón, Pilar Villanueva, Paz Santos, María Teresa Salvador, Teresa Osorno, Isabel Fernández Gijón, Sara del Tío, Violeta del Tío, Olaga del Tío, Rosario Barba, Leonisa Negro, Pilar García, María Eugenia Hortelano, Marta Pía Uribe y Victoria Gutiérrez Díez.
La Asociación llevó a cabo numerosas actividades reivindicativas que alertaron a las autoridades: denuncias públicas por la subida de precios, petición de más plazas escolares en los barrios, campañas contra los problemas en el suministro y potabilidad del agua, acciones en solidaridad con los obreros en huelga en FASA y en la Construcción y con las trabajadoras que en Maggi y Monel protestaban en 1975 por sus pésimas condiciones laborales, etc. También reivindicaron una mayor participación política de la mujer y su «emancipación total de la explotación económica y de las restricciones emocionales de nuestra sociedad», pidieron la implantación de un Estado de Derecho y elevaron una demanda al rey Juan Carlos, en 1975, por la «descongelación salarial, la amnistía y el restablecimiento de las libertades democráticas».
Militó en el Partido Comunista, fuerza hegemónica en esos momentos en la oposición al Régimen franquista, y fue candidata a las elecciones generales de 1977 por Valladolid. En uno de los numerosos mítines, abogó por la defensa de los derechos de la mujer, «que ha estado oprimida durante la dictadura a través del lavado de cerebro a que le han sometido los medios de comunicación». También formó parte de la Liga de los Derechos del Hombre de esta ciudad. Dentro ya del PSOE, en el primer gobierno autonómico, presidido por el socialista Demetrio Madrid, dirigió la oficina dependiente de la Consejería de Presidencia que coordinaba los temas de fomento de igualdad de la mujer, y que José María Aznar, una vez lograda la presidencia de la Junta en 1987, suprimió.
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