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Las cinco cárceles de Valladolid
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Los que cumplían condena también realizaban obras: la primitiva Academia de Caballería se construyó en 1847 por presidiarios de la cárcel de la Ciudad, situada en la calle de San LorenzoSecciones
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Los que cumplían condena también realizaban obras: la primitiva Academia de Caballería se construyó en 1847 por presidiarios de la cárcel de la Ciudad, situada en la calle de San LorenzoEn el siglo XVIII existían cinco cárceles en Valladolid, tal como refleja el plano de Ventura Seco, de 1738, pertenecientes a cada uno de los estamentos de la época: la cárcel de Chancillería –que podríamos equipararla a la del Estado-, la de la Ciudad –en la calle de San Lorenzo-, la de Corona –en la que penaban los clérigos o personas sujetas a jurisdicción eclesiástica-, la de las Escuelas –en la que se encerraba a los reos estudiantes, profesores y funcionarios de la Universidad-, y la de la Galera –o cárcel de mujeres-.
La de la Galera y la de la ciudad cambiaron de ubicación en varias ocasiones. No así la de las Escuelas y la de Corona, que simplemente se clausuraron. La de las Escuelas, abierta en 1680, se encontraba en el lateral de la Universidad que da a la calle de la Librería; y la de la Corona, en la antigua calle Angosta (actual calle Cárcel de la Corona).
La de la Galera se situó primero en la actual calle Galera, detrás de la iglesia del Salvador, y en el siglo XVII se reinstaló en las inmediaciones de la iglesia de San Lorenzo, justo detrás de la cárcel de la Ciudad. De todos los presidios fueron el de la Ciudad y el de Chancillería los que cobraron mayor protagonismo.
Hasta las Cortes de Cádiz de 1812 los procesados normalmente solo estaban en la cárcel hasta que les recaía condena, que solía consistir en enviarles a galeras o a trabajos forzados: así se nutrieron de mano de obra, por ejemplo, las obras del Canal de Castilla.
Mas, los que padecían encierro en prisión también realizaban obras: la primitiva Academia de Caballería, -que se conoció como Octógono- se construyó en 1847 por presidiarios de la cárcel de la Ciudad, situada en la calle de San Lorenzo. La verdad es que aquella obra albergaría un presidio nuevo por decisión del Gobierno, pero nunca llegó a ser ocupada: el Ayuntamiento se oponía, y consiguió su objetivo pues en este trance se decidió que pasara a destinarse para Academia de Cadetes de Caballería.
En 1851 el Gobierno ocupó el desamortizado Monasterio de Prado para Presidio Correccional y a él se trasladaron los presos de la Cárcel de la Ciudad, que ya exigía importantes reparaciones, y junto a él en 1854 se habilitó un cementerio destinado únicamente a los recluidos fallecidos. Corrían años en los que la población reclusa era abundante.
Durante su existencia fue motivo de numerosas quejas por parte de las autoridades municipales, tanto por las pésimas condiciones de salubridad, con riesgo para el resto de la población en caso de epidemias, como por los alborotos que solían producirse en sus inmediaciones.
Era tal la población reclusa y la cantidad de familiares que acudían a diario a la misma que había casi un poblado permanente en su entorno. Además, muchos de los que obtenían la libertad se quedaban a vivir en sus inmediaciones, pues sus amistades estaban aún en la cárcel y tenían las más variopintas y dudosas relaciones. Aquello generaba tensiones –en enero de 1884 en un registro se recogieron más de 100 cuchillos entre los reclusos-, y también relajación: en 1887 al frente de la cantina del presidio estaba la mujer de un confinado, lo cual estaba prohibido y, además, cobraba precios abusivos, lo que originaba no pocas discusiones.
En definitiva, el «barrio» que en realidad era el presidio generaba problemas de orden público que los agentes del municipio no eran capaces de controlar: en noviembre de 1883 un plante de penados obligó a desplegar tres compañías de soldados para restablecer el orden.
Se clausuró en 1898 sin que hubiera otro edificio para acoger a los penados, por lo que los días 21 y 24 de agosto se procedió al traslado de los 1.067 presos en 47 vagones celulares de los Ferrocarriles del Norte con destino a las cárceles de Zaragoza, Valencia, Ocaña, Burgos y Chinchilla.
La cárcel de Chancillería, cuyo edificio ahora es la Biblioteca Universitaria Reina Sofía, se mantuvo en la calle del mismo nombre desde 1703 hasta su clausura en 1935, cuando se puso en funcionamiento la llamada Cárcel nueva, en la calle Madre Dios. No obstante, se reabrió unos pocos años durante la Guerra Civil.
En el siglo XX, Chancillería, que era la cárcel general de Valladolid -que acogía a ambos sexos-, se había convertido en un caserón vetusto, antihigiénico y destartalado, hasta que el 15 se junio de 1935 se inauguró la nueva Prisión Provincial: amplia, soleada y bien ventilada, construida en unos terrenos que el Ayuntamiento cedió al Estado en las huertas de la Beneficencia de la calle Madre de Dios. En la nueva cárcel se realojaron poco más de 250 hombres y 3 mujeres.
Lo más destacable de su historia, hasta que se cerró en 1985, fue la represión violenta que se ejerció sobre los presos políticos durante la posguerra. Por ejemplo, un anarquista en 1941 fue literalmente molido a palos por enseñar a leer y escribir a los presos: murió el 18 de marzo.
En esta misma prisión, al amanecer del 15 de febrero de 1955, fue ajusticiado mediante garrote vil la última persona a la que en Valladolid se le aplicó la pena de muerte. Tenía 24 años y 21 cuando asesinó a una mujer.
Años después, explotaron dos motines que protagonizaron un buen grupo de presos comunes. El 19 de julio y el 17 de noviembre de 1977 unos ochenta de los casi ciento cincuenta amotinados, desde el tejado del presidio gritaban «amnistía total», «presos a la calle» y «viva la COPEL» (Cooperativa de Presos En Lucha), al numeroso público que acudió a solidarizarse con ellos o simplemente a ver el espectáculo. El orden se restableció no sin serios incidentes.
Aquella cárcel desde hace años alberga un Centro Cívico, una vez que en 1985 se inaugurara el Centro Penitenciario actual, construido en el Monte de Navabuena, término de Valladolid. Unas instalaciones y régimen penitenciario que ya nada tiene que ver con las viejas cárceles, más punitivas que rehabilitadoras.
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