Todo conspiraba a su favor: la debacle de UCD, desmigada en dentelladas internas, la apariencia apolillada de AP, incapaz en esos momentos de ser alternativa de gobierno, y la sintonía de buena parte de los españoles con el cambio moderado que proponía el PSOE. Por ... si fuera poco, el carisma de Felipe González no había dejado de crecer desde las elecciones generales de 1977, las primeras de la democracia restaurada. Por eso cuando Leopoldo Calvo-Sotelo, sucesor de Adolfo Suárez al frente del gobierno, anunció el adelanto de los comicios a octubre de 1982, buena parte de la población daba por segura la victoria socialista. Además, el PSOE eligió un lema inteligente, «Por el cambio», que respondía a los deseos de la sociedad española. Estos pasaban por pasar página del 23-F, afianzar la democracia, consolidar la adhesión al Mercado Común Europeo y modernizar España.
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Aquel 28 de octubre de 1982 ha pasado a la historia por los más de 10 millones de votos obtenidos por el PSOE que lideraba Felipe González. Tan es así, que muchos historiadores sitúan en la mayoría absoluta socialista de hace 40 años el cierre definitivo de la Transición. Con una elevada participación, cercana el 80% del electorado, los socialistas obtuvieron el 48,4% de los votos y 202 de los 350 diputados. El segundo partido más votado fue la Coalición Popular liderada por Manuel Fraga (una suma de Alianza Popular y grupos democristianos procedentes de UCD), que obtuvo el 26,5% de los sufragios y 106 escaños, mientras que UCD y PCE aparecían como los grandes derrotados: los centristas con un 6,5% de los votos y 12 escaños, con lo que perdían cinco millones de sufragios, y el PCE con solo 4 escaños, lo que obligó a Santiago Carrillo a renunciar a la secretaría general.
Valladolid ocupó un lugar destacado en aquellas elecciones históricas por ser, junto a Segovia, la ciudad elegida para inaugurar la campaña electoral del candidato socialista. Fue en el viejo estadio de fútbol 'José Zorrilla', ubicado en el lugar que hoy ocupa el centro comercial 'El Corte Inglés' en el paseo del poeta, a las diez y media de la noche del 6 de octubre. González regresaba del teatro Juan Bravo de Segovia y ante miles de personas apostó por el diálogo y la concertación, al tiempo que rehusaba dar la razón a los que ya le presentaban como inminente presidente del gobierno.
Tampoco faltaron a la cita con los electores vallisoletanos otros líderes nacionales como Manuel Fraga, cabeza de lista de Alianza Popular, y Landelino Lavilla, de UCD. Aquella jornada electoral transcurrió con normalidad y buen tiempo. Apenas hubo sobresaltos en Valladolid más allá del trastorno que generó, en torno a las 11 de la mañana, la notificación de la Audiencia Nacional de retirar las papeletas del «Partido Socialista» (P.S.), formación histórica opuesta al PSOE salido del Congreso de Suresnes de 1972, después de que este último ganara el contencioso interpuesto el día 22.
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Hubo, eso sí, anécdotas y situaciones curiosas en la provincia. Como aquel vecino de Medina del Campo que se presentó en el colegio electoral diciendo «soy Francisco Franco». Y es que esos eran, en efecto, el nombre y el apellido que figuraban en su DNI, para regocijo de los presentes. Otro convecino, por cierto, no dudó en saltar cuando el presidente de la mesa, una vez introducida su papeleta, exclamó «¡vota!». En Castromonte fue Natividad Cebrián, de 94 años, la que llamó la atención de los presentes al confesar que iba a votar porque era una obligación, que ignoraba quiénes eran los candidatos pues solo veía la misa por televisión.
También en Valladolid el PSOE obtuvo una victoria abrumadora, mayor incluso que la media nacional, pues logró 144.409 sufragios y superó el 51%; mayor porcentaje que en el conjunto español obtuvo también la Coalición Popular, que se hizo en Valladolid con 88.057 votos, el 31,3%, mientras que UCD se quedaba con el 7,36% y el PCE, con un escuálido 3,42%. El CDS, por su parte, se estrenó con un más que aceptable 4,19%. Ciertamente, el desastre cosechado por UCD fue tremendo. Con apenas 21.000 votos, el partido del Gobierno no obtuvo ningún acta de diputado ni de senador.
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Los socialistas situaron en el Congreso a Gregorio Peces-Barba, que sería elegido presidente de la Cámara, Juan Colino y Antonio Pérez Solano, y en el Senado a Juan Antonio Arévalo y Constantino Nalda, mientras que por Coalición Democrática, consolidada definitivamente como segunda fuerza política, obtuvieron escaño en el Congreso el ex alcalde Santiago López González y Alejandro Royo-Villanova, y en el Senado, Jesús Cueto Sesmero. Los políticos actuales podrían tomar nota de la primera reacción de Peces-Barba nada más conocer la victoria de su partido: «Me duele el descalabro de UCD. Es inmerecido. Y me duele que Ignacio Camuñas [candidato al Congreso por dicho partido], que es buen amigo, no vaya a ser diputado».
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