El pasado 13 de septiembre, las calles de Valladolid recrearon el tradicional funeral del príncipe irlandés 'Red' Hugh O'Donnell, fallecido en septiembre de 1602 en Simancas y al que el entonces rey de España, Felipe III, otorgó la celebración de un funeral «con ... honores reales» en la ciudad vallisoletana. Se trata, en efecto, de la expresión pública del hermanamiento vallisoletano-irlandés en la figura de aquel príncipe que, tras su muerte, siguiendo sus disposiciones testamentarias, fue enterrado en el convento de San Francisco. Pero O'Donnell no es el único irlandés de relevancia que guarda una relación especial con nuestra ciudad.
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De Irlanda, más concretamente de Limerick, era también oriunda una de las escritoras más importantes del siglo XX, cuyos lazos con Castilla son bien conocidos. Se trata de Kate O'Brien, autora de novelas que exploran aspectos relacionados con la independencia de la mujer y su lucha contra la opresión moral y sexual en sociedades tan conservadoras como era, en los años 30 y 40, la irlandesa. Tanto, que su llegada a España en los años 20, concretamente a Portugalete para trabajar como institutriz en casa de los Areilza, fue vivida por ella misma como una breve pero intensa etapa de libertad. La escritora viajaría después a Madrid y encontraría una suerte de edén particular en la ciudad de Ávila, donde veraneó hasta el estallido de la Guerra Civil, quedando especialmente prendada de su patrimonio monumental y de la vida y obra de su paisana más sobresaliente: Santa Teresa de Jesús. A ella dedicó varios textos y artículos, y hasta una biografía, escrita en 1951. No por casualidad, el Ayuntamiento abulense dedicó una calle a la irlandesa en septiembre de 2011.
Pero ese periplo castellano de O'Brien también incluyó Valladolid. Y también, con resultados más que gratificantes. Aunque censurada en un primer momento por el Franquismo a causa de sus simpatías por el bando republicano, su repudio de la moral conservadora y sus ataques al fascismo, la irlandesa fue invitada por la Universidad de Valladolid en diciembre de 1971 para impartir una conferencia. El evento, celebrado el 2 de diciembre en el Museo de La Pasión, se enmarcaba en unas «Primeras Jornadas Irlandesas» organizadas por la Facultad de Filosofía y Letras en colaboración con la Embajada de Irlanda, y entre sus impulsoras se encontraba la catedrática de Lengua y Literatura Inglesas, María Jesús Pérez Martín. Esta vallisoletana, que además era la primera mujer que obtuvo esa Cátedra en nuestra Universidad, fue la encargada de presentar a O'Brien, cuya ponencia abordó «La influencia de los autores anglo-irlandeses sobre la literatura imaginativa en los siglos XIX y XX».
La escritora no ahorró elogios a España y comenzó evocando sus primeros viajes a nuestro país. El resultado, a decir de la prensa, fue muy positivo. Y dejó una agradable y emotiva huella, académica y personal, en la escritora. Ella misma lo recordó con elogio en un artículo publicado el 6 de enero de 1972 en el diario 'The Irish Times', de Dublín, bajo el título «Long distance Bells?». Además de calificar de maravillosa su estancia, O'Brien se refirió con cariño a «los profesores de las Escuelas de Literatura Inglesa de Valladolid y de Madrid (...), [que] se hicieron cargo gentilmente de mí, y fueron angelicalmente pacientes con mi falta de erudición y mi incapacidad para hablar su hermosa lengua». Le fascinó «la calidad y seriedad de su erudición y el alcance de sus investigaciones y sus seminarios», así como «la soltura y libertad» de sus aportaciones al pensamiento europeo.
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Especial impactó le causó la presencia de María Jesús Pérez al frente de la Cátedra vallisoletana, pues la irlandesa, que venía escribiendo contra la opresión de la mujer en todos los sentidos, lo interpretó como un paso adelante para su causa: «Lo que quizá le hubiera hecho detenerse [a su maestro, Santayana] fue saber que la Catedrática (es decir, la catedrática y directora de la Facultad) de la Escuela de Literatura Inglesa de Valladolid -una Universidad tan antigua y conservadora como la de Salamanca- es una mujer joven, apenas entrada en la treintena, diría yo, muy guapa y claramente brillante en su trabajo. Me ha cedido algunos de sus trabajos académicos para que los estudie -en especial, una traducción al español de Manley Hopkins, 'El naufragio del Deutschland', con sus comentarios. Sólo puedo decir que es un trabajo deslumbrante, lúcido y profundo». Aquel fue su último viaje a España. Después de su estancia en Valladolid, O'Brien visitó nuevamente Ávila. Falleció tres años después, el 13 de agosto de 1974, en Canterbury.
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