La Diputación Provincial puso el nombre de Doctor Villacián al nuevo Hospital Psiquiátrico, inaugurado en 1975. ARCHIVO MUNICIPAL

La Falange contra el doctor Villacián

Reputado maestro de la Psiquiatría y renovador de los tratamientos en Valladolid, fue sometido a persecución por su militancia republicana

Martes, 8 de junio 2021, 07:17

«La psiquiatría española ha perdido a uno de los grandes maestros de la clínica psiquiátrica que ha tenido en los últimos cuarenta años». Con hondo pesar y profunda admiración reseñaba Manuel Cabaleiro Goás, en aquel momento director del Hospital Psiquiátrico de Toén, en Orense, ... la muerte de José María Villacián Rebollo en las páginas de El Norte de Castilla. Era el 2 de febrero de 1973 -Villacián había fallecido quince días antes- cuando Cabaleiro recordaba los valores que atesoraba este reputado psiquiatra. No solo había sido un hombre generoso que cultivó la amistad hasta extremos insospechados, sino que había creado escuela como gran renovador de la Psiquiatría española y, por ende, vallisoletana.

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En efecto, a Villacián se debía la idea de crear un nuevo manicomio -según la terminología del momento- en el que aplicar tratamientos más modernos y menos agresivos, mejorando la situación de los enfermos y la consideración del personal sanitario. Así se lo hizo saber a los máximos responsables -Diputación Provincial y Gobierno Civil- entre 1938 y 1940, siendo acogida su propuesta con agrado y admiración. Ya entonces, sin embargo, la sombra de la persecución se cernía sobre él a causa de su militancia republicana. El episodio es muy revelador del clima político que se vivía.

José María Villacián Rebollo había nacido en la localidad burgalesa de Salas de Bureba el 11 de febrero de 1898. Licenciado en Medicina en Valladolid, en diciembre de 1921, con premio extraordinario, se doctoró con la tesis 'Contribución al estudio teórico y clínico de las afasias' y amplió su formación en las Universidades de Munich y Sainte-Anne con los profesores Oswald Bunke y Henry Claude respectivamente. Sus discípulos destacaron su esfuerzo por renovar la Psiquiatría a través de la observación en el hospital y del contacto diario con los pacientes, pero también su aportación docente.

Villacián fue, en efecto, profesor auxiliar de Patología Médica junto a su maestro, el catedrático Misael Bañuelos, profesor encargado de la Cátedra de Patología y Clínica Médicas para explicar Psicología, y profesor adscrito en Psicología en la Universidad de Valladolid. Además, en 1927 obtuvo por oposición la plaza de médico de la Beneficencia y del Manicomio provincial, institución que dirigió entre 1937 y 1968. Era, por tanto, un psiquiatra muy reconocido y valorado cuando se proclamó la Segunda República el 14 de abril de 1931.

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Eran años de intensa politización. Villacián se afilió a Izquierda Republicana, partido político liderado por Manuel Azaña, y escribió artículos en El Norte de Castilla favorables a la implantación de un régimen autonómico en Castilla y León, siguiendo así la estela de Cataluña y las demandas de regiones como País Vasco y Galicia. Por eso cuando estalló la Guerra Civil, el 18 de julio de 1936, y militares y falangistas tomaron el poder en Valladolid, lo pusieron en el punto de mira: tres meses después era suspendido de empleo y sueldo en el Laboratorio de Orientación Profesional de la Escuela del Trabajo.

A causa de su militancia republicana, la Diputación Provincial le abrió un expediente que terminaría siendo siendo sobreseído al considerarle «exento de culpabilidad por no resultar cargo alguno previsto y castigado en el derecho positivo ni en el Decreto de 13 de septiembre de 1936». Sin embargo, documentación del Archivo de la Real Chancillería demuestra que la persecución falangista no cesó. Ya en marzo de 1940, informes de la Comisaría de Investigación y Vigilancia aseguraban que Villacián «se relacionaba con destacadas personas del campo marxista, no considerándosele como adicto al Movimiento, sino que acata simplemente el actual Régimen y suponiéndosele como figura destacada dentro de la Causa marxista, de haber triunfado ésta».

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Más contundentes eran las indagaciones del delegado provincial de Información e Investigación de Falange, para quien el psiquiatra era un sospechoso en toda regla a pesar de su buen reconocimiento profesional. En su informe de 10 de junio de 1940, señalaba que Villacián «hablaba contra los partidos derechistas y leía prensa de izquierdas», y que al producirse la sublevación militar corrió a esconderse a su casa del Pinar de Antequera, la cual hubo de ser registrada para evitar que ocultara a algún «significado socialista de esta capital». Además de conceptuarle como ateo en su vida religiosa, tildaba de «desfavorable» su vida pública y privada, pues «hace vida marital o está casado civilmente con una mujer separada o divorciada de su marido», concluía.

Como consecuencia de ello, el Juzgado de Instrucción número 2 retomó la tramitación de su expediente, que elevó al Tribunal de Responsabilidades Políticas. El acusado se vio obligado a recopilar testimonios exculpatorios. El más importante lo redactó el párroco de Santiago, Ricardo Núñez, quien refrendó la versión del psiquiatra al calificar de forzada su militancia en Izquierda Republicana, pues gracias a ella podía ausentarse del trabajo para curarse de una enfermedad tuberculosa pulmonar; también señalaba que, tras la huelga revolucionaria de octubre de 1934, solicitó darse de baja del partido, en el que nunca tuvo gran notoriedad.

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Sobreseído definitivamente el expediente, la persecución cesó y el burgalés siguió desempeñando con éxito su profesión. Académico de número de la Real Academia de Medicina y Cirugía de Valladolid desde diciembre de 1955, trece años después, coincidiendo con su jubilación, se le concedió la Gran Cruz de la Orden Civil de Sanidad. Tras su fallecimiento, ocurrido el 18 de enero de 1973, la Diputación Provincial acordó poner su nombre al nuevo Hospital Psiquiátrico.

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