Aspecto que muestran las instalaciones de la antigua Central Hidroeléctrica en la actualidad. EL NORTE

La 'Fábrica de Luz' del Esgueva

La Central hidroeléctrica municipal, inaugurada hace 90 años para mejorar el alumbrado público, cobija hoy un centro deportivo de piragüismo

Martes, 22 de marzo 2022, 00:37

Hoy frecuentan sus alrededores miles de vallisoletanos que disfrutan del paseo y el ocio por el Parque Ribera de Castilla, pero pocos saben que el edificio situado a la orilla del río fue una auténtica novedad industrial que vino a mejorar el alumbrado de la ... ciudad. Lo inauguraron las principales autoridades hace ahora 90 años con la pretensión, además, de mostrar las ventajas derivadas de la municipalización del servicio. La Central Hidroeléctrica del Salto del Esgueva, situada en el lugar conocido como barrio de Linares, era una antigua aspiración del Ayuntamiento. Fue en mayo de 1924, de hecho, cuando este periódico anunció que «en el nuevo cauce del río Esgueva, en su desembocadura al río Pisuerga en el barrio Linares, se ha construido un salto de agua».

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La idea del Consistorio era aprovecharlo y construir una central hidroeléctrica para el alumbrado público, pues se calculaba que la nueva infraestructura supondría 172 caballos de fuerza aprovechable, lo que representaría una renta anual de 40.000 pesetas. La Dirección General de Obras Públicas, por su parte, autorizó la utilización de 2.000 litros de agua por segundo del río Esgueva. Presupuestado todo -la edificación, las obras necesarias para construir el embalse y la instalación de maquinaria- en 1.209.959,85 pesetas, la fábrica, de cuya construcción se encargó la empresa Eguinoa Hermanos, estuvo lista a finales de 1930.

En aquellos momentos, el alumbrado público de la ciudad estaba contratado con la Electra Popular Vallisoletana, pero era muy deficiente en el llamado segundo encendido, esto es, a partir de las diez de la noche y de las doce en los meses de julio a septiembre. El primer consistorio republicano-socialista, elegido en los comicios municipales del 12 de abril de 1931, decidió analizar la concesión del servicio con objeto de municipalizarlo. El principal artífice fue el concejal Eugenio Curiel, delegado de Alumbrado, que propuso crear una Comisión especial «encargada de estudiar la municipalización del servicio de alumbrado público mediante la utilización del Salto del Esgueva, dándose al propio tiempo, en esa forma, satisfacción a las aspiraciones mantenidas durante largos años por la opinión pública de nuestra ciudad».

El estudio técnico y financiero dio como resultado un déficit anual, en las horas de máximo encendido, de 111.014 kw. La Comisión se reunió con directivos de la Electra y, después de estudiar las diferentes propuestas de esta para seguir disfrutando de la concesión, concluyó que lo más óptimo era municipalizar el servicio. Según señalaba el propio Ayuntamiento, con la municipalización plena «la Central es capaz de producir, utilizando el Diesel -un motor de 240 caballos empleado para suplir los déficits de la producción de origen hidráulico-, los 729.377 kw en que nuestra Oficina técnica calcula el consumo anual. De ellos, 609.363 serán de origen hidráulico. Los 120.014 restantes habría necesidad de producirlos con el Diesel».

Muy pronto, sin embargo, los ediles se percataron de dos fallos cometidos por los Consistorios anteriores: la Central carecía de todo elemento de reserva y, lo más importante, no disponía de red de distribución: «El Ayuntamiento republicano-socialista se encuentra con una Central a punto de funcionar; pero sin la línea que distribuya la producción eléctrica. El Ayuntamiento se encuentra construido el carro; pero al constructor se le han olvidado las ruedas». No quedó más remedio, por tanto, que concertar con la Electra el uso de su red a cambio de un canon anual. Además, como a ciertas horas de la noche y en determinadas épocas del año -estiaje- la producción hidráulica era insuficiente para atender todas las necesidades de alumbrado público, se acordó con la Electra que esta suministraría la energía necesaria a un precio de 20 o de 5 céntimos en función de las horas.

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Para suplir la falta de potencia necesaria en los meses de verano debido a la disminución del caudal del río, se decidió construir un embalse con capacidad suficiente para recoger las aguas arrastradas durante el día y poder utilizarlas por la noche. El 13 de marzo de 1932 se inauguró oficialmente la Central Hidroeléctrica municipal. El Consistorio destacó sus «líneas modernas pero con un punto no industrial, con la alegría y luminosidad que son hoy norma en las instalaciones de este género». El edificio se dividía en dos partes: una nave de viviendas para los maquinistas y la Central propiamente dicha. Esta se componía de un piso para desagüe de turbinas, otro con las cámaras para las mismas y con las ruedas que producían la energía, un tercero con la sala de pivotes y el principal, donde se ubicaba la parte generadora de la corriente eléctrica.

La «Fábrica de la Luz», nombre con el que también se conocía la instalación, comenzó a ser deficitaria a principios de los años 70. De hecho, en 1973 el Ayuntamiento barajó la posibilidad de arrendar el Salto a la Electra, y dos años después hizo públicas unas cuentas de resultados que arrojaban 1.109.574 pesetas de pérdidas. El 23 de marzo de 1976 se acordó su cierre definitivo: «Este pequeño salto situado en la desembocadura del Esgueva en el Pisuerga había visto recortada su producción de energía en los últimos años por el estiaje del río. Ahora, parte de los terrenos ocupados por la central eléctrica serán utilizados para construir el polideportivo del barrio de la Rondilla», decía la noticia. En la actualidad, parte de sus instalaciones sirven de cobijo al complejo deportivo de piragüismo «Narciso Suárez».

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