Puente Mayor y río Pisuerga, donde Lande apareció ahogado, en una fotografía de mediados del XIX. ARCHIVO MUNICIPAL
El cronista

La extraña muerte del joven Lucien Lande en Valladolid

La brillante carrera literaria del francés, fascinado por las costumbres españolas, se truncó en 1880 al ahogarse de manera inesperada en el río Pisuerga

Enrique Berzal

Valladolid

Martes, 30 de mayo 2023, 00:16

Aquella muerte tan extraña despertó toda clase de conjeturas. Para sus paisanos, los franceses, se trató de un asesinato; los españoles, sin embargo, aseguraban que había sido un desgraciado accidente. Era principios de octubre de 1880 cuando el cuerpo de Lucien Louis-Lande aparecía flotando ... en las aguas del Pisuerga en circunstancias totalmente imprevistas. Aquel prometedor escritor, célebre ya entonces por sus descripciones literarias de España, acababa de cumplir 33 años y había conseguido culminar un arduo trabajo académico en el Archivo de Simancas.

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Nacido en Burdeos el 9 de septiembre de 1847, era el segundo hijo de Louis Lande, un conocido y estimado profesor que durante más de 50 años impartió clases en las mejores academias y en las más distinguidas familias de Burdeos. Su hermano fue un conocido doctor y profesor de la Facultad de Medicina. Él, al igual que su padre, se decantó por las letras. Estudió en el famoso colegio Saint-Barbe y en la Escuela Normal Superior de Paris entre 1867 y 1871. Se formó fundamentalmente como historiador, pero con una peculiaridad: su afición por las letras y el paisaje -y el paisanaje- de España.

Antes de eso, se alistó en los Fusileros Marinos y participó en la Guerra contra Prusia, en 1870, defendiendo el fuerte de Ivry, entre otros combates. Con apenas 24 años lo fichó François Buloz para la prestigiosa 'Revue des Deux Mondes', donde publicó numerosas recensiones, traducciones y colaboraciones sobre escritores y libros españoles. Su éxito fue fulgurante. Especialmente destacados fueron sus ensayos sobre Valera, Alarcón, Pérez Galdós, Núñez de Arce y Antonio de Trueba, sin olvidar sus relatos de viajes y otros estudios de índole económica y política.

Mantuvo negocios con el marqués de Riscal, Camilo de Amézaga, a quien ayudó a entablar relación con los círculos literarios parisinos, pero también, como ha escrito Simone Saillard, con otros entramados comerciales y financieros de Francia. Su sueño de viajar a España se cumplió en 1876. Aquel primer periplo lo condujo hasta tierras vascas y navarras. Amigos del escritor aseguran que anduvo a pie, «registrando y anotando todo con precisión y minuciosidad», incluido algún que otro percance con las autoridades, que lo confundieron con un carlista y lo confinaron en Burgos durante unos días. De aquella experiencia nació un conocido ensayo, 'Vascos y navarros', publicado en 1878.

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De regreso en Paris, Lucien Louis-Lande recopiló todo el material acumulado para realizar un trabajo académico que habría de finalizar en España, por lo que en julio volvió a nuestro país. Después de una estancia en Madrid se dirigió al Archivo de Simancas, donde culminó su pesquisa para elaborar una tesis doctoral sobre la Armada Invencible. Entonces ocurrió lo impensable. Aliviado y alegre por el trabajo bien hecho, el 25 de septiembre salió a pie hacia la capital vallisoletana, acompañado por un guía. Llegó a la ciudad por la tarde, pero no encontró alojamiento porque eran fiestas y se celebraba una multitudinaria corrida de toros. Entonces se le perdió la pista.

Arriba, castillo de Simancas, donde Lande fue a investigar; la Escuela Normal Superior de Paris y portada de su famoso libro. ARCHIVO MUNICIPAL/EL NORTE

Después de varios días sin saber de él -incluso su hermano viajó a Valladolid para tratar de encontrarle-, su cuerpo apareció en el Pisuerga. Era principios de octubre de 1880: Lucien Louis-Lande llevaba, al menos, tres días muerto. Conservaba el reloj y la billetera, pero no encontraron su bolso ni al guía. Las elucubraciones no se hicieron esperar. «Los españoles pensaron que se trataba de un accidente. Queremos creerlo», escribía un compañero suyo de estudios. Y es que algunos periódicos franceses, sobre todo 'Le Figaro', dieron por hecho que el prometedor escritor había sido asesinado, mientras los españoles aducían la ausencia de señales de violencia para afirmar que todo se debía a un fatal accidente.

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«Del sumario resulta que el cadáver tenía el reloj y el dinero, y que no se le halló ninguna herida, sino una suerte contusión en una pierna, lo cual, unido a la particularidad de haberle encontrado los bolsillos llenos de almendras verdes, hace suponer que, cogiéndolas de algún árbol, pudo caer al río», podía leerse, por ejemplo, en 'La Época'. Sea como fuere, lo cierto es que aquel fatal desenlace truncó dramáticamente la prometedora carrera de Lande, un joven y brillante escritor, «pequeño de estatura, delgado y hábil, afable y alegre», que tan fascinado estaba por las letras y las costumbres de España.

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