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Fachada del edificio histórico de la Universidad de Valladolid en los años 50 del siglo pasado. En su esquina se aprecia la torre del observatorio, uno de los elementos hoy desaparecido. Archivo Municipal
Si estudias, no cuentes los leones de la Universidad de Valladolid

Si estudias, no cuentes los leones de la Universidad de Valladolid

Valladolid, piedra sobre piedra ·

El edificio histórico funde varias reformas y añadidos desde el siglo XV, entre los que destaca su fachada gótica o su majestuosa escalera imperial

Martes, 24 de diciembre 2019, 08:17

El edificio histórico de la Universidad de Valladolid dibuja en el plano urbanístico una de las mejores piezas de arte civil de la ciudad. Esta belleza ecléctica, que tan pronto descubre una imponente escalera como adosa un edificio funcional, cobijó la incipiente y creciente institución universitaria en Valladolid desde que se fundó como edificio gótico, allá por el siglo XV. Mantiene la leyenda que si cuentas los leones que custodian su entrada principal y delimitan su perímetro – por cierto, para proteger a cualquiera que huyese de la ley, privilegio que compartía la Universidad con el Rey y la Iglesia- no aprobarás tus estudios universitarios. Aunque el mejor remedio contra ese peligro es hincar los codos, mejor espera a graduarte. Por si acaso.

Aunque hay discusión en torno a su origen, la versión más extendida estima que la Universidad de Valladolid nació en 1241, lo que la convierte en la tercera universidad más antigua de España, sólo por detrás de Palencia y Salamanca. No obstante, este edificio es posterior y data del último cuarto del siglo XV, momento en el que los estudios vallisoletanos toman fuerza, para extenderse posteriormente a otros edificios con la creación de nuevas facultades.

Esta 'Facultad de Leyes' gana sus elementos progresivamente: en el XVI se modelaría su claustro más antiguo y en el XVIII el otro. Posteriormente más elementos se añaden, como la torre del reloj, del siglo XIX; o bien se eliminan tras sucesivas reformas, como la desaparecida torre del Observatorio, que unía ambas fachadas.

Fachada actual y detalles de la misma, así como el ventanal que enmarca el centro de su gran escalera. Rodrigo Jiménez / Alex Castella
Imagen principal - Fachada actual y detalles de la misma, así como el ventanal que enmarca el centro de su gran escalera.
Imagen secundaria 1 - Fachada actual y detalles de la misma, así como el ventanal que enmarca el centro de su gran escalera.
Imagen secundaria 2 - Fachada actual y detalles de la misma, así como el ventanal que enmarca el centro de su gran escalera.

Su fachada principal destaca, ya que es uno de los pocos elementos del edificio que sobrevivió al siglo XX, que además de vivir un incendio sometió a la edificación a una reforma cuyos cambios incluyeron una reducción decorativa de toda la fachada lateral de la calle Librería, mucho más austera en la actualidad. De 1718, la fachada se atribuye a Fray Pedro de la Visitación, aunque también intervinieron otros maestros de obras e incluso, en su parte superior, el salmantino Alberto de Churriguera.

Fachada celosa

Entre otros tallistas y artistas despuntan Antonio Tomé y sus hijos Narciso y Diego, vecinos de Toro, que esculpieron en piedra alegorías de las materias o «ciencias» allí impartidas, personificaron a la Sabiduría o perfilaron a cuatro reyes que simbolizan el apadrinamiento real, así como alumbraron otros relieves, como un escudo pontificio y escudos reales. La fachada nació de los 'celos' que ocasionó a la Universidad el esplendoroso edificio de Santa Cruz. La obra que la diseñó, que pretendía dotar al edificio universitario de una cara visible, alumbraría también la plaza, entonces llamada de Santa María y que desde entonces permitió una mirada puesta en la Catedral.

La escalera, de 1945 y estilo imperial, lleva la firma del arquitecto Constantino Candeira. Los interiores también se vieron arropados por un alicatado de Talavera en los muros, azulejados en su parte inferior y terminados en muro blanco y beige.

A día de hoy, la facultad agrupa los estudios de Derecho de la capital vallisoletana. Se puede caracolear entre sus entrañas para descubrir imponentes clases, pisos 'y medios' o despachos, que a pesar de constituir un conjunto un tanto 'frankenstein' no pierden encanto. No tiene una cafetería decente, pero sí una máquina que reutiliza los vasos de plástico, una ubicación de lo más céntrica y un Paraninfo de impresión, siempre a medio camino entre la estética y la funcionalidad.

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