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La Escuela de Comercio de Valladolid, una concesión de la regente María Cristina
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La ciudad necesitaba personas bien formadas en el ámbito mercantil para atender la demanda de una creciente industria y comercioCorría el año de 1859 cuando en Valladolid se estableció una Escuela de Comercio. No tenía el carácter reglado por el Ministerio, que sí adquirirá 28 años más tarde. Hasta entonces, en el antiguo convento de los Premostratenses (en cuyo solar en el siglo XX se construyó el actual colegio García Quintana –Plaza de España-), la Diputación tenía establecidas varias cátedras –entre ellas la de Inglés- de una Escuela de Comercio. En aquel viejo edificio, tales estudios convivían con una escuela de párvulos, otra de primera enseñanza y la Escuela Normal de Maestros.
Aquella Escuela de Comercio no contaba con el amparo reglamentario del Gobierno, pero Valladolid necesitaba tener personas bien formadas en el ámbito mercantil para atender la demanda de una creciente industria y comercio que despegaba con la llegada del ferrocarril, la producción y exportación de cereales, una creciente industria metalúrgica y la expansión del comercio y la banca, entre otras actividades.
Mas la ciudad no se conformaba con estos estudios, digamos alegales, por lo que en mayo de 1867 los profesores, los alumnos y los peritos mercantiles envían una carta al Ministro de Fomento apremiando a que se mejoren las condiciones formativas y profesionales de quienes se formaban en la Escuela de Comercio de Valladolid.
Es el caso que, tras la insistencia de las instituciones vallisoletanas, finalmente, a partir de 1887 Valladolid ya dispuso de su necesaria Escuela Elemental de Comercio mediante el Real Decreto de 11 de agosto. Las clases, por entonces, se impartían en la casa número 71 de la calle Corredera de San Pablo –actual calle Angustias-. Todas las instituciones de la ciudad se pusieron a disposición de lo que necesitara la nueva y flamante Escuela: desde el Arzobispado, a la Capitanía Militar pasando por la Academia Provincial de Bellas Artes o la Delegación de Hacienda, amén de la Diputación y el Ayuntamiento, quienes eran los que se hacían cargo de los gastos de la Escuela.
Pero aquella formación Elemental, en la que se adquiría el grado de Perito Mercantil, no cerraba las aspiraciones de que Valladolid contara con una Escuela Superior de Comercio. Eran muchos los alumnos matriculados y aquellos que querían conseguir el título de Profesor Mercantil tenían que desplazarse a Madrid, cosa que no estaba al alcance de todos los bolsillos.
En octubre de 1897, el alcalde de Valladolid, el presidente de la Diputación y uno de los propietarios de El Norte de Castilla, D. Santiago Alba, acuerdan elevar al Ministerio de Fomento la petición de que la Escuela de Comercio de Valladolid pase a ser Superior. Al mismo tiempo solicitan la intercesión del influyente D. Germán Gamazo (había sido ministro de Fomento y de Hacienda en dos distintos periodos).
Cuatro años más tarde, y sin que hubiera cejado el empeño vallisoletano por conseguir aquellos estudios superiores, el Ministerio de Instrucción Pública, que dirigía el conde de Romanones, pasó a la reina regente María Cristina el decreto elevando a Superior la Escuela Elemental de Valladolid. Aquello ocurrió el 1 de enero de 1902.
A punto de iniciarse el curso de 1909, y tras estudiar diversas alternativas, la Diputación firma el arriendo de un local más amplio que el de la Corredera de San Pablo. Se trataba de un edificio en la calle Chancillería número 14, en el que el afamado marmolista Carlos Cazenave había tenido su casa y su taller.
Mas, tampoco este nuevo emplazamiento solucionó adecuadamente los problemas de espacio y estabilidad que la Escuela necesitaba. Problemas que se derivaban porque carecía de aulas suficientes (el colegio del Salvador cedió gratuitamente algunas de sus aulas), el Estado no aportaba dinero para pagar el alquiler (lo que originaba dificultades de tesorería al Ayuntamiento y la Diputación –que se hacían cargo de los gastos-), y la Cámara de Comercio también estaba instalada en las dependencias de la Escuela.
Era, por tanto, imperioso disponer de un local que diera estabilidad suficiente a la Escuela. Tras diversas gestiones y tentativas de nuevos emplazamientos, la solución vino de un acuerdo con el Ministerio de Instrucción pública que financió la construcción de un edificio de nueva planta en un solar propiedad del Ayuntamiento en la calle de la Estación.
No obstante, no todo fue rodado, pues el presupuesto inicial se quedaba corto y en opinión de algunos, la superficie del solar era insuficiente. Es el caso que en febrero de 1923 se adjudicó el proyecto de construcción a los arquitectos Estallés y Mora. Pero diversos retrasos y paralizaciones llevaron a que en 1926 se nombrara un nuevo arquitecto que concluyese las obras. Se trataba de Cuadrillero Sáez que ya tenía acreditada obra en Valladolid. Y en octubre de 1929 comenzó el curso en el nuevo edificio de la calle Estación número 5. El director era Alfonso Delibes Cortés, padre de Miguel Delibes Setién, en cuya escuela obtuvo en 1943 la cátedra de Derecho Mercantil.
Desde entonces la Escuela ha conocido varios planes de estudio y cambios de nombre. En 1932 alcanzó el grado de Altos Estudios Mercantiles; en 1972 paso a llamarse Escuela Universitaria de Estudios Empresariales; y desde el año 2013, para adaptarse al llamado Plan de Bolonia, su nombre ha pasado a ser el de Facultad de Comercio.
Su actual emplazamiento está desde enero de 1994 en un nuevo edificio construido en la plaza del Campus Universitario, situada en el llamado Campus Esgueva, frente a la Facultad de Filosofía y Letras.
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