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Los tranvías de la Plaza Mayor, como el del fondo, fueron atacados por los mauristas en 1919. MINISTERIO DE CULTURA
Escraches de hace cien años

Escraches de hace cien años

A Royo Villanova lo hirieron con una barra de hierro mientras los liberales eran hostigados en su sede y en las calles. Aquellas elecciones de 1919 dejaron una insólita huella de violencia

Martes, 18 de junio 2019, 07:36

Eran las cuatro y media de la tarde y en la calle Constitución se mascaba la tragedia. Aquel 29 de mayo de 1919, cuarenta y ocho horas antes de una cita electoral histórica, las juventudes mauristas no ocultaban sus intenciones. Acababan de salir del Salón Pradera, eufóricos aún tras el banquete-homenaje organizado en torno al conde de Gamazo y César Silió, a quienes habían acompañado hasta la estación de tren, cuando apuntaron hacia su próximo objetivo. Primero llegaron a su sede, situada en la esquina formada por las calles de Santiago y Constitución, para, acto seguido, transitar unos pocos metros más en dirección al Círculo Liberal. Lo que ocurrió después, hace ahora cien años, escandalizó a los viandantes, alertó a las autoridades y saltó a las portadas de periódicos nacionales. Hubo hasta tiros.

Para entenderlo en su justa medida es preciso reparar, primeramente, en la crisis generalizada del sistema político de la Restauración que se estaba viviendo. La inestabilidad de los sucesivos gobiernos venía azuzada por factores como la cada vez más insoportable carestía de las subsistencias, la fragmentación de los partidos dinásticos (conservador y liberal), la presión ejercida por fuerzas nacionalistas (catalanas y vascas, fundamentales) y otras decididas a acabar con el sistema (socialistas, republicanos), y la agitación provocada por la irradiación de la revolución soviética. Cuando en abril de 1919 el conservador Antonio Maura retornó a la presidencia del gobierno, no tardó en erigirse en portavoz del alegato popular contra el caciquismo, pero también contra la figura del ex ministro Santiago Alba, líder de la Izquierda Liberal y dueño y señor de la política vallisoletana.

Las elecciones a Cortes del 1 de junio de 1919 fueron planteadas por los de Maura como una auténtica batalla contra la revolución. Argumentaban la defensa del orden y de la religión, propugnaban la unión de la Iglesia y el ejército y se proponían acabar con un sistema político al que tildaban de caduco y caciquil. Y como para los mauristas Valladolid era un feudo albista más que apetecible, no dudaron en atacar al prócer de la Izquierda Liberal, que además era propietario de los tranvías y de El Norte de Castilla. Le acusaban de ser cómplice de los revolucionarios. No es casualidad, de hecho, que a escala nacional unieran sus fuerzas contra Maura liberales dinásticos, republicanos y socialistas. El mismo Alba se mostró partidario de abrir el sistema a nuevas fuerzas políticas, incluyendo ministros del Partido Socialista, aunque sin romper con la monarquía de Alfonso XIII, al que encomendaba encabezar el proceso.

La lucha por ganar en el distrito de Valladolid fue terrible. Candidatos mauristas y católicos, que iban de la mano, agitaban el fantasma del «bolchevismo» en el caso de que ganaran los liberales, mientras estos acusaban a los diferentes gobernadores civiles de actuar al dictado de Maura y entorpecer sus actos de campaña. El distrito de Valladolid se lo disputaban Julio Pimentel y Justo Garrán por parte de los mauristas/católicos, y Santiago Alba y Antonio Royo Villanova desde el lado liberal-albista. La tensión fue tan elevada, que aquella tarde del 29 de mayo de 1919 ocurrió lo peor. Los jóvenes mauristas, a quienes hemos dejado dirigiéndose al Círculo Liberal tras homenajear a Silió y al conde de Gamazo, prorrumpieron en mueras a sus adversarios políticos en plena calle. Algunos hasta pararon los tranvías y comenzaron a gritar «¡Abajo los guillenes!» y «¡Muera el financiero!», en referencia a Julio Guillén, candidato albista por el distrito de Villalón y padre del célebre poeta Jorge Guillén. Entretanto, los que fueron llegando a la sede liberal comenzaron a subir las escaleras al grito de «¡A por ellos!» y «¡A matarlos!».

Arriba, salón del Círculo liberal. Abajo, conde de Gamazo y Justo Garrán; y a la derecha, Santiago Alba. EL NORTE
Imagen principal - Arriba, salón del Círculo liberal. Abajo, conde de Gamazo y Justo Garrán; y a la derecha, Santiago Alba.
Imagen secundaria 1 - Arriba, salón del Círculo liberal. Abajo, conde de Gamazo y Justo Garrán; y a la derecha, Santiago Alba.
Imagen secundaria 2 - Arriba, salón del Círculo liberal. Abajo, conde de Gamazo y Justo Garrán; y a la derecha, Santiago Alba.

Dos tiros sonaron en pleno salón del Círculo Liberal, donde dio comienzo una verdadera batalla campal. El mismo Royo Villanova fue agredido «con una larga y gruesa pértiga de las que usan los comerciantes para correr las persianas metálicas», resultando herido en la muñeca derecha. «De la pelea resultaron heridos, en un brazo, el concejal liberal don Antonio del Campo; en la cabeza, el vicepresidente de la Diputación don Francisco Bocos, y otros varios con lesiones de menor importancia. (...) Royo Villanova y del Campo fueron curados en el mismo Círculo Liberal por los doctores Villa y Vega. Los demás heridos, que son en número relativamente considerable, fueron curados en sus domicilios», informaba este periódico.

Los resultados de aquellas elecciones, favorables a los conservadores a escala nacional, también lo fueron en el distrito de Valladolid, para desdicha de los albistas. Tal era el odio que algunos sectores políticos profesaban hacia Alba, que los socialistas, encabezados por Óscar Pérez Solís, se conchabaron con los de Maura para hacer fracasar su candidatura. En aquellas elecciones resultaron elegidos diputados el maurista Pimentel y el católico Justo Garrán, director de 'Diario Regional', frente a un solo albista, el propio Alba. Royo Villanova también fue derrotado. La lista la completarían el maurista conde de Gamazo por el distrito de Medina del Campo, y los albistas Julio Guillén por Villalón y José María Zorita por Nava del Rey.

Antonio Royo Villanova, sentado en el centro, en la redacción del El Norte de Castilla. ENC

Objetivo, colocar a Royo

Emilio Gómez Díez. ENC

Tampoco las elecciones al Senado, celebradas días después, estuvieron exentas de sobresaltos. Desde las filas albistas se acusó al gobernador civil de actuar al dictado de Maura para hacer fracasar la candidatura liberal. Lo cierto es que, como ha escrito Juan Antonio Cano, el presidente de la Diputación, el albista Emilio Gómez Díez, intentó obstaculizar la proclamación de compromisarios, que apoyaba la candidatura maurista, forzando la legalidad. Ante ello, el gobernador le desposeyó de sus atribuciones. Los albistas, que trataron sin suerte de colocar a Royo Villanova en el tercer puesto de la candidatura al Senado, terminaron derrotados, pues coparon los puestos los mauristas Eusebio Giraldo, José Jalón y Ángel Mateo. Los de Alba llevaron la cuestión al Parlamento, pero todo se solucionó meses después, con el cambio de gobierno y el nombramiento de un nuestro ministro de la Gobernación, Manuel Burgos, que ofreció a Royo el acta senatorial a través de una elección parcial; de esta forma, el ex director de El Norte de Castilla pudo ser finalmente senador, aunque por la provincia de Huelva.

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