El edificio que el duque de Lerma seleccionó para los reyes
Valladolid, piedra sobre piedra ·
Por estas estancias, que hoy utiliza el Ejército, pasaron Napoleón Bonaparte, Santa Teresa de Jesús o VelázquezValladolid, piedra sobre piedra ·
Por estas estancias, que hoy utiliza el Ejército, pasaron Napoleón Bonaparte, Santa Teresa de Jesús o VelázquezEl duque de Lerma bien podría ser considerado el especulador inmobiliario de su siglo. El valido se dedicó a comprar y reformar varios inmuebles para después convencer al rey Felipe III de que lo más conveniente era trasladar la corte a Valladolid. El Palacio Real vallisoletano tuvo un papel fundamental en la decisión, pues el duque, que había remodelado la antigua residencia de Francisco de los Cobos, tentó al monarca con él. Gracias al traslado, en 1601, todas las haciendas del de Lerma aumentaron de precio súbitamente y éste lo aprovechó para enriquecerse.
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Empezaba la época dorada de un palacio en el que nacerían la que se convertiría en reina de Francia, Ana de Austria, y su hermano, el futuro Felipe IV. Por él también desfilaron -o en él hicieron noche- un sinfín de figuras históricas célebres, entre ellas Lord Wellington, Santa Teresa de Jesús, Diego Velázquez o Napoleón Bonaparte durante la Guerra de la Independencia.
Se emplaza frente a la iglesia de San Pablo y se construyó en torno a dos patios. El principal es el diseñado por Luis de Vega, de forma rectangular y adornado por medallones que muestran rostros de nobles y guerreros; mientras que el segundo es conocido como la Galería de los Príncipes de Saboya y posee arcos de medio punto, así como una fuente central marmórea decorada por sirenas y delfines.
En varias épocas, el palacio, que consta de tres alturas, incorporó sucesivamente elementos como su escalera Imperial, que se atribuye a Ventura Rodríguez; su salón del Trono o su Oratorio de la Reina. Una de las reformas la ordenó Carlos I de España para daptarla a las visitas cuando los reyes se alojaran en la ciudad.
Mientras Felipe III y la corte residieron en Valladolid se inventaron para él conexiones que incluían pasadizos aéreos y subterráneos, destinados a proporcionar discreción a las entradas y salidas. Los nacimientos de la infanta Ana María Mauricia y del príncipe Felipe, así como la rica actividad que experimentó Valladolid de 1601 a 1606 provocaron en el palacio en particular y en la ciudad en general un gran trasiego de visitas de artistas, personalidades y embajadores. Esta vitalidad decayó al cambiar el rey su residencia por los aposentos del Buen Retiro de Madrid.
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Pero no acaba ahí la memoria del bastión. Durante dos semanas dio cobijo a Napoleón y sus tropas. El emperador francés, que venía de Astorga, entró a la fuerza en Valladolid a principios de 1809 y su paso por los salones reales - y el de 3.000 de sus soldados- arrasó con las estancias palaciegas. No sería la única experiencia militar de sus paredes, que más tarde acogieron al General Espartero.
En la actualidad y desde 1876 actúa como Capitanía General del Ejército y solo una pequeña parte del edificio permanece abierta al público. En concreto, se puede conocer de manera gratuita los miércoles por la mañana, con visita guiada, pero hay que reservarla previamente, lo que le hace más desconocido que otros grandes monumentos de la zona, como el Palacio Pimentel o el Museo de Escultura.
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