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Primera hoja del famoso informe del sacerdote Alberto Onaindia sobre la liberación del arzobispo de Valladolid. ARCHIVO GENERAL MILITAR
El cura de Valladolid que denunció el bombardeo de Guernica

El cura de Valladolid que denunció el bombardeo de Guernica

Alberto Onaindia (1902-1988), canónigo de la Catedral vallisoletana cuando estalló la Guerra Civil, salvó al arzobispo de ser fusilado y defendió la República como asesor del gobierno vasco

Martes, 13 de abril 2021

Cuando en diciembre de 1929, en un ejercicio «brillantísimo», obtuvo por oposición la canonjía de la Catedral vallisoletana, la prensa católica acogió con alborozo su llegada. Ocho años después, sin embargo, esa misma prensa pedía su expulsión por ser «el cabecilla del separatismo vasco» y el ejemplo viviente de «la conducta indigna y escandalosa». Se llamaba Alberto Onaindia Zuloaga y ha pasado a la historia por ser el primer cura español que denunció el bombardeo de Guernica ante la Santa Sede, además de defender la postura favorable a la República del gobierno vasco y, por ende, del PNV.

Objeto de numerosos homenajes en tierras vascas por sus denuncias antifranquistas durante y después de la guerra, el 90 aniversario de la segunda experiencia republicana en España es buena ocasión para recordar la impronta de Onaindia en Valladolid. Y es que, además de dirigir la Acción Católica, responsabilidad aparejada a su cargo, enseguida llamó la atención por sus buenas dotes como predicador. El Norte de Castilla destacó, por ejemplo, sus sermones de Cuaresma en la iglesia de Santiago y en la Catedral, su «sermón de Pasión» el Jueves Santo de 1930 en la iglesia del Salvador, sus intervenciones en los novenarios a San Pedro Regalado y San José de la Montaña, y sus charlas sobre la necesidad de potenciar el apostolado seglar y el sindicalismo católico frente al avance del socialismo.

Esta última faceta, la de propagandista del catolicismo social como medio de contrarrestar al sindicalismo socialista, llamó la atención del obispo de Vitoria, Mateo Múgica, que requirió sus servicios. Era 1932. Onaindia contribuyó por ello a impulsar el sindicato ELA-STV en Vizcaya y a fundar incluso la famosa Agrupación Vasca de Acción Social Cristiana junto al jesuita Joaquín Azpiazu. Pero su actuación más importante llegó con la Guerra Civil, sobre todo al tener noticia de la detención del arzobispo de Valladolid, el vasco de Galdácano Remigio Gandásegui, por milicias anarcosindicalistas mientras convalecía en la clínica donostiarra de San Ignacio, donde se había trasladado el 17 de julio de 1936 para someterse a una operación de prostatitis.

El episodio, cuya documentación puede consultarse en el Archivo General Militar de Ávila, lo desveló en 1987 el historiador Fernando de Meer, y da cuenta de las gestiones del sacerdote para salvar al prelado mientras en Valladolid ya se le daba por fusilado. En efecto, Onaindia y el anarquista Jesús Escauriaza alertaron de la situación al militante del Partido Nacionalista Vasco (PNV) Andrés de Irujo, hermano del ministro de Justicia republicano Manuel de Irujo y, en esos momentos, comisario de Orden Público de Guipúzcoa, quien logró que los anarquistas trasladasen a Gandásegui y a su capellán, Valerio Caudevilla, desde el Colegio de Miracruz a San Sebastián.

El 8 de septiembre de 1936, festividad de la Virgen de San Lorenzo, patrona de Valladolid, los sacaron disfrazados y con documentación falsificada de la Junta de Defensa de Guipúzcoa. «El Sr. Arzobispo vestía traje azul, vestido de boina vasca, y para mayor disimulo en los siete controles mandados por comunistas, socialistas y anarquistas iba leyendo EL LIBERAL, periódico anticlerical de Bilbao», escribe Onaindia. 17 días después Gandásegui llegaba a Valladolid.

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El sacerdote, por su parte, continuó en tierras vascas contribuyendo a la causa del PNV. Nombrado asesor por el lehendakari Aguirre, justificó ante la Santa Sede la postura prorrepublicana del nacionalismo vasco y del gobierno de aquel, consiguió el canje de otros prisioneros, incluido el administrador apostólico de Vitoria -y futuro obispo de Palencia- Francisco Javier Lauzurica, y fue el primero en denunciar en foros internacionales, especialmente en The Times, el terrible bombardeo nazi de Guernica, que él mismo presenció. Su actuación fue determinante en las conversaciones desarrolladas en San Juan de Luz con tropas italianas, aliadas de Franco, que darían como resultado el famoso Pacto de Santoña de 24 de agosto de 1937.

Tres meses antes, el cabildo catedralicio de Valladolid le había abierto un duro expediente sancionador por su «conducta indigna y escandalosa», haciendo constar a la prensa de los sublevados que «ha roto para siempre toda hermandad con él y moralmente le considera como excluido de su seno». La sanción, firmada por el vicario capitular Jose Zurita y publicada en el Boletín del Arzobispado de Valladolid el 7 de marzo de 1938, lo acusaba de intervenir a favor de «los rojos separatistas» y de haber colaborado con el comunismo -pese a reconocer sus gestiones a favor de Gandásegui-, por lo que le separaba a perpetuidad de su beneficio en la Catedral.

Luego, durante su exilio en Londres y Paris, Onaindia siguió defendiendo la causa del nacionalismo vasco y atacando duramente la sublevación militar contra la República. Fueron famosas, en este sentido, sus colaboraciones radiofónicas bajo los seudónimos «James Masterton» y «Padre Olaso». Además, entre 1951 y 1971 trabajó como traductor para la UNESCO. Falleció el 18 de julio de 1988 en su domicilio de San Juan de Luz. Muchos años antes había recurrido con éxito aquella sanción que le despojó de su canonjía vallisoletana.

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