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Aquellas hojas clandestinas lanzadas el 22 de octubre de 1968 por el movimiento universitario antifranquista de la Facultad de Derecho, requisadas por la policía, citaban el episodio como un hito importante en su corta pero intensa trayectoria. Había ocurrido en abril de 1967, cuando algunos estudiantes que combatían al sindicato oficial decidieron homenajear a Miguel Hernández, el «poeta del pueblo», con un cuadernillo clandestino para conmemorar el 25 aniversario de su muerte.
En pleno desarrollismo franquista, exponentes de aquellas generaciones que no habían vivido el trauma de la Guerra Civil, especialmente jóvenes obreros y universitarios, alarmaban a las autoridades por sus actividades de propaganda y agitación social. En la Universidad de Valladolid fueron los estudiantes de Medicina los primeros en oponer al sindicato oficial el llamado Sindicato Democrático de Estudiantes (SDEU). Era 1965. Progresivamente, las Facultades de Derecho, Ciencias y Medicina fueron incorporando activistas al SDEU.
El gobierno franquista trató de neutralizar la contestación estudiantil publicando el Decreto de 7 de abril de 1965, a partir del cual creaba una nueva estructura progubernamental que, además de reabsorber las reivindicaciones estudiantiles, hiciera fracasar la constitución del Sindicato Democrático de Estudiantes. Así nacieron las Asociaciones Profesionales Estudiantiles (APE), coordinadas, a escala nacional, por el profesor de la Universidad de Granada Juan Luis Ortega Escós.
Como era de prever, la Unión de Estudiantes Demócratas y la FUDE, en un documento conjunto fechado en mayo de 1965, no dudaron en arremeter contra las APE, cuyo fracaso en las «elecciones» universitarias de 1965-1966 fue estrepitoso. En Valladolid, las críticas directas a esta nueva estructura acontecieron en una asamblea de alumnos de primer curso celebrada el 15 de noviembre de 1966 en la Facultad de Derecho.
Dos años después, 40 universitarios eran detenidos cuando se dirigían a una reunión convocada en Valencia, en el transcurso de cuya preparación se creó la Junta de Interfacultades vallisoletana; entre ellos, Gaudencio Esteban, delegado de la Facultad de Derecho. Como contestación se organizaron protestas los días 5 y 6 de febrero de 1967.
En ese contexto de creciente conflictividad, Manuel Conde del Río, que posteriormente sería el primer secretario político del PSOE de Valladolid; Fernando Moráis de la Horra, que militaría en el maoísta Partido del Trabajo de España (PTE); Miguel Ángel Corcuera y Juan María Terradillos, a quienes las fuerzas policiales consideraban próximos al Partido Comunista, planearon el homenaje al poeta alicantino. Lo llevarían a cabo en la Facultad de Derecho mediante la elaboración de un cuadernillo, con portada de Félix Cuadrado Lomas, en el que, además de la biografía del poeta y de algunos de sus poemas escogidos, figurarían versos de Enrique Barrigón, Miguel Carbajo y Luis Miguel Madariaga.
El pintor del Grupo Simancas, fallecido el pasado 17 de noviembre, aunaba su compromiso con la renovación del arte y la cultura con una indisimulada postura de disidencia antifranquista. Cuadrado Lomas dibujó dos golondrinas al vuelo, símbolo de la libertad, proyectadas sobre un sol de color rojo. Una composición que las fuerzas policiales considerarían demasiado subversiva.
Como recuerda Manuel Conde, en un primer momento intentaron sacar adelante la publicación con los permisos pertinentes, pero las «máximas autoridades académicas» se lo negaron esgrimiendo la previsible «politización» del acto. Tampoco les apoyaron los Colegios Universitarios de la Compañía de María y de Santa Teresa de Jesús, mientras la cámara de la Facultad de Ciencias adujo su negativa a «celebrar toda actividad que no fuese única y exclusivamente de tipo profesional».
No les quedó otro remedio que recurrir a las máquinas clandestinas. Cuando la «vietnamita» de Derecho ya no dio para más, acudieron a la de la Asociación de Alumnos de Medicina, pero todos los ejemplares a ciclostil tirados en esa Facultad terminaron desapareciendo. Los cuadernillos de Derecho, puntual y clandestinamente repartidos el 1 de mayo de 1967, fueron enseguida requisados por la policía. Curiosamente, aquella portada tan subversiva a ojos de las autoridades franquistas fue expuesta por la Biblioteca Nacional, hace tres años, señalando su procedencia como dibujo incautado por la policía.
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Jon Garay y Gonzalo de las Heras
Equipo de Pantallas, Leticia Aróstegui, Oskar Belategui, Borja Crespo, Rosa Palo, Iker Cortés | Madrid, Boquerini, Carlos G. Fernández y Mikel Labastida
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