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Enfrentamientos en Valladolid entre tropas gubernamentales y voluntarios republicanos de la libertad en enero de 1874. EL NORTE
Historia de Valladolid: Convulsa Primera República

Convulsa Primera República

Lo más comentado en Valladolid durante los once meses que duró la experiencia republicana de 1873 fueron dos sucesos sangrientos

Martes, 21 de febrero 2023, 00:09

La primera experiencia republicana en España, de la que ahora se cumplen 150 años, registró en Valladolid dos sucesos trágicos y sangrientos. Fue sin duda lo más destacado de aquellos once meses ya de por sí convulsos, que en esta ciudad les tocó lidiar al liberal Mariano Barrasa Díez, alcalde desde el 15 de febrero de 1872 hasta el 24 de agosto de 1873, y a Manuel Pérez-Terán, conocido por su radicalismo y su fe republicana-federal, que se mantuvo en la alcaldía hasta el 4 de enero de 1874. Barrasa ya vivió en primera persona un acontecimiento premonitorio: la frialdad con la que el pueblo vallisoletano recibió la entrada en la ciudad de Amadeo de Saboya, a cuyo paso poca gente se descubrió y a quien casi nadie aclamó. Era julio de 1872.

Forzado a abdicar a causa del fraccionamiento de la coalición gubernamental entre seguidores de Sagasta y partidarios de Ruiz Zorrilla, Amadeo salió de España al día siguiente de proclamarse, por 258 votos contra 32, la I República, cuyo primer presidente sería el republicano federal Estanislao Figueras. Nacía el nuevo régimen político asediado por problemas internos y externos. La crisis económica mundial se sumaba, en efecto, a las divisiones internas entre federalistas de Pi i Margall, radicales y unitarios de Salmerón y republicanos conservadores liderados por Castelar, pero también a la inquina de monárquicos, conspiraciones cantonalistas y algaradas carlistas.

Esto último fue motivo de rumores y chanzas en la ciudad cuando, en julio de 1873, este periódico se hizo eco de un bando del cura carlista Ignacio Santa Cruz que ordenaba la expulsión de la provincia de Guipúzcoa de «todas las mujeres que consideran el amor bajo un punto de vista comercial». Pero más grave aún fue lo ocurrido en el mes de abril, apenas estrenada la experiencia republicana: dos personajes bien conocidos en la ciudad, José Zabalbeitia y José González, apodado «el Trapero», intentaron asaltar el Ayuntamiento porque lo consideraban demasiado apegado aún a las tendencias monárquicas. Aunque fueron rápidamente detenidos, no tardarían en salir en libertad.

Barrasa no dudó en seguir sus pasos y estrechar la vigilancia, más aún al tener noticias de que ambos estaban recorriendo diversas ciudades de España para recabar apoyos a los movimientos cantonalistas. Sus sospechas no eran infundadas: el 20 de julio de 1873, Zabalbeitia y González fueron sorprendidos por Voluntarios de la Libertad en compañía del capitán que mandaba la Artillería en la ciudad, Antolín Sánchez. Con la excusa de viajar a Madrid, planeaban bajarse a los pocos minutos en una zona cercana a la antigua prisión, prender fuego a las tierras colindantes, alertar con ello a las fuerzas de orden público y tener las manos libres para acometer la insurrección en Valladolid.

Conducidos a través del Campo Grande hacia dependencias policiales, protagonizaron un forcejeo y Sánchez intentó salir huyendo. Fue el primer abatido por los disparos de los voluntarios. Pocos minutos después corrió la misma suerte Zabalbeitia, que había intentado arrebatar el revólver al comandante del primer Batallón de Voluntarios. El alcalde no dudó en condenar los hechos y alertar por escrito al vecindario: «Semejante acontecimiento, a la vez que servirá de severa lección a los que mal aconsejados conspiran sin descanso para introducir la perturbación y la anarquía, demostrará a la Nación que en la capital de la Vieja Castilla, tierra clásica de la honradez y la hidalguía, jamás tendrán cabida los que con la tea del incendiario y el puñal del asesino traten de poner en práctica tan desalmados planes que tratan de destruir la sociedad y sembrar el luto y la desolación en el seno de las familias».

Antiguo edificio consistorial de Valladolid, fotografiado por J. Laurent. MINISTERIO DE CULTURA

Pocos días después, los republicanos federales acometían los primeros trabajos para intentar crear un «cantón castellano» formado por representantes de once provincias: las actuales de Castilla y León más Logroño y Santander. Una empresa harto complicada si tenemos en cuenta, por ejemplo, que ese mismo mes de julio se estaba preparando el «cantón federal de Ávila» y que el 22 se hizo público que Salamanca y Béjar se habían declarado en «cantón independiente». Sustituido Barrasa al frente de la alcaldía por el republicano federal Manuel Pérez-Terán, este imprimió un giro radical a su mandato con medidas como el anuncio del final de las subvenciones municipales a cualquier culto religioso y la sustitución de las Hermanas de la Caridad que atendían el Hospital de Esgueva por personal sanitario profesional, y otras simbólicas como definir el Ayuntamiento como «republicano-federal» en lugar de «constitucional», o sustituir el tratamiento de «don» a los concejales por el de «ciudadano». También se procedió a derribar las puertas del Carmen o de Madrid y las murallas, así como las puertas de Tudela, acordándose hacer lo mismo con el Portillo del Prado, obras que procuraron trabajo a las clases más pobres de la ciudad.

El final de hecho de la primera experiencia republicana vino de la mano, o más bien del sable, del general Pavía, quien, aprovechando las acometidas de los republicanos federales contra el gobierno de Castelar, en enero de 1874 tomó las Cortes por la fuerza de las armas, al viejo estilo de los pronunciamientos militares. También en Valladolid se produjeron enfrentamientos entre batallones de voluntarios y tropas gubernamentales. Los disparos de fusilería y cañones tronaron en la zona del Campillo de San Andrés y en las cercanías del Campo Grande. Derrotados, los voluntarios se retiraron a las once de la noche del 4 de enero de 1874. Acto seguido, Pérez-Terán dimitió como alcalde y Barrasa retornó al cargo.

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