La capilla de Valladolid que guarda con celo el amor de Chindasvinto por Reciberga
Historias de aquí ·
En el templo de San Román de Hornija se encuentra el enterramiento del rey godo y su esposa; junto a él, un bello epitafio que demuestra la adoración que sentía por ella
La provincia de Valladolid atesora un abultado rastro de la época visigoda. Una presencia que tuvo en la ciudad de Toledo su principal foco.
De entre los aproximadamente veinticinco parajes y municipios en los que la profesora de la Universidad de Valladolid Ángeles Alonso Ávila señala en la provincia, hay uno que tiene una de las historias más bonitas que puedan contarse. Se trata de la capilla que en la iglesia de San Román de Hornija guarda, según la tradición, el enterramiento del rey godo Chindasvinto y de su amada esposa Reciberga. Chindasvinto falleció el 30 de septiembre de 653 y Reciberga el 18 de octubre de 646.
Resumiendo mucho la historia de este asentamiento, y siguiendo la ficha que del mismo tiene el Archivo Histórico Nacional, diremos que la tradición benedictina sostiene que se trata de un monasterio dedicado al monje benedictino San Román y que habría sido fundado por San Fructuoso, el gran patriarca del monacato berciano en el siglo VII. Contó con el patronazgo de Chindasvinto y, en la continuación de la 'Historia de los Reyes Godos' de San Ildefonso, se asegura que el rey Chindasvinto fue sepultado en la iglesia-monasterio de Hornija que él había construido desde sus cimientos.
En cualquier caso, la iglesia actual es el resultado de una construcción barroca del siglo XVIII aunque reutilizando piedras y algunos elementos ornamentales anteriores. Está declarada Bien de Interés Cultural desde marzo de 1999.
Los arqueólogos María Consuelo Escribano, Miguel Ángel Marcos, Ángel Palomino y Manolo Serrano, en el año 1989, realizaron una intervención en la zona de la capilla de Chindasvinto y tras dos meses de trabajo llegaron a la conclusión de que hay pocas certezas acerca de este lugar: «Tal vez hubo una fundación visigoda para instalar un mausoleo real del que quedarían las noticias del obispo Pelayo. Desde luego, hay reutilizados elementos romanos y sin duda en el siglo XII allí se conservaba un conjunto funerario de carácter monumental. Parece que esta sería la primera noticia que recoge la existencia del Mausoleo de Chindasvinto».
En esa capilla se ha creado un pequeño museo en torno a la tradición del enterramiento de Chindasvinto en el que se puede ver un sarcófago de mármol, un pequeño osario con huesos de un hombre y una mujer, elementos arquitectónicos hispano visigodos y una lápida sepulcral con el epitafio que el rey dedicó a su amada esposa Reciberga. No está muy claro si fue escrito por él personalmente o por Eugenio III, arzobispo de Toledo y poeta. El epitafio que se muestra en San Román de Hornija es una de las versiones del original o de una de las diversas trascripciones que del mismo se han hecho a lo largo de los siglos. Según el arqueólogo alemán Fedor Schlimbach, la tablilla de mármol de San Román de Hornija es una versión que mediado el siglo XIX sustituyó a otra anterior más antigua.
En cualquiera de las variantes que se conocen lo cierto es que se expresa el gran amor que mostró Chindasvinto por su esposa: «Si la vida con oro se comprara / jamás se le atrevería a un rey la muerte, / más como a todos rige igual suerte, / ni el precio al Rey, ni el llanto al pobre ampara. / Así vencido al hado esposa cara, / mi espíritu a los santos se convierte, / porque resucitada puedo verte, / al lado de ellos refulgente y clara, / ¡Adiós pues Reciberga! Siete años / dulce vivir hiciste a Chindasvinto, / y otros tantos te dí al nombre de esposa, / más ya llorar me toca a desengaño, / y a orillas del Ornisga en un recinto,/ a quienes Dios junto, cubra una losa.»
¿Alguien puede escribir más hermosa declaración de amor?
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