Valladolid, piedra sobre piedra
Carlos IV concedió a Juan Antonio de Arenzana y Torres de la Vega, capitán de Estado Mayor de los Reales Ejércitos, el título de conde de Fuentenueva de Arenzana. Casado con María Rafaela Fajardo Mateo, el matrimonio se estableció en Valladolid a finales del siglo ... XVII, en el palacio conocido hoy como Casa de los Arenzana o del conde de Fuentenueva de Arenzana. A juzgar por el tipo de construcción, su fachada y patio, según los expertos, datan de la segunda mitad del siglo XVI. Se desconoce quién fue su propietario original, pero sí se sabe que en 1566 pertenecía a Antón Arias. En la fachada destaca el escudo de armas en piedra de los Arenzana: «cuartelado por cruz de San Juan; en el primero, dos castillos con banderas en sus torres; en el segundo, dos medias lunas con las puntas hacia la derecha, rodeadas con trece estrellas; en el tercero, un león rampante y coronado; y en el cuarto, un oso atado con una cadena a un tejo. Bordura de trece escudos con la cruz de Santiago y otras tantas conchas. Rematado por yelmo con cabeza de hombre barbado y coronado y a su alrededor trece banderas con la media luna», describe Jesús Urrea en su libro 'Arquitectura y Nobleza'.
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Levantado frente al desaparecido Colegio de San Ignacio, el inmueble fue declarado Bien de Interés Cultural, con categoría de Monumento, en 1997. Vecino del Palacio Fabio Nelli y del Palacio de los marqueses de Valverde, la familia mantuvo su propiedad hasta 1852. El segundo conde de Fuentenueva de Arenzana, Tomás de Arenzana y Fajardo, casado con Josefa Moreno y Lombardo, falleció a los 28 años sin descendencia. Su viuda dejó la casa a sus criados, Francisco Álvarez Gil y su esposa Micaela. En 1899 su hija, casada con José Hornedo Huidobro, quien fuera alcalde de Valladolid, seguía manteniendo la propiedad.
El edificio también conocido como Casa de Fernández de Muras, apellido gallego descendiente de Mateo Fernández de Muras, compañero de armas del rey asturiano Ramiro I, 'el asturiano' (790-850), fue rehabilitado en 1988, manteniendo su uso original, reconvertido en edificio de viviendas y oficinas. El inmueble, situado en el número 9 de la calle San Ignacio, mantiene los tres elementos palaciegos: zaguán, patio y escalera claustral. El patio está porticado en dos de sus lados – «hacia el Norte contrariamente a lo habitual», refiere Daniel Villalobos en la 'Guía de Arquitectura de Valladolid'–. «La calidad constructiva se pone de manifiesto gracias a la fachada de piedra de sillería con la que se levantan sus tres cuerpos. Sobre la planta noble aparecen una serie de huecos en hilera que daban a la solana. Suponemos que estos ventanales no tenían carpintería y formaban un paseo superior y cubierto a lo largo de toda la fachada», explica Villalobos.
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Urrea sostiene que este palacio «se trata de la unión de dos casas, a juzgar por las señales que se aprecian en la fachada, tanto en su cornisa como en las diferentes hiladas de piedra. El escudo se colocó, a manera de grapa, justamente donde las dos partes de la fachada se unen».
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