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La calle Cardenal Torquemada, en la actualidad. Rodrigo Jiménez
El Cronista | Callejeando por Valladolid

La calle Cardenal Torquemada: el alma de La Rondilla

Una de las grandes arterias del barrio, cuyo nombre rinde homenaje al dominico que impulsó el convento de San Pablo, nacida al calor del urbanismo de los 60

Jesús Anta

Valladolid

Viernes, 2 de junio 2023, 00:05

Nunca mejor traído el nombre de una calle: Cardenal Torquemada, en el barrio de La Rondilla. Rinde homenaje a Juan de Torquemada, dominico impulsor del convento de San Pablo, y que no debe confundirse con el que fue su sobrino: Tomás de Torquemada, también cardenal, confesor de Isabel la Católica y primer inquisidor general de Castilla y Aragón. Este Torquemada que da nombre a la calle de la Rondilla nació en Valladolid en 1388, fue persona conciliadora y teólogo que escribió importantes tratados. Destinó dineros para construir la iglesia actual del convento de San Pablo, para ayudar a jóvenes casaderas pobres y para redimir cautivos de los turcos. Fue, además, mecenas de artistas y poseyó una de las mejores bibliotecas que hubo en su tiempo.

La Rondilla levantó sus viviendas rompiendo tapias de conventos y ocupando huertas. La urgencia inmobiliaria de los años 60 exigía construir casas para acoger a una población ávida de labrarse un porvenir en la ciudad al llamamiento de las industrias de la automoción, el metal, el textil y la construcción. Empresarios desaprensivos construyeron casas baratas con materiales baratos y cimientos precarios.

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Imagen después - A la izquierda, la calle Cardenal Torquemada, en 1969. A la derecha, en la actualidad.

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Imagen antes - A la izquierda, la calle Cardenal Torquemada, en 1969. A la derecha, en la actualidad.
A la izquierda, la calle Cardenal Torquemada, en 1969. A la derecha, en la actualidad. Archivo Municipal y R. Jiménez

Además, la voracidad especulativa de aquellos años pretendió comerse todo el suelo disponible en La Rondilla. Mas, la determinación del vecindario del barrio y de su asociación vecinal consiguió que se parara semejante barbaridad y con el primer Ayuntamiento democrático se rebajó la tremenda densidad de población que tenía el barrio y se pudo salvar suelo en las inmediaciones de la ribera del Pisuerga para destinarlo a parques, colegios e instalaciones públicas. El frenazo a la especulación tuvo su punto definitivo en julio de 1982, fecha en la que el pleno del Ayuntamiento de Valladolid aprobó adquirir los terrenos de la ribera del Pisuerga y reorientar los suelos que aún quedaban para la construcción.

La calle Cardenal Torquemada, que atraviesa todo el barrio de sur a norte, parte del Instituto Zorrilla (1907) y del Hospital Clínico Universitario (antiguo Río Hortega y antes Residencia Onésimo Redondo), construido al más puro estilo de traza clasicista típico de la arquitectura pública de posguerra en 1953, y termina en el puente sobre el Esgueva que da paso al barrio España.

Un elemento característico de esta vía son la 'calles patio' reconvertidas en plazas, jardines y aparcamientos

Un elemento característico que se va viendo a lo largo de Cardenal Torquemada son las llamadas 'calles patio': calles cerradas entre los bloques de viviendas que servían de tendederos y que se han reconvertido para aparcamiento de coches, crear pequeñas plazas y jardines e, incluso, para que en ellas se hayan podido instalar ascensores que han contribuido a facilitar la vida de la gente y dar una nueva vida a las casas.

Tiene la calle diversos puntos de interés y uno de los primeros que nos encontraremos es el cruce con la Rondilla de Santa Teresa, que por un lado conduce al convento de la Concepción de Carmen -más conocido como de Santa Teresa-, fundado en el siglo XVI por la carmelita de Ávila, y que en el otro alberga unos jardines en los que se conserva la vieja puerta por la que los carros entraban a las huertas del convento de San Pablo.

El desafecto de algunos políticos por la historia del barrio hizo que en 2016 se derribara el primer colegio que tuvo Rondilla: el San Juan de la Cruz (cerrado en 1999), del mismo modesto ladrillo con el que se edificó el barrio pero que guardaba la riqueza de la memoria y las sencillas construcciones de la época. Los gestores municipales de aquel año intentaron pararlo, si bien la maquinaria administrativa puesta en marcha años atrás impidió paralizar aquel desafuero. Al parecer, algún día se terminará el edificio que se levanta sobre su solar sin que nada claro esté a qué se destinará -la previsión es abrir una oficina de la Tesorería de la Seguridad Social-.

Ciclocarril de uso compartido en Cardenal Toquemada. Rodrigo Jiménez

La calle, junto con la de Cardenal Cisneros, que la cruza, mantiene un razonable vigor comercial, muchos de cuyos pequeños locales se hicieron destinando a ello algunas viviendas de los bajos. No faltan a lo largo de la calle los más variados establecimientos que facilitan la vida cotidiana de la gente.

El cambio radical del barrio a partir de los años 80 ha supuesto que cuando la calle Cardenal Torquemada cruza la de Soto aparezca una Rondilla bastante diferente, tanto por la tipología de las viviendas como por los espacios públicos y las dotaciones que hay. Una referencia destacada es la plaza Ribera de Castilla, en la que se ha instalado una bella escultura de Ana Jiménez: 'Cándia' se titula y representa a una niña columpiándose. Diversos dibujos y un verso de Santiago Montes, que dice «Bajando, subiendo, caracol del tiempo», completan el trabajo de la añorada escultora.

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A la altura del número 57-59 de la calle una placa nos recuerda que el edificio se construyó por la Cooperativa de viviendas Parque Rondilla, impulsada por la Asociación Vecinal Rondilla (por cierto, en 1971 fue la primera asociación vecinal que se registró en Valladolid). Este edificio es un referente de cooperativismo, pues en todo momento la obra estuvo dirigida por los futuros propietarios de las viviendas. Se inauguró en 1998. Frente a este inmueble se encuentra otro también construido por una cooperativa de matriz obrera (VITRA) ya desaparecida y adscrita a Comisiones Obreras.

Al final de la calle, y antes de asomarnos al siempre agradable Esgueva, está el Polideportivo Rondilla. Junto a él, unas piscinas descubiertas y un centro de piragüismo completan el primer polideportivo que se construyó en Valladolid, allá por el año 1974.

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