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La localidad de Villaco de Esgueva, presidida por la iglesia de San Sebastián, donde sucedieron los hechos en noviembre de 1900. EL NORTE
El Caín de Villaco

El Caín de Villaco

Un disparo de escopeta acabó con la vida de Epifanio Valdivieso el 19 de noviembre de 1900; lo peor es que le mató su propio hermano

Martes, 8 de diciembre 2020, 08:29

Nada más escuchar el relato de los vecinos, el redactor de El Norte de Castilla no pudo por menos que traer a colación la historia bíblica de Caín y Abel. Ya lo decía en su crónica del juicio: «Es el crimen más antiguo, según la Biblia, y se reproduce con dolorosa frecuencia tanto en las capitales como en los pequeños centros de población». Ocurrió hace 120 años, concretamente el 19 de noviembre de 1900 en la localidad de Villaco, un pequeño pueblo de apenas 240 habitantes. Fue, de hecho, un suceso tan horrible e inesperado, que causó «tremenda impresión en aquel pacífico vecindario».

Epifanio Valdivieso acababa de llegar desde Amusquillo para exigir a su hermano el pago de una cantidad que le debía por renta de una era de pan llevar. Según su relato, Pantaleón le adeudaba dos fanegas de trigo, que irían destinadas a la alimentación del padre de ambos, un pobre septuagenario sin recursos ni capacidad. Llegó a la calle del Mesón, golpeó la puerta de la casa, entró hasta la cocina y comenzó la discusión. Donde Epifanio decía dos fanegas, aquel oponía «tres medias». Hubo voces e insultos. El demandante no se conformaba con la cantidad que le ofrecía Pantaleón, y éste se negaba a pagar lo exigido por su hermano. Una vez en la calle, comenzó la pelea. Epifanio, más robusto, tiró al suelo a su hermano y le propinó unos cuantos golpes con su cayada. Pero cometió el error de dejarle entrar en la casa.

Una detonación alertó a los vecinos, que, asustados, escucharon las «desgarradoras voces que pedían socorro». Epifanio se retorcía en el suelo. Así lo encontraron el cabo de la Guardia Civil, Julián Martínez, y el guardia Antolín Domínguez. El herido «derramaba abundante sangre de una tremenda herida en la cadera izquierda», detallaba el periodista. Nada pudieron hacer para salvarle la vida. Murió al poco tiempo, «en medio de los mas atroces sufrimientos». A partir de la noticia comenzó a hablarse en la ciudad del «fratricidio de Villaco».

Y es que, antes de morir, Epifanio había hecho el inhumano esfuerzo de susurrar a los guardias que su hermano Pantaleón le había herido «disparándole un tiro por la espalda». El minucioso registro en casa del sospechoso no tardó en dar resultado. Una vez hallada la escopeta que había escondido, se lo llevaron directamente a la cárcel, poniéndolo a disposición del juzgado. Pantaleón lo confesó todo. Hombre de «antecedentes desastrosos», el periodista lo describió con crudeza: «Es un hombre viejo, con un acentuado prognatismo y las orejas en forma de asa, como las tenía por ley de herencia su hijo Alberico. (...) Presenta también una acusada asimetría facial y una logorrea tan pronunciada, que obliga al representante del Ministerio fiscal, don Antonio de Nicolás, a suplicar al señor presidente mandar callar al procesado». El periodista no dudó en motejarle «el Caín de Villaco»

En el juicio, celebrado a principios de julio de 1901, Pantaleón se retractó de su primera confesión señalando que, si se decidió a sacar la escopeta, fue solo para intimidar a su hermano, que no paraba de darle golpes; y que fue luego, a causa del forcejeo y sin ninguna intención, cuando se le disparó, hiriendo a Epifanio de gravedad. Una versión que, sin embargo, contrastaba con la de los peritos, quienes calculaban que el disparo se había producido a una distancia de, al menos, uno o dos metros. Su abogado defensor pidió para él 12 años y un día de cárcel esgrimiendo dos atenuantes. La sentencia, sin embargo, hizo caso al fiscal y declaró a Pantaleón culpable de homicidio con la atenuante de «no tener la intención de causar el daño que realizó». Fue condenado a 14 años, 8 meses y un día de prisión y a pagar 3.000 pesetas de indemnización a la viuda, más las costas del juicio.

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