![Bronca en las Angustias a causa de 'Electra'](https://s2.ppllstatics.com/elnortedecastilla/www/multimedia/202104/14/media/cortadas/calderon-RnfGqzVeN8FlREGIvv7AZ7N-1968x1216@El%20Norte.jpg)
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El argumento de la obra cayó como una bomba en ciertos sectores de la sociedad española. El avance del anticlericalismo y los afanes liberales por frenar la influencia de la Iglesia católica, en especial el incremento de las Órdenes religiosas, hicieron de 'Electra', pieza teatral de Benito Pérez Galdós, el símbolo de las disputas entre clericales y anticlericales. Ya la noche de su estreno en el Teatro Español, el 30 de enero de 1901, fue escenario de trifulcas y gritos en contra de los jesuitas, lo que, para sorpresa del propio Galdós, la convirtió en banderín de enganche para la juventud más transgresora.
Y es que el argumento de 'Electra' tenía todos los ingredientes necesarios para excitar los ánimos anticlericales. Cuenta la historia de una joven huérfana, de 18 años, que acaba de perder a su madre y se enamora de Máximo, un científico de convicciones liberales. Dispuesto a hacer naufragar la relación, el jesuita Salvador Pantoja sale al encuentro de la protagonista y le hace saber que Máximo es su hermano. No le queda otro remedio, le dice, que ingresar en un convento. Así hubiera hecho de no haberse aparecido el fantasma de su madre, venida del más allá para desvelar la mentira del jesuita.
La polémica del drama se tradujo en un tremendo éxito teatral y en un intenso conflicto social. Por si fuera poco, por esas mismas fechas se veía en el Tribunal Supremo el caso de Adelaida Ubao, una joven rica que, convencida por el jesuita Fernando Cermeño, había decidido renunciar a su herencia y, contrariando a su familia, ingresar en las Esclavas del Corazón de Jesús. Su madre no tardó en denunciar el caso y acusar a Cermeño de intentar apoderarse de la herencia.
En este contexto de convulsión social se estrenó 'Electra'. Prelados como los de Burgos y Santiago de Compostela se apresuraron a condenar la obra, pero también a su autor y al público asistente, mientras el de Oviedo amenazaba con excomulgar a quienes disfrutasen de la representación. Hubo desórdenes en muchas capitales de provincia y ataques cruzados entre periódicos de distinto signo. Tampoco Valladolid se vio a salvo de los disturbios. Ocurrió el 29 de marzo de 1901, hace 120 años.
A decir del periódico católico 'El Siglo Futuro', la «clerofobia» había comenzado a fraguarse pocos días antes, de modo que «en tabernas y tugurios se comenzó a reclutar a alborotadores de oficio». Los rumores se intensificaron en la mañana del 29 de marzo, cuando, en medio del novenario de la Virgen, desde determinados sectores se difundió la especie de que el sermón de la tarde en la iglesia de Nuestra Señora de las Angustias contendría una referencia explícita a la obra de Galdós.
Eran las ocho de la tarde cuando el magistral Domingo Rodríguez comenzó su esperada plática sobre el «Ateísmo práctico». Era un sermón previsible, repleto de lugares comunes y sin una sola referencia a 'Electra' hasta que, en la parte final, Rodríguez cargó contra las personas que, «creyendo en Dios y teniéndole allá en el fondo de sus conciencias, escriben, sin embargo, obras literarias marcadamente ateas, porque esto produce honor y da dinero». La reacción no se hizo esperar. Los primeros altercados, ocurridos dentro del templo, se saldaron con dos estudiantes detenidos.
Aunque el gobernador los puso en libertad en la misma puerta de la iglesia, un nutrido grupo de jóvenes comenzó a concentrarse en los soportales del Teatro Calderón para expresar su protesta por una predicación que consideraban furibundamente antiliberal. Fueron avanzando por las calles céntricas mientras cantaban La Marsellesa y el Himno de Riego, daban vivas a la libertad y gritaban «mueran los frailes». Según la prensa nacional, eran más de 2.000 los manifestantes. «A las ocho y media, y cerrado el templo, dos catedráticos y yo dirigimos la palabra a los grupos para que se disolvieran, y al retirarme al Gobierno me siguieron con gritos de viva la libertad», informaba el gobernador de Valladolid al Ministro.
Los comercios y los portales de las casas de la Plaza Mayor cerraron sus puertas para evitar males mayores. Entretanto, un grupo de manifestantes lanzó piedras contra el gobernador y contra varios agentes que les impedían subir por la calle del Obispo. La calma no se restauró hasta las nueve y media de la noche. Para la prensa católica, el tumulto había sido provocado por «unos mozalbetes escolares, acompañados de unos cuantos haraganes asiduos, concurrentes a la taberna y a los lupanares, dispuestos todos a armar gresca dentro del mismo templo».
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Equipo de Pantallas, Oskar Belategui, Borja Crespo, Rosa Palo, Iker Cortés | Madrid, Boquerini, Carlos G. Fernández, Mikel Labastida y Leticia Aróstegui
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