El cronista
El 'ángel de la guarda' de huérfanos, prisioneros y refugiados de la Primera Guerra MundialEl cronista
El 'ángel de la guarda' de huérfanos, prisioneros y refugiados de la Primera Guerra MundialEs otro de tantos vallisoletanos que han pasado al olvido pese a su brillante trayectoria profesional y al importante legado histórico de su actuación. Porque Francisco de Reynoso y Mateo, diplomático de profesión, no solo fue durante muchos años el único doctor en Derecho de ... la Diplomacia Española, sino que cumplió un papel humanitario determinante durante la Primera Guerra Mundial, entre 1914 y 1918: resolvió más de 50.000 casos de damnificados por aquel terrible conflicto, que precisaban ayuda de todo tipo.
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Nacido en la capital del Pisuerga el 29 de marzo de 1856, en el seno de una familia aristocrática (era hijo de Manuel de Reynoso y de Joaquina Mateo e Ibarra), con apenas 17 años, mientras estudiaba Leyes en la Universidad, aprobó con premio la oposición a la carrera diplomática. Poco después obtendría el título de doctor en Derecho Civil y Canónico. Su carrera profesional fue trepidante. De agregado al Ministerio de Asuntos Exteriores en Madrid (1875-1880) pasó a la Legación española en Roma (1880-1882) y enseguida, como tercer secretario, a la de Yokohama (Japón) entre 1882-1883. Regresó a la Ciudad Eterna y tras una estancia breve en Madrid recorrió las principales capitales europeas. Estuvo en las Embajadas de Londres y Berlín antes de ser nombrado primer secretario en el Ministerio de Relaciones Exteriores en Madrid, en 1894, y acto seguido fue enviado a Estambul y Atenas.
Que su papel era relevante lo acredita su actuación en la comisión encargada de negociar la paz entre España y Estados Unidos tras la guerra de 1898, pero también, como ha escrito Juan Pando, en la Comisión hipano-francesa de Límites en los Pirineos. Tras breves nombramientos para Buenos Aires y Biarriz pasó, como primer secretario, a la Embajada en Paris. El momento más importante de su trayectoria llegó en 1913, año en que fue enviado a Berna (Suiza) como ministro plenipotenciario. Sus diez años de estancia fueron determinantes, no en vano le afectó de lleno el estallido y desarrollo de la Primera Guerra Mundial (1914-1918). Y es que, nada más comenzar el conflicto, el vallisoletano tuvo que enfrentarse a la llegada de cientos de solicitudes de repatriación y auxilios para localizar desaparecidos o acoger a huérfanos.
Entre agosto de 1914 y diciembre de 1915, señala Pando, Reynoso resolvió 51.512 casos, lo que suponía un trabajo de 3.067 expedientes al mes. Organizó un modélico centro de atención humanitaria para aliviar las necesidades de cautivos, prisioneros y refugiados, y, gracias a sus gestiones, que seguía muy de cerca el rey Alfonso XIII, en torno a 10.000 hombres pudieron ser repatriados a sus hogares en Francia, vía Suiza, desde los campos de concentración alemanes. Una intensa y meritoria labor que compartió con otros diplomáticos importantes, como el marqués de Villalobar al frente de la Legación de España en Bruselas, Luis Polo de Bernabé, embajador en Berlín, Antonio de Castro Casaléiz, embajador en Viena, y José María Quiñones de León, embajador en Paris. Todos ellos atendieron peticiones de repatriación de heridos, se encargaron de aportar informaciones de familias residentes en territorios ocupados, gestionaron indultos y realizaron investigaciones sobre desaparecidos.
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Reynoso concluyó su carrera como embajador de España en Roma (Quirinal) entre 1923 y 1925. Retirado en Suiza, dio a la imprenta una obra numerosa e interesante, que incluye una autobiografía y títulos como 'En la Corte del Mikado. Bocetos japoneses', 'Memoria sobre la organización y sueldos, del personal diplomático, en Inglaterra, Francia, Rusia y Alemania', 'Reseña de la agricultura en Inglaterra y en otros varios países', 'Conférence belgo-allemande pour la libération réciproque des prisonniers civils réunie à Bernesous la présidence de S. Exc. M. Francisco de Reynoso', 'Apuntes de un viaje a la India y a la isla de Ceilán' y '50 Jahre Diplomat in der großen Welt. Dresden: Carl Reissner'. Fue también delegado sustituto de España en la Sociedad de Naciones y recibió galardones y reconocimientos como la Legión de Honor francesa y la condición de Caballero del Imperio Británico. Murió en Suiza, sin descendencia, el 16 de marzo de 1938. Legó parte de su fortuna para la restauración de la iglesia de Autillo de Campos, donde tenía sus raíces familiares, y para una capilla en la Catedral de Palencia, donde está enterrado.
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