Recreación del asesinato del presidente Cánovas del Castillo en un libro de 1902.
1897: asesinato de Cánovas del Castillo
165 aniversario de El Norte de Castilla ·
Haciéndose pasar por periodista, el 8 de agosto de 1897 el italiano Michele Angiolillo descerrajó tres tiros sobre el presidente del Gobierno, que leía la prensa en un banco del balneario guipuzcoano de Santa Águeda
Cuando ayer nos sorprendía el telégrafo con la infausta nueva del asesinato del señor Cánovas, no nos quedaba ni el tiempo suficiente para reponernos de la dolorosa impresión que ha producido el hecho en toda España; porque estos grandes acontecimientos llevan consigo el triste privilegio de aplanar todas las energías y suspender todos los vigores de la imaginación. Son una losa de plomo que cae a un tiempo sobre la conciencia pública, quitando acción y movimiento á cuanto vive y piensa».
Aquel 9 de agosto de 1897, El Norte de Castilla convertía su portada en el homenaje debido al artífice de la Restauración monárquica y, al mismo tiempo, en un grito de denuncia contra la violencia que había acabado con su vida.Ocurrió el día anterior, en el balneario guipuzcoano de Santa Águeda, donde el líder del Partido Conservador pasaba unos días de descanso. «Según la versión oficial que acaba de comunicarse a la prensa, en el balneario de Santa Águeda ha sido asesinado el señor Cánovas del Castillo. El presidente hallábase leyendo los periódicos cuando un anarquista napolitano disparó sobre él tres tiros de revólver, dejándole muerto instantáneamente. No hay más detalles. Continuaré telegrafiando en el momento en que los conozca», publicaba apresuradamente este periódico el mismo día 8.
Una vez confirmado el asesinato, el decano de la prensa no ahorró palabras para denunciarlo: «D. Antonio Cánovas del Castillo ha sido asesinado por esa horda de desequilibrados que trama en la sombra la venganza terrible de una idea asoladora. El jefe del partido conservador ha sido víctima del odioso anarquismo italiano, el más exacerbado acaso de todos los anarquismos que se registran en Europa.
Un loco, no de otra manera puede calificársele, ha disparado en Santa Águeda los proyectiles todos de su revólver sobre el infortunado presidente. Como Carnot, la figura más simpática de la república francesa, Cánovas muere inmolado ante ese espíritu de las tinieblas que ni concreta lo que pide ni sabe lo que quiere. ¡Conducta horrenda que repugna y hace asomar al rostro los colores de la más santa indignación! Es por tanto una inmensa desgracia la que pesa hoy sobre todos los españoles».
Angiolillo, autor del atentado, ante el Consejo de Guerra.
El asesino, Michele Angiolillo, fue rápidamente detenido, juzgado y condenado a muerte, sentencia que se ejecutó a garrote vil el 19 de agosto. El anarquista justificó su acto como una venganza por la dura represión desatada contra los 400 sospechosos detenidos tras el atentado de junio de 1896 en Barcelona, durante la procesión del Corpus, en el que una bomba provocó 12 muertos y decenas de heridos. Confinados en el Castillo de Montjuic, fueron salvajemente torturados, cinco ejecutados, 59 condenados a muerte y 63 deportados a Río de Oro.
Angiolillo, que se encontraba en Barcelona cuando ocurrieron los sucesos del Corpus, huyó a Francia y a Londres donde, tras escuchar las torturas contra los arrestados, compró una pistola para matar a Cánovas. De regreso a España, obtuvo ayuda económica de José Nakens, a quien confió sus planes. Angiolillo, que se había hecho pasar por corresponsal de un periódico italiano, asesinó a Cánovas mientras este leía la prensa en un banco del balneario. Fueron tres disparos: uno en la cabeza, otro en la yugular y el tercero en el costado. Aunque el Consejo de Guerra que le condenó a muerte no quiso ir más allá de la autoría material, pronto surgieron rumores acerca de otros incentivos para el asesinato, procedentes tanto de partidarios de la independencia de Cuba como de similares intereses estadounidenses.
Antonio Cánovas del Castillo
Michele Angiolillo
Para El Norte de Castilla la noticia del asesinato del presidente del Gobierno solo era comparable a la del fallecimiento inesperado de Alfonso XII, por lo que aconsejaba ceder la gobernación del país a los liberales liderados por Sagasta: «Hoy, ante el cuerpo inerte de Cánovas del Castillo, que era en vida una garantía para el orden, siquiera los procedimientos de su política adoleciesen de defectos propios de toda obra humana, queda solo una figura capaz de suplirle, la del señor Sagasta, y allá en la manigua arde la insurrección pavorosa, y el yankée acecha el momento de arrancarnos la perla antillana, y el tradicionalismo trata de erguir una vez más la bandera de rebelión, y el crédito se agota y algo parecido al caos llena por completo los horizontes: Véase, pues, si no presenta el hecho de Santa Águeda caracteres más tremendos que la muerte de don Alfonso».
Luto y homenaje
El 9 de agosto de 1897 El Norte de Castilla convirtió su portada tanto en un homenaje a Antonio Cánovas del Castillo, el presidente del Gobierno asesinado, como en un rotundo alegato contra la violencia.
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