1934: amenaza revolucionaria contra la República
165 aniversario de El Norte de Castilla ·
La huelga de octubre de 1934, que en Valladolid capital registró un tímido seguimiento, se saldó con un guardia civil muerto y varios heridos en Medina de RiosecoUn contubernio revolucionario de baja estofa, una afrenta contra la República, una traición contra la integridad de la patria: así interpretó 'El Norte de Castilla' los sucesos de octubre de 1934, cuando socialistas y anarquistas se lanzaron a una huelga revolucionaria especialmente intensa en Asturias.
Aunque los sucesos de aquella jornada apenas tuvieron eco en la ciudad del Pisuerga, el diario decano de la prensa no dudó en editorializar en contra de la insurrección obrera más anunciada del momento. '¡Arriba España!', se titulaba el batallador alegato antirrevolucionario publicado en portada el 10 de octubre de 1934. Aseguraba que lo ocurrido desde el día 5 no era solo una huelga revolucionaria «promovida por los llamados elementos marxistas», sino «un delito de alta traición perpetrado contra la integridad de la patria», en el que tampoco faltaron «turbias confabulaciones de elementos que hasta hace poco gobernaron nuestro país».
Preparado semanas antes por las fuerzas obreras integradas en la Casa del Pueblo, el movimiento revolucionario fue anunciado por el periódico 'El Socialista', órgano de expresión oficial del PSOE, nada más conocerse la composición del nuevo gobierno liderado por Alejandro Lerroux, en el que por primera vez participaban dirigentes de la Confederación Española de Derechas Autónomas; este hecho, la entrada de la CEDA en el gobierno, fue interpretado por socialistas y anarquistas como una afrenta de la extrema derecha, un paso adelante en el desmantelamiento de una República que la izquierda consideraba patrimonio exclusivamente suyo. Y se lanzaron a la huelga. En Valladolid arrancó el viernes 5 de octubre de 1934, con especial incidencia en los Talleres del Norte y en determinados servicios municipales con destacada presencia del sindicato socialista. 'El Norte de Castilla' aseguraba que aquel día, «los acontecimientos revolucionarios se deslizaron con evidente moderación» y que las masas obreras, poco proclives a la insurrección, fueron llevadas por la fuerza y la coacción de sus dirigentes, entre ellos determinados concejales. Eso sí, 'El Norte', lo mismo que 'Diario Regional', no volvería a salir a la calle hasta el día 10 a causa de la huelga en los talleres tipográficos.
Bares y comercios cerraron pero los servicios públicos apenas se vieron afectados. Tal y como ha escrito el profesor Palomares, entre los servicios municipales donde la huelga tuvo más incidencia figuraron el fielato, el matadero, los servicios de edificaciones y limpieza y algo menos en Vías y Obras. Aquella noche, la Sociedad Eléctrica no pudo disponer de guardias municipales para el encendido de la luz, por lo que las calles permanecieron algunas horas a oscuras.
Al día siguiente los comercios decidieron abrir y los trabajadores fueron reintegrándose a sus puestos.El 7 de octubre significó, en la práctica, el canto del cisne de una huelga ya de por sí muy descafeinada: la declaración del Estado de Guerra por parte del capitán general, Nicolás Molero Lobo, puso fin a la experiencia revolucionaria vallisoletana. Era domingo y, a decir de 'El Norte de Castilla', por las calles reinaba el optimismo y la seguridad, los obreros volvían al trabajo y solo algunos «exaltados» seguían «en actitud de rebeldía».

Pocos días después comenzaron las detenciones y registros domiciliarios. A prisión fueron enviados, el 26 de octubre, nueve funcionarios municipales, acusados del delito de «excitación a la rebelión», mientras las fuerzas de orden público se cebaban con el partido y el sindicato socialistas. Junto a las directivas de la Juventud Socialista y del Sindicato Ferroviario, fueron enviados a prisión Luis Gutiérrez, presidente de la Agrupación socialista local, y el ex concejal Fernández Cuevas, responsable del servicio municipal de limpieza, entre otros.
Más graves fueron los acontecimientos en la provincia, especialmente en Tudela de Duero, Medina del Campo y Medina de Rioseco, pueblo este último donde obreros amotinados y fuerzas de la Guardia Civil protagonizaron enfrentamientos que provocaron la muerte de un sargento y heridas a un teniente y cuatro números del cuerpo. Llegaron tropas desde la capital para acabar con la resistencia obrera.
La huelga revolucionaria se saldó en Valladolid con 80 detenciones, once absoluciones y dos condenas a muerte (Félix Fernández Donis, como jefe de la rebelión, y Ezequiel Casquete Gutiérrez, como autor de la muerte del sargento Mauro Andrés).

No al separatismo
«El Gobierno español, recientemente constituido bajo la presidencia del ilustre español Alejandro Lerroux, aplasta el movimiento revolucionario y separatista. Autoridad, serenidad y energía». Así fue la portada de El Norte del 10 de octubre de 1934.
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