Historia de Valladolid a través de El Norte de Castilla ·
En marzo de 1960 comenzó la operación urbanística destinada a levantar 250 casas y cambiar la lamentable fisonomía de la zona, en la que trabajaron de manera altruista más de 300 vallisoletanos
Un desastre urbanístico, una herida vergonzosa en el corazón de la pujante capital industrial de la vieja Castilla: así calificaban las máximas autoridades de la época la situación del Barrio España a finales de los años 50. «De todos es conocido el lamentable aspecto de aquel sector (?), que ofrece detalles urbanos que constituyen una auténtica pesadilla para vecinos y autoridades», se lamentaba en El Norte de Castilla Antonio Hernández Higuera. De ahí la expectación creada por lo publicado el 13 de marzo de 1960.
El día anterior, el Patronato Francisco Franco había firmado la adquisición de los terrenos del barrio con objeto de iniciar la operación urbanística que habría de sacar de la miseria a sus moradores. Había pasado mucho tiempo y habían tenido que llegar numerosas protestas al despacho del gobernador civil, Antonio Ruiz-Ocaña, para que se tomase una decisión definitiva, la cual, además, habría de contar con el concurso altruista de cientos de vallisoletanos.
Como han escrito Luis Pastor y Basilio Calderón, este entramado suburbial había visto la luz con la adquisición de la primitiva Huerta de Linares por parte de la asociación benéfica San José Obrero, operación realizada para revender a bajo coste algunas parcelas que, en breve plazo, serían legalizadas. Con el desarrollo económico y el éxodo rural, la situación de la barriada se volvió insostenible y a todas luces flagrante. Insufrible para sus habitantes, vergonzosa para las autoridades.
Presionado desde todos los lados, el gobernador reunió una comisión para urbanizar la zona, presidida por él mismo y formada por el presidente de la Diputación, el alcalde, el subjefe provincial del Movimiento, el delegado de Información y Turismo y el Patronato de San Pedro Regalado, organismo benéfico impulsado por el entonces joven sacerdote Marcelo González, futuro obispo de Astorga, luego de Barcelona y, en 1971, primado de España.
Como explicaba el mismo Ruiz-Ocaña a este periódico, en un primer momento se pensó en construir una serie de viviendas para desocupar las que tenían anteriormente los vecinos, pero luego se acordó que aquellos propietarios de casas mínimamente habitables, que las habían levantado «con esfuerzo y sacrificio económico, debían conservarlas, dándoles las mayores facilidades para transformarlas en hogares cómodos, sanos y agradables».
El Ministerio del ramo concedió 250 viviendas a construir en la zona por parte del Patronato Francisco Franco, que el 12 de marzo de 1960 firmaba la adquisición, por 1.120.000 pesetas, de las 14 hectáreas que ocupaban los terrenos de la barriada, propiedad de Isabel y José María Martínez Ron.
«El Barrio de España es de Valladolid y debe ser toda la ciudad la que colabore en lograr una zona que alegre la vista y el corazón», arengaba el gobernador, haciéndose eco de la «angustia de cuantos deseamos una ciudad limpia, decorosa, clara y perfecta, como se merece la capital de Castilla». Una vez aprobado el Plan de Reforma de Alineaciones que calificaba como «urbano» el suelo del barrio dio comienzo, formalmente, la «Operación Barrio España». Su pretensión prioritaria era construir una red de alcantarillado destinada exclusivamente al drenaje del agua de lluvia para evitar las frecuentes inundaciones; más tarde se pasaría a pavimentar calles y aceras. Lo cierto es que la operación fue un toque de corneta que puso a todas las fuerzas vivas de la ciudad firmes ante el pelotón de la caridad, sobre todo después de que Cáritas hiciese pública una encuesta que desvelaba el lamentable estado de salud de sus habitantes.
48 horas tardó el arzobispo García Goldáraz en salir a la palestra oral y escrita para exhortar a todos los órganos de apostolado social de la ciudad a secundar aquella cruzada de la vivienda digna. Marcelo González fue el encargado de coordinar los ánimos católicos en la zona. Las obras comenzaron el 3 de mayo con la aportación voluntaria de más de 300 vecinos, dirigidos por técnicos del Ayuntamiento y del Patronato de San Pedro Regalado, que de ocho de la tarde a doce de la noche, es decir, una vez finalizada su propia jornada laboral, cogían pico y pala para cavar zanjas e instalar tuberías. «Están regalando a la ciudad más de un millón de pesetas de jornales que no cobran», señalaba don Marcelo.
El objetivo era más que ambicioso: además de construir las 250 viviendas planificadas, se trataba de reformar muchas de las ya existentes, levantar una iglesia parroquial, guardería infantil, escuelas, talleres profesionales y «obras de juventud». Técnicos Municipales y de la Delegación Provincial del Ministerio de la Vivienda unieron sus fuerzas con el Patronato Francisco Franco, Cáritas Diocesana y el Patronato San Pedro Regalado para lanzar una campaña constructora y reformadora que, según Ruiz-Ocaña, no tendría nada que envidiar a lo realizado en otras zonas de la ciudad por el Ministerio y la Obra Social del Hogar.
«En los dieciocho días transcurridos han sido removidos 5.000 metros cúbicos de tierra, se han abierto casi tres kilómetros de zanjas y se han colocado más de 1.000 metros de tuberías. El trabajo ha sido impresionante. Dos semanas más y lo principal habrá sido vencido (...)», informaba El Norte el 20 de agosto; «el domingo pasado estuvieron cavando más de cien hombres de la Guardia de Franco, los cuales piensan volver el día 21. También varios grupos de la Rama de Hombres de Acción Católica y de cursillistas de Cristiandad. Pero todo es poco. Vamos a acelerar la ayuda cuanto sea posible. Obreros del Ayuntamiento y del Patronato de San Pedro Regalado, en jornada laboral completa, vienen colocando tuberías desde hace una semana. Todos cuantos deseen ayudar a sus hermanos del barrio de España que se presenten allí el domingo, a partir de las ocho de la mañana». La firma de gaseosas «La Casera» entregaba a diario cien botellas para aliviar la sed de los obreros, y la Electra Popular iluminaba gratuitamente el lugar de faena.
En diciembre de 1962 ya se anunciaba la instalación de Comedores Escolares y un Ropero Infantil, y meses después el prelado bendecía la iglesia de San José Obrero.En 1964, la inauguración de 250 nuevas viviendas «de tipo social» parecía consolidar una operación tan necesaria en su origen como insuficiente a tenor del informe emitido por los técnicos municipales: y es que de las 750 casas que poblaban la barriada, 55 eran buenas, 339 medianas, 265 recibían la calificación de insuficientes y 91 la de infrahumanas.
Y ello a pesar de la guardería inaugurada en 1966 o de las nuevas escuelas del Colegio «Conde Ansúrez», con su rudimentaria calefacción a base de estufas. Una modesta promoción de 58 viviendas unifamiliares adosadas, obra también del Patronato Francisco Franco, y 101 casas para trabajadores construidas por la empresa ENDASA maquillaron en cierto modo la decepcionante fisonomía del barrio. Aunque en los años setenta terminó por soldarse a la ciudad a través del polígono de San Pedro Regalado y de nuevos grupos de viviendas erigidos al otro lado del cauce del Esgueva, el Barrio España no consiguió despojarse de ese estigma suburbial que lo confinaba al triste mundo de la marginalidad.
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