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Fotografía antigua del Acueducto de Segovia, rodeado completamente de vehículos. El Norte
1992: el Acueducto, a salvo de coches

1992: el Acueducto, a salvo de coches

165 aniversario de El Norte de Castilla ·

El 15 de julio del año 1992 el Ayuntamiento de Segovia prohibía la circulación de vehículos bajo los arcos del monumento debido a los graves deterioros detectados

Martes, 26 de abril 2022, 00:11

El paso del tráfico bajo los arcos del acueducto de Segovia se ha suprimido a partir de hoy, ante los riesgos revelados el lunes por los investigadores que han realizado los trabajos de epigrafía para obtener la inscripción original. El ayuntamiento se adelanta así 15 días en la adopción de esta medida». Era el 15 de julio de 1992. El Norte de Castilla daba la noticia que cambiaría sin duda la fisonomía de la capital segoviana y, andando el tiempo, las costumbres de sus habitantes.

Como señalaba este periódico, «los científicos señalaron que habían encontrado al acueducto 'peor de lo que habían imaginado' y que la contaminación y los factores climáticos hacían precisa una urgente restauración». Dichos científicos, que estudiaban la inscripción de la cartela del sotabanco, eran Géza Alföldy de la Universidad de Heidelberg y Peter Witte del Instituto Arqueológico Alemán de Madrid. A ellos se sumaría también el arqueólogo de la Delegación Territorial de la Junta de Castilla y León, Luciano Municio. Los tres «explicaron que existen serios riesgos de desprendimientos y que no sería extraño que el próximo invierno cayera algún sillar, ya que algunos bloques de granito más poroso presentan grietas de hasta 30 centímetros».

«De acuerdo con el estudio de los expertos alemanes, el hielo, la lluvia ácida de coches y chimeneas y los excrementos de los pájaros han acabado con hasta 10 centímetros de capas de las piedras de los arcos centrales del Acueducto», señalaba El Norte de Castilla. De la noche a la mañana, dejaron de circular bajo el monumento cerca de 22.000 vehículos.

Lo cierto es que el Ayuntamiento, presidido entonces por Román Escobar Santiago, tenía previsto cortar el tráfico bajo los arcos del acueducto el 1 de agosto de ese mismo año de 1992, como primera medida de urgencia en el Plan de Movilidad Urbana que reordenaría todo el tráfico de la ciudad. Si la decisión se adelantó 15 días fue porque el estudio de los expertos alertó de los graves desperfectos causados en el monumento, llegando a sostener el arquitecto Luciano Municio que «el Acueducto puede constituir un riesgo en algunas zonas, incluso para el tráfico peatonal, porque hay tramos que ofrecen un peligro real de desprendimiento. Sin afán de alarmismo, creo que algunas zonas del monumento no soportarán una helada fuerte el próximo invierno y, si no adoptamos las medidas necesarias, el Acueducto corre el riesgo de desaparecer en breve espacio de tiempo».

Pocos días después, la Junta de Castilla y León encargaba a una empresa que realizara labores de reconocimiento para iniciar los trabajos de restauración. Los informes emitidos daban cuenta de los perjuicios causados en el Acueducto por el tráfico rodado, como las separaciones entre los sillares y las agresiones que se apreciaban en los mismos. Las primeras tareas de restauración, iniciadas una semana después del corte del tráfico, consistieron en instalar las cimbras de madera para apuntalar las dovelas de los arcos inferiores y evitar posibles desprendimientos.

El alcalde solicitó la participación ciudadana, «justificando el anticipo de la decisión municipal en el evidente riesgo que, incluso para las personas, supone el estado del acueducto». Aun así, como ha escrito Miguel Ángel López en un reportaje especial publicado en El Norte de Castilla con motivo de los 25 años de esta decisión edilicia, «en realidad, en el verano de 1992 el corte de tráfico fue parcial. Aparte de que por los arcos centrales de la plaza del Azoguejo seguirían pasando durante un tiempo los vehículos de emergencias (ambulancias y policía) y los de transporte urbano (autobuses y taxis), el arco que separa la calle Pintor Montalvo y la plaza de Día Sanz continuó siendo accesible hasta marzo de 1998».

La medida se adoptó, en un principio, para permitir el paso de los vehículos de servicio público y de los residentes del barrio de El Salvador, pero al no estar abierta ni cedida a la ciudad la calle Coronel Rexach, que entonces se encontraba adscrita al Regimiento, se consideró conveniente que pudiera seguir pasando el tráfico. Así estuvo más de cinco años. En un primer momento, hasta la reordenación definitiva de la circulación, la medida generó muchas aglomeraciones de vehículos, de modo que el Ayuntamiento se vio precisado a trazar rotondas provisionales con conos de plástico, apagar semáforos y cambiar las direcciones de varias calles.

Peligro de extinción

Según El Norte del 15 de junio de 1992, en esa situación estaba el Acueducto de Segovia, atacado «sobre todo por la polución y las vibraciones que provocan el paso de 20.000 vehículos diarios por debajo».

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