Histórica imagen del teniente coronel Antonio Tejero secuestrando el Congreso de los Diputados el 23 de febrero de 1981.Efe
1981: fallido intento de golpe de Estado
165 aniversario de El Norte de Castilla ·
La rendición del teniente coronel Antonio Tejero, el 24 de febrero de 1981, después de 18 horas de secuestro del Congreso, se produjo tras la decisiva intervención televisiva del Rey
Minutos antes de las 18.30 horas, cuando se realizaba la votación de investidura de Leopoldo Calvo Sotelo como presidente del Gobierno, efectivos de la Guardia Civil, al mando del teniente coronel Tejero, penetraron en el hemiciclo. El teniente coronel Tejero gritó: 'Que no se mueva nadie, todos al suelo', mientras desenfundaba la pistola y disparaba contra el techo. Detrás del teniente coronel, por las puertas laterales, entraron decenas de números de la Guardia Civil que tomaron posiciones en la sala.
Al mismo tiempo, efectivos de la Guardia Civil tomaron también las tribunas, que entraron disparando a ráfaga sobre el techo, mientras gritaban también: 'Al suelo, al suelo y que no se mueva nadie'. Instantes después, nuevos efectivos de la Guardia Civil penetraron en el resto de las dependencias del sCongreso de los Diputados ordenando no moverse a funcionarios, invitados y periodistas que en ella se encontraban». La crónica de El Norte de Castilla era la foto fija del golpe más grave para la democracia recién estrenada: la intentona del teniente coronel Antonio Tejero en el Congreso y de Jaime Milans del Bosch en Valencia de derribar el orden constitucional. Lo ocurrido aquel 23 de febrero de 1981 era, a su vez, la expresión de dos circunstancias preocupantes: el impacto de todo un cúmulo de situaciones críticas que acechaban a la democracia española, desde el terrorismo a la crisis económica, pasando por el derrumbe de la UCD (Adolfo Suárez había dimitido un mes antes), y la amenaza de sectores de la extrema derecha en el ejército que añoraban los tiempos del Franquismo.
Suárez actúa en defensa del teniente coronel Gutiérrez Mellado, zarandeado por los golpistas.
De hecho, cuando Adolfo Suárez dimitió como presidente del Gobierno, el 27 de enero de 1981, ya estaba en marcha la asonada militar, con tres personajes clave: Jaime Milans del Bosch, capitán general de Valencia, el teniente coronel Antonio Tejero, implicado en la fallida operación Galaxia, y el teniente general Armada, al que el rey don Juan Carlos había nombrado segundo jefe del Estado Mayor. Todo indica que Armada, dada la crisis institucional del país, pretendía crear un Gobierno de Salvación Nacional que, presidido por independientes, diera cabida a militares y políticos de UCD, PSOE y AP; Milans y Tejero, sin embargo, abogaban por un golpe duro que instaurara una Dictadura militar, derogara la Constitución y llegara a forzar la abdicación del Rey si no se sumaba.
Promotores de ambos planes confluyeron a finales de 1980; días después optaron por la solución de Armada, pero la dimisión de Suárez creó cierta confusión. Al final, el teniente coronel Antonio Tejero fue el encargado de ejecutarlo. Y fue él quien entró en el Congreso de los Diputados el 23 de febrero de 1981, a las seis y media de la tarde, cuando se estaba realizando la votación para la investidura de Leopoldo Calvo Sotelo. Entretanto, Milans sacaba los tanques a las calles de Valencia y decretaba la ley marcial, y tres escuadrones del acuartelamiento de Retamares, en las afueras de Madrid, ocupaban la sede de TVE en Prado del Rey obligando a suspender las emisiones. A la vez, el guardia civil Muñecas anunciaba a los diputados secuestrados la inminente llegada de «la autoridad competente, militar por supuesto», que se pondría al frente del Gobierno, una frase que muchos han interpretado como el anuncio de que era Armada al que se refería Muñecas.
Varias circunstancias posteriores terminaron, sin embargo, por arruinar el golpe: el hecho de que ninguna otra capitanía general se sumara, pese a las dudas de sus titulares en Valladolid y Sevilla; la negativa de Sabino Fernández Campos, secretario general de la Casa de Su Majestad, a que Armada entrara en el Palacio de la Zarzuela, señal que esperaban los golpistas; y la tormentosa entrevista de este con Tejero, en la que el segundo se negó a dar paso a un Gobierno de Salvación Nacional.
El momento definitivo llegó a la 1:20 de la madrugada, cuando don Juan Carlos, después de varias horas escuchando consejos y opiniones encontradas, apareció en la televisión, con uniforme de capitán general, para mostrar su apoyo a la Constitución: «La Corona, símbolo de la permanencia y unidad de la patria, no puede tolerar, en forma alguna, acciones o actitudes de personas que pretendan interrumpir por la fuerza el proceso democrático que la Constitución votada por el pueblo español determinó en su día a través de referéndum», dijo el Rey. En la mañana del 24 de febrero de 1981, Tejero se rendía y liberaba al Gobierno y los diputados.
El Norte, con el Rey
El 24 de febrero de 1981 El Norte de Castilla se alineó a toda página con el mensaje de don Juan Carlos, que pidió «serenidad y confianza» tras el «asalto al Congreso». El título del editorial no podía ser más claro, «Con el Rey». «La Corona ha salvado de nuevo a la democracia», sentenció el periódico.
Equipo de Pantallas, Leticia Aróstegui, Oskar Belategui, Borja Crespo, Rosa Palo, Iker Cortés | Madrid, Boquerini, Carlos G. Fernández y Mikel Labastida
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