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Fachada del hospital Río Hortega.
1981: 20.000 envenenados por el aceite maldito

1981: 20.000 envenenados por el aceite maldito

165 aniversario de El Norte de Castilla ·

El llamado caso de la colza, ocurrido en el año 1981, se saldó con 1.500 afectados y 261 fallecidos en Valladolid, que fue la segunda provincia española más castigada por aquella catástrofe sanitaria

Martes, 21 de diciembre 2021, 07:28

Para la familia Vaquero Sanz, de Torrejón de Ardoz, aquel 1 de mayo de 1981 no fue vivido ni mucho menos como la fiesta del trabajo. Más bien lo contrario. La tragedia sobrevino al caer la tarde cuando, de súbito, el pequeño Jaime comenzó a sufrir una insuficiencia respiratoria aguda. Tenía 8 años. Sin explicación alguna le habían salido manchas rojas en la piel, se quejaba de un fuerte dolor de cabeza, la fiebre oscilaba entre los 38 y 39 grados y el malestar general no aminoraba. Aquel día, el pequeño Jaime no pudo llegar con vida al hospital. 24 horas más tarde, otras siete personas ingresaban con síntomas parecidos, entre ellas sus tres hermanos. Y tres días después, sus padres.

Aunque los médicos trataban de silenciar la proliferación de casos con un cuadro clínico poco común y cuya causa desconocían, la alarma no tardó en saltar. La enfermedad se expandía de forma incontrolada, los rumores recorrían Madrid y las autoridades sanitarias comenzaban a hablar de una «neumonía atípica» para calificar la extraña epidemia. Muchos años después aquella tragedia, que terminaría siendo conocida como la de la colza o el síndrome tóxico, seguiría muy presente en miles de familias españolas, fundamentalmente de clase media-baja, las más afectadas. La capital del Pisuerga cobró especial protagonismo en aquel suceso, una auténtica catástrofe sanitaria que marcó de lleno el verano de 1981.

Así lo refrendaba el Norte de Castilla en su edición del 14 de mayo: «Ayer Valladolid quedó incorporada a la inquietante geografía de la enfermedad», rezaba el titular. 24 horas más tarde, el número de enfermos ingresados ya sumaba 600.

El contexto ayudaba poco: tres meses después del fallido golpe de Estado del 23-F, el régimen parlamentario aún se estaba asentando y nuestro país carecía de un sistema sanitario y de protección social universal, de ahí que el Gobierno tardara varios meses en impulsar una estrategia nacional que coordinara la investigación de la enfermedad y la asistencia a los afectados, conocida como Plan Nacional del Síndrome Tóxico. También carecía de los recursos para regular la venta ambulante de alimentos.

La secuencia de los hechos da cuenta del clima de caos y pánico que se vivió aquel periodo estival de 1981. Ya el 21 de mayo, ante la creciente alarma ciudadana, el entonces ministro de Sanidad, Jesús Sancho Rof, criticaba «el ambiente de psicosis que se ha creado», aseguraba que el agente causante «es un microplasma y afirmar otra cosa carece de base científica», y aventuraba una disminución de los casos de «neumonía atípica». Pero no fue así. Valladolid era la segunda provincia española, detrás de Madrid, con mayor número de casos registrados.

Fue el 10 de junio cuando el Gobierno demostró la relación de la epidemia con la ingesta de aceite de colza desnaturalizado con anilina para uso industrial y refinado fraudulentamente después para venderlo como alimento. Ese mismo día, el Ejecutivo alertó en la prensa del consumo de aceites sin marca. La portada de El Norte del 12 de junio de 1981 destacaba, precisamente, que «el aceite a granel podría haber provocado la neumonía atípica (…). Este aceite adulterado se vende en garrafas de cinco litros, de plástico, y sin marca y sin haber pasado por el registro nacional de Sanidad». Inmediatamente se aceleró la investigación para localizar puntos de venta de aceite en condiciones ilegales, resultado de la cual fue la incautación, en la vallisoletana calle Avutarda del barrio de Pajarillos, de 8.760 litros de aceite procedente de Alcorcón y que se distribuía en Valladolid, Palencia, León y Zamora.

A finales ese mismo mes, la Dirección General de Salud difundía una nota en la que, según los análisis, quedaba «demostrada la asociación entre la neumonía atípica y el consumo de determinados tipos de aceite conteniendo productos tóxicos». Mientras tanto, los afectados y sus familiares no ahorraban críticas contra las «medidas insuficientes» acometidas por la Administración, y demandaban una mayor coordinación de las investigaciones y, sobre todo, que se les hiciera justicia, también en el plano económico. Para aglutinar esfuerzos, a principios de septiembre de 1981 se creó la Asociación de Afectados por el Síndrome Tóxico. En ese momento, la cifra de afectados en la provincia de Valladolid ascendía ya a 1.031; además, 13 personas habían fallecido a causa de la enfermedad.

El llamado juicio de la colza no comenzaría hasta el 30 de marzo de 1987, en la Casa de Campo de Madrid. Dos años después, el 19 de mayo de 1989, la Audiencia Nacional consideraba probado que el aceite de colza desnaturalizado había sido la causa de la enfermedad, con lo que descartaba hipótesis alternativas como la de los pesticidas organofosforados o la de un accidente químico en la base de Torrejón de Ardoz. «Sin el añadido de las anilinas, no habría surgido el agente tóxico, todavía desconocido», concluía. La Justicia probó que la empresa aceitera de San Sebastián Rapsa importó desde Francia grandes cantidades de aceite de colza desnaturalizado con anilina al 2% para usos industriales, y que desde finales de 1980 dicha empresa lo vendió a la aceitera Raelca SA de Alcorcón, que a su vez lo envió a las refinerías ITH (Sevilla) y Danesa Bau SA (Madrid) para eliminar las anilinas y destinarlo al consumo humano.

Las 13 condenas y 25 absoluciones decretadas por los jueces fueron recibidas como una afrenta por las víctimas, pues el tribunal consideró que no hubo homicidios sino delito contra la salud pública, imprudencia temeraria y profesional y estafa. En 1992 el Supremo revisó la sentencia y amplió las penas impuestas por la Audiencia. Por su parte, el llamado sumario de los altos cargos (1996), desglosado del de la colza y en el que se depuraron las posibles responsabilidades de la Administración, concluiría con penas de seis meses de prisión para dos procesados: el director del Laboratorio Central de Aduanas y un funcionario.

Aunque el baile de cifras sigue siendo constante, datos oficiales recogen 20.084 afectados y más de 350 fallecidos por causas directamente relacionadas con el síndrome, si bien otras estadísticas hablan de 1.799 fallecidos hasta 1995. Valladolid, la segunda provincia más afectada después de Madrid, registró 1.468 casos y 261 fallecidos. Las indemnizaciones, que comenzaron a cobrarse en 1999, no se darían por completadas hasta junio de 2005.

Vendido a granel

El 12 de junio de 1981, en plena crisis de la colza, El Norte de Castilla avanzó en portada que «el aceite a granel podría haber provocado la neumonía atípica».

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