1968: los tanques rusos ahogan la Primavera de Praga
165 aniversario de El Norte de Castilla ·
El 21 de agosto de 1968 las tropas del Pacto de Varsovia invadían Checoslovaquia y yugulaban el experimento del llamado socialismo de rostro humanoLas fuerzas de ocupación de las potencias del Pacto de Varsovia entraron y ocuparon el edificio que alberga a Radio Praga a las 7,45 de la mañana (hora local). Poco antes se podían escuchar cañonazos y disparos de armas automáticas. El edificio se hallaba rodeado de carros de combate. Las emisoras de radio y televisión en Brno, Ostrava y Bratislava también se hallan completamente en manos de las tropas soviéticas. El Ayuntamiento de la ciudad insiste en un llamamiento a todos los ciudadanos checoslovacos para que se abstengan de llevar a cabo actos de violencia y pide que se mantengan en calma y ofrezcan una resistencia pasiva para evitar provocar a las fuerzas de ocupación». La información, publicada por El Norte de Castilla el 22 de agosto de 1968, fue un mazazo para quienes habían soñado con la posibilidad de alumbrar un socialismo de rostro humano alternativo al soviético. Como señalaba el titular de aquel día, el 21 de agosto de 1968 se había producido la «total invasión de Checoslovaquia por las tropas del Pacto de Varsovia».
La esperanza para muchos checoslovacos, cuyo país se encontraba controlado por los soviéticos desde el final de la Segunda Guerra Mundial, parecía hacerse realidad en enero de 1968, con la llegada al poder de Alexander Dubcek, partidario de introducir reformas en el sistema capaces de conjugar el socialismo con la libertad. Su propuesta, que pronto sería bautizada como socialismo de rostro humano, tenía en consideración las demandas que desde el año anterior venían haciendo destacados escritores y otros colectivos comprometidos con la apertura democrática del socialismo. De hecho, los medios de comunicación mostraron una leve pero creciente apertura a la libertad de expresión e información, incluso a la crítica, llegando a publicar los nombres de funcionarios corruptos. «El partido comunista checoslovaco ha dado a conocer los principales puntos del programa de acción diseñado para reformar el sistema político y económico del país. Sobre política exterior, el plan sugiere que Checoslovaquia como Rumania, no aceptaría sin discusión el proteccionismo militar de Moscú. Según las reformas propuestas, Checoslovaquia significaría una nueva tendencia dentro del bloque comunista», informaba El Norte de Castilla el 11 de abril de 1968.
Los avances de Dubcek no tardaron en inquietar a los soviéticos, preocupados por la posibilidad de que la apertura de Checoslovaquia pudiera influir en otros países de la Europa del Este donde también eran frecuentes las movilizaciones de grupos opositores al socialismo real. Capitaneadas por la URSS, las otras cuatro grandes potencias del Pacto de Varsovia (Hungría, Bulgaria, República Democrática Alemana y Polonia) decidieron yugular ese socialismo de rostro humano y aprobaron la invasión de Praga por sus tropas.
El 21 de agosto de 1968 más de 200.000 soldados y 2.300 tanques invadieron Checoslovaquia. En 24 horas, el experimento de Dubcek había sido arrollado. En consecuencia, miles de checoslovacos abandonaron el país y numerosos militantes comunistas de Occidente renegaron de las maneras de actuar de la URSS. Era el germen del eurocomunismo que, impulsado por el Partido Comunista Italiano, se iría extendiendo a otras formaciones comunistas europeas, incluido el PCE español, en una clara manifestación de repulsa hacia lo acontecido en Praga y de apuesta por compatibilizar el socialismo y la democracia.
El Norte de Castilla no dudó en condenar la invasión, como demuestra su duro editorial del 22 de agosto de 1968: «Este es un día desastroso para Checoslovaquia, para Europa y para el mundo entero; para los hombres que aman la libertad es una tragedia irreparable (…). El comunismo ha vuelto a dar ahora la medida exacta de lo que es, del germen de muerte y de desprecio al hombre que lleva en su seno, de infinito miedo a la libertad.
Esta brutalidad de la invasión de Checoslovaquia por las tropas rusas nos vuelve a recordar ahora de manera dramática que una dictadura, un sistema dictatorial, como el soviético, sólo puede mantenerse mediante los cañones y la violencia, mediante la opresión y la mentira. La 'Pravda' de estos días lo ha declarado sin ambigüedad: 'No es posible un comunismo con libertad'. La libertad, como la inteligencia humana, son corrosivas, en efecto, para todo sistema en donde reinen el dogmatismo, la mentira, los 'aprioris', los abusos, la tortura, la ausencia de todo respeto a la dignidad humana, y estos sistemas no pueden tolerarla. Porque, además, la libertad es contagiosa, se corre más aprisa que la pólvora ardiente y en pocos meses hubiera dado buena cuenta de todo el actual imperio soviético. Lo que Rusia, sin embargo, no ha pensado, es que las ideas no mueren con los cañones ni aplastadas por los tanques (…).
Las nuevas generaciones tendrán ahora que silenciar su voz y meterse en el rincón más apartado de la casa en vez de poder gritar sus deseos de democracia y de humanismo a pleno pulmón en la calle; pero estos deseos no van a morir ni morirá su indignación, y un día habrá una generación, más pronto o más tarde, que pedirá cuentas estrechas de este gran crimen de ahogar la libertad de todo un pueblo, de este gran crimen del más repugnante imperialismo cometido con una alevosía y un cinismo dignos del peor de los sátrapas de todos los tiempos».
Gobierno retenido
El editorial de El Norte del 22 de agosto de 1968 calificó de «desastre para el mundo» la «total invasión de Checoslovaquia por las tropas del Pacto de Varsovia». El periódico constataba que había producido una «honda conmoción en todo el mundo» y alertaba de que los dirigentes checos estaban retenidos por las tropas soviéticas.
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.