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Instantánea de la ceremonia oficial de fusión entre Falange Española y las JONS en el Teatro Calderón.
1934: fusión de Falange y las JONS

1934: fusión de Falange y las JONS

165 aniversario de El Norte de Castilla ·

La muerte de Ángel Abella tras la ceremonia de unión de Falange y las Juntas de Ofensiva Nacional Sindicalista, el 4 de marzo de 1934, incrementó la violencia política en Valladolid

Martes, 15 de diciembre 2020, 07:36

Lamentables por todos conceptos los incidentes que de que el domingo fue escenario nuestra ciudad. Ellos indican que las fórmulas de violencia que, desde campos opuestos, se preconizan para la conquista del Estado llegaron ya a nosotros, poniendo sobre nuestras calles, tradicionalmente pacíficas, una nota de barbarie».

Fiel a su trayectoria liberal, El Norte de Castilla no ocultaba su repulsa a los tremendos sucesos acontecidos al calor de un evento que marcaría decisivamente el inmediato devenir del fascismo español. Ocurrió el 4 de marzo de 1934, fecha escogida por José Antonio Primo de Rivera, Ramiro Ledesma Ramos y Onésimo Redondo para oficializar la fusión, acordada un mes antes, entre Falange Española y las Juntas de Ofensiva Nacional Sindicalista (JONS).

En el acto, celebrado en un Teatro Calderón a rebosar –se calcula que asistieron unas 5.000 personas–, hablaron Primo de Rivera, Julio Ruiz de Alda, Onésimo Redondo, Ramiro Ledesma Ramos y Emilio Gutiérrez Palma, líder sindicalista de las JONS vallisoletanas. Tanto las intervenciones como, sobre todo, los sucesos que tendrían lugar a la salida demostraron la violenta polarización de las opciones políticas a esas alturas de la Segunda República.

Para Ruiz de Alda, el cometido de FE-JONS no era otro que «crear, trabajar y combatir, crear una España nueva», pues la de entonces estaba regida por «un Estado inútil». El vallisoletano Onésimo Redondo, impulsor, en octubre de 1931, de las Juntas Castellanas de Actuación Hispánica, cuya fusión con el grupo La Conquista del Estado de Ledesma Ramos dio lugar a las JONS, aseguró que España se encontraba «amenazada por las fieras rojas y el separatismo» y abogó por incorporar a la doctrina fascista «un espíritu hispano, francamente hispano, para no aparecer como imitadores».

El combate «por la unidad de España» inspiró el discurso de Ramiro Ledesma Ramos, para quien era necesario «batirse con las organizaciones marxistas para destruirlas y arrebatarlas las masas». Finalmente, Primo de Rivera dibujó una España partida en tres pedazos: los separatismos locales, los partidos políticos y la lucha de clases. Calificó al socialismo de «tiranía implacable» y se mostró partidario de no tener programa «porque no es preciso».

Pero lo peor estaba por llegar; aunque varios efectivos de policía a caballo hacían guardia por los alrededores del teatro para evitar enfrentamientos, a la salida del mitin comenzaron los actos violentos. Grupos de militantes socialistas, incitados por un «comando de acción» liderado por Eusebio González, Luis Gutiérrez y Víctor Valseca, arremetieron contra quienes consideraban fascistas; ambos bandos se enzarzaron a golpes y disparos por la calle Angustias y alrededores, llegando hasta la Acera de San Francisco, Plaza Mayor y Rinconada.

Guardia Civil a caballo patrullando el 4 de marzo de 1934 AMVA

El Norte de Castilla dio cuenta de los heridos más graves, ingresados ese mismo día en la Casa de Socorro: Emilio García, de 20 años; Víctor de la Cruz, de 27, y el capitán de Infantería Emilio Alvargonzález Matalobos, víctimas de disparos; también José Vidal, Ramón Moyano, tres labradores de la provincia, «un individuo apellidado Pineda» y Ángel Abella, todos ellos con fuertes contusiones. Además, un grupo de incontrolados trató de incendiar el domicilio social de Acción Popular Agraria.

Pero fue sin duda la muerte del joven Ángel Abella García, estudiante de Medicina de 18 años, la nota más trágica de la jornada, la que marcaría el inmediato devenir de la violencia política en el Valladolid republicano. Tuvo lugar en la calle Zapico, por donde transitaba en compañía de Alejo Rodríguez. Ambos fueron interpelados por un grupo de entre ocho y diez personas, que les preguntaron por su filiación política. Al contestar que no pertenecían a partido alguno, se abalanzaron sobre ellos.

Rodríguez pudo huir después de que le propinasen un puñetazo, pero Abella no tuvo escapatoria. Se ensañaron con él golpeándole con porras de hierro, palos y otros instrumentos contundentes, hasta dejarlo en el suelo medio muerto. Fallecería al día siguiente en la Casa de Socorro. Poco después serían detenidos, acusados de la autoría del horrible delito, el maestro nacional Francisco Calle Blanco, condenado a 14 años de cárcel, y Luis Rubio Lentijo, absuelto en el juicio.

Calle, que pertenecía a las Juventudes Libertarias, terminaría siendo trasladado a otra prisión fuera de la provincia para evitar posibles represalias falangistas.

Mitin en el Calderón

El 6 de marzo de 1934 El Norte de Castilla destacó en su portada los «violentos incidentes» registrados «a la salida del mitin celebrado el domingo en el teatro Calderón», mitigados por la «pronta y eficaz intervención de la fuerza pública». El periódico no dudó en calificarlos de «lamentables».

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