La estatua del poeta y el Teatro Pradera en los años cuarenta.Archivo Municipal de Valladolid
1900: José Zorrilla preside Valladolid
165 aniversario de El Norte de Castilla ·
La efigie del poeta vallisoletano se inauguró el 14 de septiembre de 1900, el primer día de las fiestas de la ciudad, después de salvar ciertas dificultades económicas en su fase final
Desde la muerte de Zorrilla, ocurrida en enero de 1893, el Ateneo de Madrid había iniciado los trámites, vía suscripción nacional, para erigir un monumento en su Valladolid natal. Fue, de hecho, la institución madrileña la que en 1897 dio nuevos bríos a la empresa conmemorativa, con objeto de que se sumase a ella el Consistorio vallisoletano. Según testigos coetáneos, en la decisión del Ateneo madrileño de ceder el monumento a la ciudad del Pisuerga tuvo mucho que ver la influencia de su cronista local, el también poeta vallisoletano Emilio Ferrari. Lo cierto es que la iniciativa no tardó en surtir el efecto deseado: enseguida comenzaron a llegar propuestas y ofrecimientos de varios escultores.
Las bases del concurso público quedaron cerradas en marzo de 1899; el presupuesto ascendía a un total de 23.366 pesetas. De los seis proyectos presentados se eligió por unanimidad el de Aurelio Rodríguez Carretero, célebre escultor nacido en Medina de Rioseco y artífice, entre otras obras, de los monumentos al Conde Ansúrez (Plaza Mayor) y al ex alcalde Miguel Íscar (jardines del Campo Grande). Para dejar espacio a la estatua fue necesario derribar previamente la fuente que existía a la entrada del Campo Grande.
Rodríguez Carretero comenzó la obra el 14 de julio de 1899 y la finalizó el 1 de noviembre de ese mismo año; iniciada la fundición en enero de 1900, a finales de julio ya estaba lista. La estatua es de bronce fundido y, como informaba El Norte de Castilla en su edición del 15 de septiembre de 1900, el material procedía «de dos antiguos cañones que en tiempos de Carlos III estuvieron en la maestranza de Cartagena». Según parece, dichos cañones eran tan gruesos que no se les pudo trocear a base de dinamita, como solía hacerse, por lo que tuvieron que ser fundidos en un horno de reverbero construido expresamente en los talleres de Ignacio Arias.
Junto a él figuraba, como tercer nombre a destacar en la realización del monumento, el «inteligente cantero de esta capital Benito Rodríguez, conocido como 'El Negris'», señalaba el periódico pues, auxiliado por Mariano de la Cruz, «ha construido toda la parte de piedra»; además, «todos los trabajos de la elevación de la estatua fueron dirigidos por don Lesmes Fernández».
Imagen de J. Thomas que muestra los trabajos para instalar la obra.
Archivo Municipal
El monumento mide tres metros y representa al poeta en posición de recitar sus composiciones, vestido con larga levita abotonada y, sobre ella, un gabán ligeramente desabrochado. Está situada sobre un pedestal que primitivamente tenía zócalo y dos cuerpos; el tercero se añadió en 1929, según trazas del arquitecto local Juan Agapito y Revilla. En el segundo cuerpo, en forma de pirámide truncada, puede contemplarse el escudo de Valladolid, diversas inscripciones y una estatua de bronce de una doncella sentada, con alas de mariposa, que en una mano lleva una lira y con la otra adelanta el oído en actitud de escuchar al poeta. Es, claro está, la representación de la Poesía.
Una vez finalizado el proyecto, ciertos problemas económicos vinieron a dificultar los últimos pasos; y es que la falta de liquidez impedía obtener los materiales con los que montar el andamio necesario para elevar las últimas piezas del pedestal. Finalmente, el Ayuntamiento pudo salvar dichos inconvenientes y la estatua quedó colocada el 18 de agosto de 1900; casi un mes después, el 14 de septiembre, primer día de las ferias y fiestas de la ciudad, tuvo lugar el solemne acto de inauguración.
La efigie y, detrás, la antigua Academia de Caballería de la ciudad
Archivo Municipal
En ella, como solía ser habitual en la época, se dieron la mano los poderes político y religioso: una multitudinaria misa de diez en la iglesia de San Benito, oficiada por el cardenal de Valladolid, Antonio María Cascajares y Azara, abrió el camino de la comitiva desde el templo, fastuosamente engalanado para la ocasión, hasta el lugar del monumento.
Junto al prelado, presidía dicha procesión cívica el ministro de Instrucción Pública, Antonio García Alix, en nombre de la reina regente; el rector de la Universidad; el gobernador civil; el alcalde, y los presidentes de la Diputación y Audiencia, entre otras autoridades. «El gentío en las calles era de tal modo inmenso, que solo a duras penas podía avanzar el cortejo, siéndole a veces materialmente imposible andar», señalaba este periódico.
Bronce de cañones
A raíz de la muerte de José Zorrilla, en 1893, el Ateneo de Madrid impulsó una suscripción nacional para erigir un monumento en su honor en Valladolid. Se eligió por unanimidad el proyecto del escultor de Medina de Rioseco Aurelio Rodríguez Carretero, que contó con 23.366 pesetas de presupuesto. Como informó El Norte de Castilla el 15 de septiembre de 1900, era de bronce fundido procedente de dos cañones de los tiempos de Carlos III.
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