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Un edificio centenario renace en la calle Estación para albergar viviendas de lujoEl edificio del número 9 de la calle Estación ya luce como nuevo, con la misma fachada que se levantó en el primer tercio del siglo XX en ese punto, en la esquina con la calle García Valladolid. Atrás han quedado lustros de abandono y, ... tras la demolición del interior hace seis años respetando la fachada catalogada, este edificio emblemático de la ciudad acaba de renacer con nueve viviendas en su interior que se comenzarán a entregar a sus propietarios la próxima semana.
Esta construcción centenaria, que destacaba por sus miradores acristalados con vistas a la calle Estación y por los detalles de forja de sus balconcillos, permaneció abandonada durante quince años hasta que sus propietarios lo cubrieron de andamios en 2018 para vaciarlo por dentro y sujetar su fachada catalogada con una estructura metálica. Ahora, cinco años después de ese momento, el Grupo Figueroa ha comenzado a entregar algunas de las nueve viviendas que se han construido en este renovado espacio, que albergó viviendas de lujo en los años 30 y que ahora volverá a hacerlo, ya que los espacios que se han creado tienen un coste que llega, en algunos casos, a los 660.000 euros.
Siete de las viviendas construidas ya han encontrado un comprador. El pequeño estudio de la planta baja, con solo 36 metros cuadrados, se ha vendido por 160.000 euros y las demás viviendas que ya tienen propietario tenían unos precios que oscilaban entre los 320.000 y los 435.000 euros. Las dos viviendas más caras, los dos dúplex de 150 metros cuadrados de la parte más alta de la edificación, son los que están a la espera de tener un comprador dispuesto a pagar los 660.000 euros que se piden por ellos.
Los propietarios de la edificación histórica eran, en muchos casos, altos cargos ferroviarios que decidieron establecer su residencia en ese lugar por la cercanía a la estación de trenes. Esa proximidad con la vía férrea también ha animado a comprar a los actuales propietarios, pero por causas diferentes, tal y como señala Martín Figueroa, director del área técnica de la empresa. «Algunos de los que han comprado trabajan en Madrid y van y vienen en Ave. La cercanía a la estación ayuda», desvela.
El gran atractivo de la vivienda en su exterior sigue siendo el minucioso trabajo de forja artesanal, que ha permitido recuperar todos los balcones. Atrás queda el óxido del pasado y ahora estas peculiares balconadas lucen en todo su esplendor gracias a un importante proceso de rehabilitación que, desgraciadamente, no se ha podido aplicar en los miradores debido al mal estado en el que se encontraban los originales. Para el diseño, fabricación y puesta en obra de los miradores se contó con metalistas y artesanos de forja de primer nivel en soldadura y ensamblado que trabajaron en un proceso para el que se fabricaron moldes ex profeso.
Mientras, para la parte baja del edificio se ha restituido también el zócalo de piedra natural de Campaspero, así como la balaustrada torneada de las ventanas ubicadas en la parte baja. Además, otro aspecto que se puede apreciar en los trabajos de recuperación de la fachada es un revoco de cal que emula a una sillería mediante la técnica manual de la 'martillina', «con un dibujo en relieve que se asemeja a una esterilla», indican desde la constructora.
Los trabajos de demolición del interior del edificio histórico, llevados a cabo hace seis años, sacaron a relucir un pequeño tesoro en forma de suelos empapelados bajo el sintasol con recortes de periódico (utilizados como aislante) que recogían, entre otras noticias, la firma del armisticio de la I Guerra Mundial del 11 de noviembre de 1918. Por desgracia, el estado en el que se encontraba el papel impidió su conservación, pero esos recortes de prensa reflejaban que la capital vallisoletana no fue ajena a a este hecho. El adiós a las hostilidades se celebró, de hecho, a la vuelta de la esquina de la calle Estación, en la actual Acera de Recoletos (entonces avenida de Alfonso XIII), donde se encontraba el Consulado Francés, vía en la que «más de cuatro mil vallisoletanos dejaron sus firmas y felicitaciones» a la delegación gala, según recogía la crónica de El Norte de aquella histórica jornada. Aquel periódico, entre otros, fue usado como aislante en el suelo de este inmueble que, ahora cien años después, ha cambiado el papel de periódico por la aerotermia para mejorar su eficiencia energética.
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