Secciones
Servicios
Destacamos
Podría ser (y en realidad es) «rabia». Tal vez «impotencia». A lo mejor «injusticia». Seguro «tristeza». Es un «sentimiento» que con certeza une las cuatro palabras. Rabia. Impotencia. Injusticia. Tristeza. Son las que utiliza Yusef El-Asi Seco (Valladolid, 1979), en compañía de ... su hermana Yasmín (1971), para explicar lo que ocurre en la tierra donde se hunden sus raíces familiares.
«Nuestro padre, Zuhair, es de origen palestino. Antes de la Guerra de los Seis Días (en 1967) se vino a estudiar Farmacia a Madrid. En aquella época, muchos árabes salían a estudiar a otros países, sobre todo Medicina y Farmacia», cuentan Yusef y Yasmín, completándose las frases, interrumpiéndose el uno al otro para compartir palabras, hilvanar ideas, domesticar con la conversación esa «rabia», esa «impotencia, «esa «injusticia y tristeza» cuando piensan en la situación que vive buena parte de la familia que allí quedó. En Nablus, ciudad de Cisjordania con poco más de 156.000 habitantes.
Noticia Relacionada
Allí viven sus tíos, sus primos, los hijos de sus primos a los que en media docena de ocasiones han visitado desde Valladolid. «Hablamos muy a menudo, por Whatsapp», cuentan. Y la situación que les transmiten no es nada halagüeña. Una escalada de violencia que se ha recrudecido en los últimos días –pese al reciente anuncio de alto el fuego– en un conflicto más que enquistado. «Se repite una y otra vez una injusticia a la que nadie pone freno», asegura Yusef, sentado en el césped, en un tranquilo parque de Huerta del Rey, a la subida del un cerro que se llama las contiendas. Una palabra, de nuevo las palabras, que remite a pelea, a disputa, a batalla.
«A veces parece difícil, desde aquí, comprender lo que está ocurriendo. Con nuestra mentalidad, de España, de un estado de derecho, es muy difícil entender lo que es la ocupación. El conflicto es percibido por mucha gente de una manera equivocada. Hay quien no entiende que aquello es una masacre, una limpieza étnica en la que unos señores venidos desde muchos sitios (de Rusia, Centroeuropa, Argentina...) expulsan a otras personas, palestinas, de sus casas, por la fuerza, a veces de forma directa, a veces indirecta, haciéndoles la vida imposible para que se marchen de allí», cuentan Yusef, profesor, y Yasmin, farmacéutica como su padre.
–De forma indirecta, decían.
–Sí. Una práctica muy habitual es retener a personas que vienen de aldeas palestinas en los 'check point' de los militares israelíes. Se dificulta su acceso a los hospitales, a la educación. Se les tiene allí esperando durante horas. Y la gente, para acudir a los servicios, decide al final dejar sus aldeas y se muda a ciudades palestinas. Entonces, los colonos israelíes ocupan esas aldeas y se anexionan el territorio. Basta con ver la evolución de los mapas en el tiempo.
–¿Hay más?
–Cuando llegan mercancías, en pleno verano, retienen los camiones, descubren la carga, la dejan al sol, las frutas se estropean... Son estrategias para hacer la vida tan difícil que se opte por marcharse.
Yasmín recuerda un episodio vivido en 1995, durante su segunda visita a Palestina. Allí conoció a un joven palestino, Ahmad, que acababa de terminar sus estudios de Secundaria y se preparaba para ir a la Universidad. «Era un chico inteligente, con ganas de estudiar. Con mil excusas, lo encarcelaban para que no acudiera a la facultad. Era una forma de que renunciara a su futuro, de que bajara la cabeza, de que terminara por emigrar, por marcharse de allí». «Es incomprensible que en pleno siglo XXI se permita un 'apartheid' como el que vivió Sudáfrica, que se tolere que un país colonial y racista imponga su voluntad con el único objetivo de tener un país libre de palestinos», defienden.
–¿Cómo se ve desde Valladolid?
–Lo que peor veo es cómo se trata a Israel con total normalidad en todos los niveles. Cómo se manipula el lenguaje.
–¿Por ejemplo?
–Se habla de asentamientos, que parece una palabra más neutral, en lugar de colonias judías. O se dice guerra, cuando es ocupación. La idea de guerra da a entender que hay dos bandos, cuando lo que existe es un ejército altamente preparado que está masacrando a un pueblo. Los medios de los palestinos a la hora de resistir no son equiparables. No puede haber equidistancia entre el opresor y el oprimido. O cuando se dice que Israel responde a un ataque palestino, dejando como única duda si la respuesta es proporcionada o no, porque quien ha atacado primero han sido los palestinos. No es así, en cualquiera de los ataques israelíes a gran escala, si ves los días o semanas previos, Israel ha matado a civiles palestinos, demolido casas, confiscado tierras. Y por supuesto sigue con un bloqueo inhumano a Gaza en un castigo colectivo a población civil.
–Pero la acción palestina, Hamás...
–La propaganda israelí pone ahora el foco en Hamás. Cuando se creó el estado de Israel y empezó el proceso de limpieza étnica hacia el pueblo palestino, Hamás no existía. Israel ha vulnerado sistemáticamente los acuerdos de paz y hasta ahora la vía diplomática ha sido un fracaso porque la comunidad internacional no ha presionado a Israel para cumplir esos acuerdos.
–Hablaban de propaganda.
–Israel invierte muchísimo dinero en limpiar su imagen a todos lo niveles (académico, cultural, con el cine...). Tiene mucho poder geopolítico y económico. Es inexplicable que se de a Israel un trato preferencial y que se vea bien ese lavado de imagen, como si no estuviese pasando nada. La tristeza es que pasa una vez, otra, se repite la historia, los muertos aumentan y su objetivo (el exterminio, la limpieza étnica) continúa.
«Cuando dicen que el origen es religioso, no es verdad. Mi abuelo tenía tierras: su casa, sus árboles, sus frutales. Los palestinos aman la tierra en un sentido muy profundo. Suena cursi, pero es así. Y mi abuelo siempre decía que ese suelo tenía sentido para las tres religiones monoteístas, estaba abierto a todos los cultos», defiende Yasmín, quien denuncia que «en tal caso, quien ha usado la religión es Israel con el argumento de la tierra prometida. Ningún palestino, cristiano o musulmán, habla en términos religiosos de su tierra». «Uno de los pocos focos de esperanza es que existen personas judías, cada vez más, que no están de acuerdo con la política de Israel, que han empezado a levantar la voz y reniegan de que Israel hable en su nombre». «¿Cómo es posible que se le trate con normalidad?», se pregunta Yusef, quien lamenta que el debate en España quede a menudo reducido a una cuestión de izquierdas y derechas. «Esa banalización es absurda».
–¿Cuál es la solución?
–Obligar a que Israel cumpla las resoluciones de Naciones Unidas. Una mesa de igual a igual es imposible, porque no hay equilibrio de fuerzas. Es necesario que se garantice el respeto de los derechos humanos y, a partir de ahí...
–¿Qué?
–Una solución puede ser que se permita la creación de un estado palestino. Es decir, que existan dos estados, el de Israel y el palestino. La otra es un único estado aconfesional donde todas las personas tengan los mismos derechos y obligaciones. Paz con dignidad para todos.
–¿Y mientras?
–Los países tienen que romper los acuerdos comerciales preferentes con Israel mientras continúe con esas acciones. ¿Qué más tiene que pasar para que se tomen medidas contra Israel? Cuando se han bombardeado decenas de escuelas de Naciones Unidas, hospitales, el aeropuerto de Gaza, construido con financiación española. Hay campañas que promueven el boicot a Israel mientras no cumpla con esas resoluciones de Naciones Unidas.
Las manos de Yusef (dos hijos, un tercero de camino) se pasean de forma insistente por el césped, las recuerdos de Yasmín viajan por un segundo a Cisjordania para un deseo final, lejos de la rabia, la impotencia, la injusticia, la tristeza. «Ojalá esa paz se traduzca en algo tan sencillo como que mis primos puedan ver el mar. Están a solo una hora en coche, poco más de cien kilómetros... y todavía no lo conocen».
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.