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Francisco Miguel se despierta aturdido. Es 9 de abril. Jueves Santo. Está en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) del Hospital Clínico de Valladolid, donde permanece desde hace tres semanas, desde el 24 de marzo (llegó al centro el día 20, pero estuvo en planta cuatro días), tras dar positivo por coronavirus y no remitirle una fiebre que los primeros días rozó los 39 grados. Pero no recuerda «absolutamente nada» de los 17 días anteriores, cuando estuvo «muy malito» y los profesionales sanitarios tuvieron que intubarle. «Y casi que mejor», suelta a bocajarro una de sus hermanas, Lourdes Miguel, con la voz resquebrajada. No puede evitar emocionarse al recordar los meses «tan durísimos» que han pasado. 'Francis', como se refiere a él de un modo cariñoso, labrador jubilado de La Parrilla de 66 años, es el último paciente covid ingresado en la UCI del Clínico. Lleva 111 días (115 en el hospital) y «pronto» subirá a planta, pues está «mucho mejor y le han hecho ya cuatro pruebas y ha dado negativo».
Durante semanas Francisco, el mediano de cinco hermanos, sorteó a la parca. La «mayoría» de veces las noticias de los doctores eran similares: «No recupera». «El primer mes fue horrible, muy muy malo. Tuvo muchos problemas, y el doctor nos decía que no recuperaba, salvo algún día que estaba algo más estable», recuerda Lourdes, al tiempo que añade que «tres veces ha tenido complicaciones muy graves, pero lo ha ido superando porque es muy fuerte psicológicamente y tiene una voluntad tremenda».
Y sí, este parrillano, «un auténtico luchador», superó todas las adversidades que se interponían en su camino. No era su hora, pese a que estos meses quedarán marcados de por vida en el calendario de su biografía. Se revolvió ante un destino que no era el suyo y, aunque aún no ha salido victorioso, sus familiares ya ven la «luz al final del túnel». «Nosotros siempre hemos estado buscándola, con la esperanza de encontrarla pronto, y es que aunque ha sido muy duro, sabíamos que el virus no podría con él», asevera Lourdes.
Desconocen dónde y cuándo se contagió. Tampoco tienen sospechas. De hecho, al principio, cuando la nomenclatura de la covid aún sonaba lejana el tierras castellanas y leonesas, pensaban que «no sería más que un catarro o un simple resfriado». Este hombre, intervenido de una bulla pulmonar hace quince años, aguantó tres días en casa con fiebre alta, pero no cesaba y sus hermanas decidieron comentárselo a su médico de cabecera.
«Casi no se hablaba del coronavirus y no pensábamos que lo hubiera cogido, pero sí que es cierto que nos extrañó que después de tantos días no le baraja la fiebre», reconoce Lourdes. «Se nos cayó el alma a los pies cuando dio positivo; fue una pena grandísima, hemos llorado mucho, pero ahora solo podemos estar alegres porque él tiene ganas de vivir y de recuperar el tiempo», añade.
Ahora, dice, «lo peor ya ha pasado». Confía en que «no le queden posos» y, aunque sufre lapsus de memoria, «de la cabeza está perfectamente, sabe todo». Estima, asimismo, que ha perdido cerca de ocho kilos –«siempre ha sido muy delgadito, pero se le nota que el virus le ha atacado», incide– y aún se está recuperando de la traqueotomía que le efectuaron a mediados de abril y con la que pervivió durante 89 días. «Ya habla perfectamente, pero todavía no lo tiene cerrado del todo y tenemos que ir con cuidado, aunque ya está muy bien, muy cerca de recuperarse», apostilla Lourdes Miguel.
Francisco, la «piedra angular» de su familia, vive con dos de sus hermanas, Pilar y Lourdes, en La Parrilla. Nunca antes habían estado tanto tiempo separados. «Lo máximo», quince días en verano para escaparse a la playa a ver a otra de sus hermanas, Carmen, residente en Valencia. «Los tres hermanos solteros llevamos toda la vida juntos, no nos hemos separado; 'Francis' es nuestras manos y nuestros pies. Como nosotras no conducimos, nos lleva a donde necesitemos», subraya. Intenta contener las lágrimas, pero no puede. Se derrumba. Le echan «muchísimo de menos», aunque se conforman con poder ir a visitarle todas las tardes al hospital. «Con estar un rato con él nos conformamos. Está en las mejores manos, son unos profesionales excepcionales, y tiene un ventanal muy hermoso por el que entra mucha luz, que eso le anima».
Lourdes tiene grabado a fuego en su mente el miércoles 27 de mayo. Recibió una llamada de teléfono que lo cambió todo. Marcó el primer día del resto de su nueva vida. Al otro lado estaba el doctor para comunicarles la tan ansiada noticia: a partir de entonces podrían acudir a visitar a Francisco. «Fue muy emocionante después de tantísimo tiempo. Lo que más nos alegró fue que estaba con una sonrisa en la boca, se le veía animado y con ganas de salir adelante después de todo lo que ha pasado, que ha sido mucho», apostilla su hermana. Ya han iniciado la cuenta atrás. Saben que es cuestión de días que Francisco suba a planta y poder regresar a La Parrilla. Él, de momento, tiene claro qué es lo que quiere para su regreso: «Un plato de cocido». «Ahora ya solo falta que el Real Valladolid se salve y el Real Madrid gane la liga para darle el gusto».
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J. Arrieta | J. Benítez | G. de las Heras | J. Fernández, Josemi Benítez, Gonzalo de las Heras y Julia Fernández
Carlos Álvaro | Segovia y Pedro Resina | Valladolid
Josemi Benítez, Gonzalo de las Heras, Miguel Lorenci, Sara I. Belled y Julia Fernández
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