«El duelo se ha alargado porque no pudimos despedirnos»
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Madre e hija, Paula y Celsa, fallecieron con 19 días de diferencia. Ahora, su familia lamenta no haber podido darles una sepultura dignaBerta Pontes de los Ríos
Valladolid
Domingo, 8 de noviembre 2020, 08:04
Minerva, Estrella, Marta y Dori Rafael Nieto perdieron a su madre, Paula (93 años), y a su hermana Celsa (59), con diecinueve días de diferencia. Ambas fallecieron en plena pandemia, siendo positivo en coronavirus y sin el adiós de sus seres queridos.
Pero todo se remonta a febrero de 2017 cuando a Celsa, la cuarta de las hermanas Rafael Nieto, le detectaron un linfoma. Estuvo en tratamiento y tuvo que recibir seis sesiones de quimio, algo que fue muy agresivo para su cuerpo. Pero lo superó y siguió trabajando en el centro de salud de Alaejos. En el mes de noviembre de ese mismo año su madre, Paula Nieto, sufrió un ictus que paralizó su cuerpo. Finalmente y tras cinco meses de cuidados en casa, decidieron ingresarla en una residencia. Allí iban a verla y a sacarla de paseo. «No había día que mi madre no saliera a la calle porque nos turnábamos las cuatro para ir cada día una», destaca su hija Estrella.
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Cuando comenzó la pandemia ya no pudieron seguir visitándola las hermanas se hundieron. Además, la constante avalancha de noticias sobre el abandono a los mayores en las residencias fue algo «muy duro» para las cinco. «Pensábamos en lo que estaría pensando mi madre, en si se sentiría abandonada o en cómo estaría». Pero se tenían que conformar con lo que les trasladaba el personal del centro y con alguna fotografía que les enviaban.
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Durante este tiempo Celsa siguió trabajando, hasta que un día comenzó a sentirse mal. A finales de marzo tuvo fiebre y dio positivo en covid-19. Tras la fiebre, el virus dio una tregua a su cuerpo durante doce días, los cuales pasó en casa aislada. Pero llegó la tos. Una tos seca y de pecho. «Cuando hablábamos con ella por teléfono le decíamos que se mirara esa tos, que no era normal», asegura Estrella.
Mientras estaban pendientes de la salud de Celsa recibieron una llamada de la residencia diciéndoles que a su madre le había pasado algo y la médica había decidido sedarla porque su cuerpo no reaccionaba. Paula Nieto fallecía el 8 de abril y ese mismo día Celsa ingresaba en el Hospital Clínico de Valladolid. La tos había ido a más y cuando acudió a ver qué le ocurría no volvió a salir del centro. Permaneció unos días en planta y «nos decían que el virus mutaba en su cuerpo y le estaba invadiendo los pulmones». Celsa estaba en una habitación del hospital y no pudo acompañar a sus hermanas al entierro de su madre el día 9 de abril a su pueblo, Valoria la Buena. Al cementerio solo pudieron acceder tres de las cuatro hermanas que pudieron viajar. «Fue una crueldad enorme el haber despedido a nuestra madre de esa manera, no podíamos ni podemos entenderlo a día de hoy», manifiesta Estrella.
Al volver del pueblo seguían manteniendo contacto con Celsa por WhatsApp pero, un día después de enterrar a su madre, la bajaron a la UCI. Allí permaneció desde el 10 de abril con un respirador que no conseguía aliviar sus síntomas. «Nos llamaban entre la 1 y las 2 de la tarde y el día que se retrasaban nos poníamos en lo peor; era una incertidumbre horrible, de lo peor que he experimentado», lamenta Estrella. Su cuerpo no pudo más y el día 27 de abril sufrió un aneurisma cerebral. Las hermanas recibieron la fatídica llamada: podían ir a despedirse de Celsa. «Nos equiparon con toda la protección posible y pudimos entrar a la habitación para decirle adiós, pero yo me negaba a soltarle la mano», afirma Estrella, «le pedía que no me soltara, aunque ya era tarde». La siguiente vez que vieron a Celsa fue en un ataúd camino del cementerio. De nuevo las cuatro solas y de nuevo solo pudieron entrar tres.
En apenas veinte días, dos de las personas más importantes de sus vidas habían fallecido. Tras ambas pérdidas, han vuelto al cementerio para poder despedirse las cuatro al mismo tiempo. «Ir allí nos da paz, pero cada día es una montaña rusa de emociones». Pero el día de Todos los Santos dos de las hermanas no han querido ir, «no se sentían con fuerzas porque aunque el dolor sigue siendo enorme». Estrella reconoce que el duelo sigue por no haber podido darlas una despedida «normal» en un tanatorio. A día de hoy siguen encontrándose con familiares y amigos que les dan el pésame, lo que hace que su duelo se alargue. «No poder darles una sepultura digna ha complicado todo, porque no hubo tanatorio y no pudimos cerrar todo en un día».
Ahora, ir al cementerio les reconforta, aunque el dolor sigue latente en las cuatro hermanas.
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Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
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