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Las heridas de la pandemia «aún siguen abiertas» en muchos hogares de Valladolid. Y lejos de cicatrizar, han encontrado en la inflación un dedo sucio ... que hurga todavía más en la llaga. «Los recibos aumentan y cada vez cuesta más llenar la nevera, pagar las facturas». «El contexto social en el que vivimos nos ha obligado durante los últimos meses a una intervención más intensa», reconocen desde Cáritas Valladolid, que este martes ha presentado su memoria de 2022.
Durante el año pasado, la entidad benéfica prestó ayuda directa a 8.449 personas, aunque sus programas beneficiaron a 10.706 vallisoletanos. Y el problema es que el 65% de los casos son de familias que viven todavía atrapadas en la crisis, con el riesgo de que su situación se prolongue en el tiempo (y sin fecha para ver el final del túnel).
3,4 millones de eueros
destinó Cáritas el año pasado a sus diferentes acciones y programas.
Dos de cada tres personas atendidas por Cáritas en 2021 necesitaron todavía sus servicios en 2022. «La situación ha registrado en los últimos meses una leve mejoría», evidencia José Colinas, delegado episcopal de Cáritas. Pero la ligera moderación de precios y la caída del paro no es suficiente. «La recuperación económica aún no ha llegado a las personas que acompañamos», dicen. «Seguimos atendiendo a trabajadores que no llegan a fin de mes. Hay muchas familias que tienen que estirar tanto los salarios que estos terminan por romperse», apunta Guenther Eduardo Boelhoff, delegado de Cáritas.
Y desde la ONG están convencidos de que las estrecheces llegan a más familias, donde las dificultades se viven con sordina, entre visillos. «Hay personas, afectadas por estas nuevas pobrezas de las que hablan los sociólogos, a las que les cuesta pedir ayuda», indica el arzobispo, Luis Argüello, quien invita a mirar «más allá de las apariencias» para abordar un problema que no es meramente coyuntural.
«Sí que hubo unos casos muy concretos que se vivieron durante la pandemia, con familias afectadas por los erte», cuenta Boelhoff. Desde esa perspectiva, la situación presenta una «ligera mejoría». Sin embargo, el riesgo está en esa «pobreza estructural» que amenaza con prolongarse durante demasiado tiempo. «Se ha tenido que ayudar más, en más necesidades y durante más tiempo.
Si en otras ocasiones, una ayuda puntual podía ser un soporte para una familia, ahora precisa de una ayuda más continuada», matizan. Y esto debe abordarse «no solo desde el punto de vista de ayudas económicas, sino también con acciones de empleo o acompañamiento». La entidad destinó el año pasado más de 1,5 millones de euros a afrontar «directamente» la atención primaria y los programas de empleo.
En este sentido, han detectado que durante los últimos meses se ha complicado la situación en el servicio doméstico, un trabajo mayoritariamente femenino. «La implantación del Salario Mínimo Interprofesional ha hecho que muchos empleadores no den de alta a las trabajadoras, porque no les sale a cuenta. Vemos que hay menos oferta de empleo o que, en ocasiones, es un trabajo encubierto, por debajo de lo que marca la ley. Y esta es una situación que se tendría que ajustar, con un ejercicio de responsabilidad, porque ese profesional cualificado que tiene una buena nómina, que quiere la mejor atención en su casa y para sus hijos, tiene que valorar, también económicamente, el trabajo de la persona que atiende su hogar».
«Muchas personas llegan a nosotros y nos cuentan que están agobiadas porque no pueden pagar el recibo de la luz, la excursión de fin de curso de los niños, el alquiler, la hipoteca… Y cuando profundizas, ves que detrás hay situaciones de ansiedad, de agobio, de soledad, de muchas puertas que se les cierran. Por eso es importante también acompañar en todos estos aspectos que están por debajo de la necesidad económica», indican los responsables de Cáritas Diocesana de Valladolid, que durante 2022 destinó cerca de 600.000 euros a ayudas directas para familias que no podían hacer frente a las facturas de la calefacción, el recibo del alquiler o el material escolar.
El arzobispo, Luis Argüello, recordó que este fin de semana, con motivo de la festividad del Corpus Christi, se celebra el Día de la Caridad. «Hay que romper con la indiferencia ante lo que ocurre a nuestros alrededor», dice Argüello, quien recuerda que no basta con la tirita asistencial, sino que hay que «analizar las causas» e implicar a la «sociedad organizada» para que adopte medidas que frenen las desigualdades. En este sentido, apeló al papel que juegos los políticos, que han de «organizar la convivencia y propiciar recursos para ayudar a quienes más lo necesitan».
A pesar de que se escucha en el debate público, «yo jamás diría paguitas o chiringuitos. Hay muchas personas que luchan a diario para salir de la adversidad y todos somos ciudadanos», cuenta Boelhoff, quien insiste en que «el gran valor de Cáritas es que acompaña a los que ya no tienen ningún otro asidero. Nosotros acompañamos a los últimos», aseguran desde la ONG de la Iglesia Católica, para subrayar un hecho demoledor: «La realidad social es que hay personas que, sin estas ayudas, no sería posible que salieran adelante». Por eso, insisten en programas de formación, de apoyo familiar, de acompañamiento para optar a recursos y servicios públicos.
La entidad, que durante el último año ha consolidado un equipo psicológico (cinco profesionales) para el apoyo a la salud mental y emocional, se muestra preocupada además por el fin de muchas estructuras sociales. «Las redes vecinales se han debilitado en los últimos años y la situación se agravó con la pandemia». Ya no es solo que haya muchas personas que precisan ayuda, es que cada vez es menor el de aquellos vecinos, amigos o compañeros que la prestan. Cáritas ha puesto en marcha varios proyectos de animación comunitaria para reforzar esa acción solidaria. Por ejemplo, en la visita a personas mayores que viven solas.
La entidad destinó durante el año pasado en Valladolid 3.477.799,79 euros a sus diferentes acciones y programas. De los recursos obtenidos, el 21,4% procede de fuentes públicas y el 78,6% a aportaciones privadas. Argüello aplaudió en este punto la contribución de los fieles que, el primer domingo de cada mes, colaboran en las colectas de las parroquias.
El arzobispo Luis Argüello, ante el fin del presente mandato municipal, destacó que la relación con Óscar Puente, alcalde durante los últimos ocho años, ha sido «cordial y de colaboración para abordar conjuntamente los asuntos en los que hemos visto una necesidad». Argüello, ante la posibilidad de un cambio en la Alcaldía a partir del 17 de junio (PP y Vox suman mayoría), se mostró seguro de que la relación con el próximo regidor se mantendrá en esa línea. «Ya tenemos la experiencia de diálogo con Jesús Julio Carnero cuando era presidente de la Diputación». Al futuro alcalde, «sea quien sea», el arzobispo pide «un esfuerzo por el bien común».
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